El sistema de  cavernas inundadas de 347 kilómetros (que no es en realidad una zona  arqueológica), encontrado en días pasados en Tulum, en la Península de Yucatán,  podría contribuir a conocer el tipo de fauna que había en el Pleistoceno y  ayudará a reforzar los estudios sobre la probable ocupación humana de esa zona  desde tiempos remotos.
            Ahí se  conservan restos de fauna del Pleistoceno, de más de nueve mil años antes de  cristo (AC), y vestigios de grupos mayas de los últimos dos milenios, afirmó  Tomás Pérez Suárez, coordinador del Centro de Estudios  Mayas, del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. 
            Estos vestigios, explicó el universitario, se  encuentran allí debido a las glaciaciones, que hacían fluctuar el nivel del mar  y permitieron el acceso de animales y hombres a las cuevas.
            “En los últimos 30 millones de años se dieron  fenómenos que conocemos como glaciaciones, que son avances y retrocesos de los  hielos. Hubo un momento en que el nivel del mar bajó más de 120 metros de donde  está actualmente: se congeló tal cantidad de agua en los polos, que el nivel  descendió”. 
            Entonces, detalló el investigador, “al bajar el  nivel del agua los hombres entraban a hacer ceremonias y dejar ofrendas; era  común depositar a los muertos en las cuevas, sobre todo en el pensamiento  mesoamericano, en el que se cree que hay dos formas de entrar al inframundo:  las cuevas y las superficies acuosas. Aunque también hay restos de quienes  caían accidentalmente”. 
            Hace nueve  mil años fue la última glaciación, así que volvió a subir el nivel del mar y se  inundaron las cuevas. En toda la Península de Yucatán hay cavernas en estas  condiciones, y su exploración inició desde varias décadas atrás, “lo novedoso  en este caso es que los espeleólogos habían trabajado en una de dos supuestas  cuevas, y descubrieron que en realidad se trataba de  un sistema de cuevas”, comentó Pérez Suárez.
            Este hallazgo, remarcó, permitirá reforzar los  conocimientos sobre la hipótesis de que la Península de Yucatán ha estado  ocupada desde tiempos remotos; el hombre llegó al continente americano no hace  más de 30 o 40 mil años, gracias también a las glaciaciones.
            “Cada exploración aporta nuevos datos. Hace  poco se encontró en otra cueva el cuerpo de una niña a la que se nombró Naia, y  es uno de los restos óseos más antiguos en México. Además, hallar evidencia de  animales permitirá tener un mayor conocimiento de qué tipo de fauna había en el  Pleistoceno”, agregó el arqueólogo.
            Por ejemplo, expuso, en la cueva de Loltún  (también en Yucatán), que está seca, se encontraron restos de caballos. Es  decir, los pueblos americanos de hace más de nueve mil años sí los conocieron,  pero se extinguieron y por ello los mesoamericanos supieron de ellos hasta la  llegada de los europeos.
            Finalmente, el académico de la UNAM se  pronunció por proteger ese patrimonio, pues “hay buzos que entran a los cenotes  y mueven o sacan piezas”.
 
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