Frances H. Arnold, George P. Smith y Sir Gregory  P. Winter, ganadores del Premio Nobel de Química 2018, aprovecharon de forma  práctica la teoría del origen de las especies y la evolución por selección  natural, de Charles Darwin, para crear nuevas proteínas y enzimas.
            Con ellas obtienen (con mayor eficiencia,  estabilidad y rapidez) biocombustibles y anticuerpos parecidos a los humanos,  que sirven para bloquear el crecimiento de tumores y moléculas maliciosas.
            Arnold, del Instituto Tecnológico de California,  creó el método de evolución dirigida de enzimas, mientras que Smith y Winter  diseñaron el sistema de despliegue  de proteínas y péptidos sobre la superficie de bacteriófagos M13, llamado despliegue de fago (phage display, en  inglés).
            El otorgamiento del Nobel de Química a estos  avances “es ejemplo del porqué es necesario ser pacientes con la ciencia y  mantener un apoyo decidido, pues tarde o temprano dará frutos”, resaltó Armando  Hernández García, del Instituto de Química (IQ) de la UNAM.
            Lo que se premia es el uso de los principios de  la evolución descritos por Darwin para generar una amplia diversidad de  proteínas o péptidos en un tubo de ensayo, y seleccionar las variantes  deseadas, detalló.
            La añeja teoría indica que los organismos se  generan mediante la incorporación de mutaciones aleatorias en su secuencia  genética, y sobreviven aquellos que son más eficientes o están más adaptados.
            Este principio fue aplicado por Arnold en enzimas  cultivadas en laboratorio. Ahí se seleccionan las combinaciones de mutaciones que  ofrecen nuevas y/o mejores propiedades, funciones o capacidades, y que pueden  ser sometidas a un nuevo proceso de evolución controlada.
            “Usó los principios de la evolución en un tubo de  ensayo para encontrar las mejores variedades de enzimas y proteínas y producir  biocombustibles, degradar contaminantes y lograr en poco tiempo reacciones  químicas; este proceso le llevaría a la naturaleza millones de años, o incluso  nunca ocurriría”, explicó Hernández García.
            Por  otra parte, Smith (de la Universidad de Missouri) y Winter (del Laboratorio de  Biología Molecular) crearon un método llamado “despliegue de fagos”, que  permite seleccionar evolutivamente anticuerpos más compatibles con los humanos,  que unen y bloquean con mayor eficacia moléculas que participan en la  generación de enfermedades autoinmunes o en cáncer metastásico. Estos nuevos  anticuerpos ya son usados comercialmente como tratamiento contra el cáncer y  otras enfermedades.
            “Estas  técnicas han tenido un gran impacto, se han convertido en un método estándar en  el campo de la ingeniería de proteínas y han ayudado a desarrollar medicamentos  y enzimas que están disponibles comercialmente. Ejemplo de ello son los  detergentes que usan enzimas para degradar grasas, y que funcionan con las  condiciones habituales de las lavadoras”.
            Evolución molecular en  la UNAM
            En  el Laboratorio de Ingeniería Biomolecular y Bionanotecnología del Instituto de  Química, Hernández García ha utilizado técnicas de evolución molecular para  diseñar proteínas que imiten las propiedades de los virus, y que podrían usarse  en terapias génicas o en la entrega de fármacos en blancos terapéuticos.
            “Desarrollamos  proteínas que sean capaces de encapsular y entregar cualquier tipo de ácidos  nucleicos, como lo haría una nanopartícula viral; esto sería de gran ayuda en  múltiples enfermedades. Pero también nos enfocamos en nanopartículas de  proteína que lleven ácidos nucleicos terapéuticos para eliminar al protozoario  responsable de la enfermedad de Chagas”, indicó.
            Por  ser un problema de salud que genera cada vez más preocupación en todo el mundo,  para este proyecto el universitario y su equipo recibieron apoyo financiero del  Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y de la UNAM.
            La  enfermedad de Chagas, endémica de América Latina, se ha extendido hacia  Norteamérica, Asia y Europa, principalmente porque el cambio climático ha  favorecido la presencia de la chinche besucona, su principal vector.
            En  esta primera etapa de la investigación, los universitarios usan proteínas  diseñadas previamente que han entrado a Trypanosoma  cruzi (protozoario responsable de dicha enfermedad), y que actualmente son  mejoradas para hacerlas más eficientes y conocer su seguridad y viabilidad.
            “A  fin de cuentas, todo el apoyo que se da a la ciencia y a la tecnología rendirá  frutos en beneficio de la sociedad, por eso es necesario mantenerlo para que no  se detengan los trabajos”, finalizó.
            El Nobel sin Literatura
            Desde  1901 se otorga el Premio Nobel de Literatura; sin embargo, la Academia Sueca ha  decidido posponer su entrega este año.
            A  través de su sitio de Internet, Lars Heikensten, director ejecutivo de la  Fundación Nobel, respaldó esta decisión al recordar que en los últimos meses la  Academia ha estado bajo la mirada pública por ser cuestionada su  confidencialidad.
            “Esto  ha resultado en una situación que puede ser adversa en el Premio Nobel. Con la  decisión, los miembros de la Academia entienden la seriedad de la situación,  por lo que se tomarán el tiempo que sea necesario para hacer los cambios  pertinentes. Es difícil e inusual no entregar este premio, pero creemos que  ayudará a proteger la reputación del galardón”, puntualizó.
            El  funcionario no aclaró si en 2019 se concederá la distinción.
 
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