Durante el primer trimestre del año ingresaron a México seis mil 640 millones de dólares por concepto de remesas, principalmente provenientes de Estados Unidos, y se prevé que este flujo se sostenga en los siguientes meses a pesar del discurso hostil del gobierno norteamericano y la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), consideró Benjamín García Páez, académico de la Facultad de Economía (FE) de la UNAM.
En el marco del Día Internacional de las Remesas Familiares, que se conmemora hoy, 16 de junio, dijo que el dinero que envían los trabajadores migrantes a nuestro país es un atenuante a la carencia de recursos y trabajo en México, así como un factor de estabilidad al brindar a la sociedad parte del bienestar y seguridad que deberían procurar instituciones gubernamentales.
“Es un renglón que hay que cuidar porque durante décadas nos acostumbramos a que el sector más importante, en términos de ingreso de divisas, era el petrolero o el turístico, y ahora las remesas han estado por encima de ellos”.
De hecho, un reporte recientemente publicado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) señala que durante 2016 el flujo mundial de divisas por concepto de remesas alcanzó los 455 mil millones de dólares, de los cuales, 73 mil millones llegaron a América Latina, y de esa cantidad México encabezó la lista con 28 mil 452 millones de dólares, cifra equivalente al 2.3 por ciento del producto interno bruto del país.
Recomendable darles un mejor uso
La Organización de las Naciones Unidas planteó, al establecer el Día Internacional de las Remesas Familiares, reconocer la labor de los trabajadores migrantes, pues el envío de dinero a sus hogares desde otras naciones permite la reconstrucción del tejido social, mantener la estabilidad social e impulsar el desarrollo económico en sus lugares de origen.
En este sentido, García Páez advirtió que existen factores, como la presión inflacionaria, que no permiten que ese avance ocurra: el alza de los precios de los productos y servicios impiden, en muchos casos, generar condiciones de ahorro para iniciar proyectos productivos, pues la mayor parte del dinero que reciben las familias de los migrantes se destina a la canasta básica, es decir, a alimentos y servicios de primera necesidad.
Es deseable que parte de esas remesas se invirtieran en proyectos productivos locales que generen desarrollo sustentable y sostenible en el futuro, pero por el momento no hay condiciones adecuadas para alcanzar estas metas, concluyó.
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