Un equipo de investigadores de la UNAM  campus Morelos desarrolló membranas capaces de retener hasta en 98 por ciento  metales pesados presentes en el agua; estas nanofibras podrían ser una alternativa para  garantizar agua purificada en escuelas, centros  laborales, espacios públicos y hogares en zonas marginadas. 
            En México sólo 57 por ciento de las aguas  residuales urbanas se someten a tratamiento, mientras que las no tratadas se  vierten “crudas” en los cuerpos de agua o son reutilizadas para riego, según la  “Agenda Ambiental 2018, Diagnóstico y Propuestas”, presentado por la  Universidad Nacional.
            Y aunque la decantación de sedimentos (reposo  del agua) y la cloración en tanques de almacenamiento son los métodos más  frecuentes para el saneamiento del líquido, éstos no contemplan la  eliminación de metales pesados (arsénico, mercurio, plomo, cromo o cadmio) u  otros compuestos nocivos. “Esta situación favorece  el consumo de agua embotellada”, refirió Iván  Camps Balabanov, investigador del Instituto de Ciencias Físicas (ICF).
            Ante esta situación, el Grupo de Ciencia  de Materiales del ICF desarrolla un proyecto de investigación liderado por  Lorenzo Martínez y coordinado por Iván Camps, en el que se dieron a la tarea de  crear unas membranas electrohiladas, que contienen nanopartículas  activas de hierro (Fe) y níquel (Ni).
            Electrohilado con  hierro y níquel
            Camps Balabanov explicó el proceso  de creación: “Como si fueran hilos finos que se jalan de un carrete, los  nanohilos son arrastrados desde la aguja de una jeringa, que contiene la  suspensión polimérica, hacia una placa colectora en donde se acumula y  finalmente forma la membrana electrohilada compuesta de nanofibras”. 
            La formación de estos nanohilos es  inducida por un campo eléctrico generado por un potencial de alto voltaje: 30  mil voltios (para poner en perspectiva, los electrodomésticos requieren de 120  V), que al cabo de un par de horas formará una membrana de 10 centímetros  cúbicos.
            Para que la membrana retenga los metales  pesados, los investigadores sintetizaron nanopartículas cerovalentes de hierro  y níquel (característica que las hace extremadamente activas con otros  metales), que se agregan a la solución polimérica antes del electrohilado.
            En pruebas de laboratorio, los científicos  observaron que suspendida en la superficie o sumergida en el  agua contaminada, la nanofibra es capaz de retener altos niveles de cromo (100 partes por millón) en un primer ciclo.  “En el laboratorio podemos controlar y cuantificar correctamente el contenido  del contaminante, así como determinar con exactitud cuánto metal eliminamos”.
            Iván Camps subrayó que esta nanotecnología, creada en el ICF, es  una alternativa para la sanidad del agua en escuelas,  centros de trabajo, espacios públicos y hogares. “Cumple con todos los  lineamientos de la química sostenibe o 'química verde', que establece que la  metodología de fabricación de nanopartículas y nanofibras no conlleven a la  generación de subproductos difíciles de desechar o que puedan ser nocivos para  el medio ambiente”.
            En  la fase final del proyecto, los expertos pretenden lograr un  método simple que permita lavar y reusar las nanofibras, para maximizar su  funcionalidad a mediano y largo plazos. 
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