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Boletín UNAM-DGCS-750
Ciudad Universitaria.
06:00 hs. 30 de diciembre de 2015


Luis Alberto Salinas

     

LA GENTRIFICACIÓN DE COLONIAS CÉNTRICAS GENERA DESPLAZADOS DE LA CIUDAD A LA PERIFERIA

• Sólo beneficia a los desarrolladores inmobiliarios y a los empresarios de negocios comerciales
• Luis Alberto Salinas, del IGg de la UNAM, estudiará la relación entre gentrificación y segregación residencial en la ciudad de México

La gentrificación de colonias y barrios céntricos en las grandes ciudades de América Latina sólo beneficia a los desarrolladores inmobiliarios, a los empresarios y al turismo, afirmó Luis Alberto Salinas, investigador del Instituto de Geografía (IGg) de la UNAM.

Este proceso, explicó el especialista, es la reestructuración de clase y de relaciones sociales en un espacio urbano determinado. Se caracteriza, principalmente, por el desplazamiento de una población de menores recursos por otra con mayores ingresos.

Ese movimiento social es detonado por una fuerte inversión de capital en desarrollo inmobiliario y comercial que cambia el paisaje urbano, tanto física (aparecen fraccionamientos y comercios: bares y restaurantes) como socialmente (donde vivía gente de clase baja ahora conviven la media y alta), señaló el geógrafo universitario.

La gentrificación de un espacio urbano es también una revalorización del mismo (el cambio de uso de suelo eleva el costo de vida), pues el sector poblacional o clase social que llega puede pagar por vivienda y servicios caros, y el que se va, ya no.

En la ciudad de México, el Centro Histórico y la colonia Condesa son ejemplos de esta reconfiguración. Para Salinas ese proceso no es positivo, porque la revalorización del espacio urbano (aumento de precios del suelo, vivienda, renta y servicios) “se hace a costillas de una población”. Al dejarse el desarrollo inmobiliario y comercial al libre mercado, sin una regulación, hay una afectación social: genera desplazados.

En nuestra urbe se revalorizan, principalmente, el poniente y el sur, la zona cercana a la Alameda, Eje Central, Madero y Regina. Algunas calles se hacen peatonales, además de que llega población joven con mayores ingresos que los colonos originales.

Gentrificación, sostuvo el investigador, es un concepto que no figura en el discurso oficial. Si bien en algunas ciudades de América Latina, como Santiago de Chile o Buenos Aires, se habla de gentrificar el barrio, en México no se proclama: vamos a gentrificar el espacio urbano para mejorar las condiciones de la metrópoli.

Tan es una reestructuración de clase en el espacio, que últimamente ha generado movimientos urbanos de reivindicación (en la colonia Juárez defienden de inmobiliarias predios sin clara situación de la tenencia). Por eso mejor se habla de revitalizar la Condesa o recuperar la Roma.

“Puede haber procesos de recuperación urbana si la revitalización de un espacio mantiene y no afecta a la población residente. Ocurrió en México después de los sismos del 85; mediante un programa de renovación habitacional popular se construyó vivienda tanto para mantener a residentes originales, como para atraer a colonos de otros sitios, que al comprar o rentar pagarán parte del costo de construcción”, recordó el investigador.

Caso contrario es la Condesa, donde se ha dado un proceso paulatino, que Luis Alberto Salinas documentó y analizó en su tesis doctoral. Esa colonia surgió a principios del siglo pasado, con una población de altos ingresos. En 1985, aunque no fue afectada en sus inmuebles como la Roma, el pánico colectivo por los sismos generó una diáspora hacia Polanco, Tecamachalco, Interlomas y Bosques de las Lomas, e incluso a otros estados del país.

Los precios bajaron y como la Condesa siempre ha sido atractiva (por sus áreas verdes, espacios públicos y arquitectura art decó y art nouveau) mucha gente, entre ellos vecinos de la Roma, comenzó a revitalizarla; se fueron a vivir ahí y abrieron negocios de comercio tradicional, rememoró.

Según el trabajo de campo de Salinas, aunque contaba con establecimientos  como tortillerías, tiendas y demás, en 1995 sólo tenía ocho restaurantes y bares. En los últimos años ya operan cerca de 150 establecimientos de alto impacto (vecinal y zonal), considerados así por la delegación Cuauhtémoc.

El desarrollo inmobiliario y comercial ha propiciado el aumento del predial y de servicios como agua y luz, según pesquisas del universitario. Tanto los colonos que ya no pueden costearse la vida ahí, como quienes tienen recursos suficientes, se marchan a otros sitios de la ciudad, porque el barrio ha cambiado. En la Condesa, también ocupada por los franeleros, hay fuertes problemas de congestionamiento vial, basura y ruido de bares y restaurantes a altas horas de la noche, "ya no es habitable".

Para disminuir o aminorar las consecuencias negativas de la gentrificación de barrios o colonias céntricas, Salinas sostiene que gobiernos locales deben aplicar la normatividad para que "no sean espacios que generen exclusión por sí mismos".

Propuso que si un desarrollador inmobiliario va a construir un edificio con X número de departamentos para un sector medio residencial, un porcentaje se destine para trabajadores, es decir, vivienda de interés social. Esto es posible con la aplicación de las normativas por órganos locales.

La revalorización de áreas centrales de grandes ciudades, al expulsar población nativa, incrementa la segregación residencial a la periferia. Es un postulado del proyecto Política de vivienda y mercado formal de suelo urbano en la ZMVM (zona metropolitana del Valle de México), que Conacyt recién aprobó a Luis Alberto Salinas.

Pensado para realizarse en tres años, y como hay pocos estudios sobre la relación entre gentrificación y segregación, en este proyecto el universitario analizará la política pública de vivienda y el crecimiento de la periferia urbana en la zona metropolitana.

Colonias como la Roma, Juárez y Cuauhtémoc sufren el mismo proceso: población de ingresos medios y altos llega a vivir ahí. A la vez, se desplaza a sus habitantes a otros sitios de la urbe, reiteró.

En los últimos 10 años en la periferia se han construido aproximadamente 500 mil viviendas de interés social. Tan solo en tres municipios del Estado de México (Tecámac, Huehuetoca y Zumpango) se concreta el 56 por ciento de ellas.

Algunos estudios indican que "mucha población viene del DF". Una meta de Salinas es recabar datos para saber de dónde proceden y cuáles son las razones para irse a vivir a esos fraccionamientos.

Además, tratará de documentar si hay relación entre gentrificación y segregación, si la revalorización de áreas céntricas de la ciudad de México segrega o agrupa a familias de un sector de la población con ingresos parecidos. Porque no es lo mismo habitar en Tecámac (una vivienda cuesta aproximadamente 400 mil pesos) que en la Doctores (800 mil), y mucho menos que la Condesa (tres millones).

¿Los desplazados no llegan a su vez a desplazar a los que viven en la periferia? Eso no es gentrificación para Salinas. Lo explicó con otro concepto: acumulación por desposesión. Las reformas al artículo 27 constitucional en 1992 propiciaron una acumulación de riqueza vía la desposesión de tierras ejidales por los desarrollos inmobiliarios.

En su tesis de maestría documentó cómo en Chalco el presidente municipal y una inmobiliaria convencieron, cooptaron y compraron al comisario ejidal para que convenciera a los ejidatarios de vender sus tierras.

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Luis Alberto Salinas, investigador del Instituto de Geografía de la UNAM.