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       Boletín UNAM-DGCS-888  | 
    
|   INSTALA LA UNAM JARDINES DE COLIBRÍES EN LA CIUDAD DE MÉXICO
    
     •	Son un lugar de conservación donde estas aves encuentran alimento y resguardo, y una herramienta para educar: María del Coro Arizmendi, académica de la FES Iztacala y encargada del proyecto
                       En nuestro país existen 58  especies de colibríes, y 20 de ellas pueden ser apreciadas en la Ciudad de  México, sobre todo en los jardines artificiales que la UNAM ha instalado en dos  de sus entidades, así como en distintas escuelas de esta urbe. María del Coro Arizmendi  Arriaga, académica e investigadora de la Facultad de Estudios Superiores (FES)  Iztacala, es la encargada del proyecto que ha transformado estos espacios en un lugar de conservación  donde los colibríes encuentran alimento y resguardo, además de ser una  herramienta para educar. También  conocidos como quindes, tucusitos, chuparrosas, chupamirtos, picaflor o huitzitzilin,  son uno de los grupos más importantes de polinizadores en  nuestro país. Se estima que polinizan más de mil plantas silvestres, resaltó la  universitaria. “Cuando  los jóvenes observan a los colibríes empieza a interesarse, entonces  aprovechamos para brindarles información sobre la conservación de esta especie,  su función en la naturaleza y sus cuidados. Con el jardín se puede educar”. Tras  el éxito del primer jardín, ubicado en la FES Iztacala, Del Coro Arizmendi y colaboradores, en su mayoría estudiantes,  instalaron otros más en los institutos de Educación Media Superior (IEMS) Iztapalapa, Iztacalco,  Tlalpan y Milpa Alta.  “En  el de Iztapalapa, rodeado de puentes y camiones, con apenas un edificio, un  árbol y un estacionamiento pequeño, logramos crear un jardín en láminas de  metal, que inicialmente era móvil y se colocaba debajo de la escalera del  edificio. Ahora ya tienen un jardín fijo, con bancas donde los chupamirtos  empezaron a anidar”, relató la universitaria.  Mediante  este proyecto la escuela atrajo a jóvenes con problemas de autoestima y drogas  para conectarlos con el jardín. “Eso los ayudó a desarrollar un sentido de  cuidado, de afecto y aprendizaje”.  En  el último de estos espacios, instalado en TV UNAM, se colocó una cámara para  monitorear y filmar a la especie, elaborar material audiovisual y difundirlo.  Jardín propio Crear  un jardín para colibríes sólo requiere de una maceta; si se busca algo más  sofisticado para atraer a estas simpáticas aves, la también jefa de la  Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad recomienda plantas como  lavanda, salvias rojas y largas, aretillos fucsia, crasuláceas y agaves  echeverias, a diferentes alturas, además de colocar un recipiente con agua, con  10 centímetros de profundidad para que puedan bañarse. “Anidan  en el lugar de donde obtienen todos sus recursos, por eso es importante tener  al menos un árbol cerca”, dijo.  En  el primer jardín los universitarios iniciaron con 200 plantas en un área de  cinco metros de ancho por 10 de largo; seis años después se han expandido a  cinco metros más de largo, y tienen 200 plantas más. En el último registro  ubicaron 10 nidos, que con suerte darán dos polluelos al año. “Si  se vive cerca de zonas naturales es importante no usar bebederos de néctar  porque podrían modificar su forma biológica de conseguirlo y distraerlos de su  labor en la naturaleza, que es polinizar”, aconsejó. Si  el entorno es gris, con poca vegetación, el bebedero es una buena opción, pues  equivale al néctar de dos mil 500 flores. Un bebedero de vidrio, donde se  cambie el néctar (agua con azúcar) cada tercer día, se lave y desinfecte,  ayudará a alargar la vida de estas aves, que alcanzan hasta los 10 años. Las  dos especies de picaflores que se observan con mayor frecuencia en los jardines  son Amazilia  beryllina y Cynanthus latirostris. A pesar del monitoreo a través de un  indicador que colocan en una de sus patas, es difícil registrar todos  individuos que llegan, reconoció.  El  proyecto de los jardines para colibríes es una iniciativa conjunta de México,  Estados Unidos y Canadá, a través de la Campaña de Protección de Polinizadores  de América del Norte (NAPPC), para crear jardines artificiales debido a la  destrucción del hábitat natural. Para  la universitaria el principal problema que enfrentan los colibríes y otros  polinizadores, como las abejas, son los insecticidas que se rocían en los  cultivos. En la Unión Americana la situación es severa, con la muerte de la  mayoría de sus abejas por esta situación, lo que ha causado estragos en la  agricultura.  “A  nosotros nos pasará lo mismo si seguimos esparciendo sustancias tóxicas”,  finalizó. —oOo— Conoce más de la Universidad Nacional, visita:  o sigue en Twitter a: @SalaPrensaUNAM y @Gaceta_UNAM  | |||