Boletín UNAM-DGCS-556
Ciudad Universitaria
Pie de foto al final del
boletín
Se prevé que en cinco años la mayoría de los mexicanos presentarán problemas de dolor crónico a causa de
diversas enfermedades cardiovasculares como cáncer, diabetes mellitus ó artritis
reumatoide, aseguró Benjamín Domínguez Trejo, investigador de la Facultad de
Psicología (FP) y señaló que en México el dolor crónico es un problema de salud
pública en aumento.
El dolor crónico se define como un síndrome que cuenta con un
componente sensorial (nocicepción) y uno afectivo: una emoción negativa, intensa e invasiva que puede estar o no relacionada
con lesiones biológicas. Tiene una
duración mayor de seis meses que logra incapacitar al ser humano, explicó el
investigador.
La oferta terapéutica para el manejo de esta enfermedad es la médico
farmacológica (los analgésicos suaves y fuertes).
Hoy, se ha comprobado que a través de métodos psicológicos se puede
ayudar a los pacientes a que modifiquen su estado emocional.
Los procedimientos y técnicas terapéuticas no-invasivas o psicológicas
que se utilizan son sencillas y pueden ayudar a los pacientes a que modifiquen
su estado emocional. Se han realizado mediciones que permiten cerciorar la
efectividad que tiene cada enfermo de regular sus emociones, lo que se denomina
capacidad modulatoria emocional.
Con el objetivo de saber el nivel de modulación, el investigador creó
un termómetro electrónico que ejecuta mediciones periféricas; cuando la
temperatura de las manos es baja,
significa que el sujeto está tenso, y viceversa. Por esta investigación,
hace tres años el Instituto de Ingeniería de la UNAM le otorgó el premio “Leon
Bialik”, en innovación tecnológica.
Con ayuda de su equipo de trabajo, también perfecciona cálculos de
músculos faciales, así como el efecto que provocan estas señales corporales y
verbales; a través de estas expresiones, se producen cambios en el
funcionamiento interno de los pacientes
afectados por cáncer y dolor.
“En realidad, este trabajo lo hace la gente en la vida cotidiana para
cambiar su estado emocional o el de otro individuo; la diferencia es que
nosotros utilizamos ese conocimiento y lo perfeccionamos para ayudar a los
dolientes”, aseveró.
Primero, dijo, se evalúa si el paciente es capaz de producir “regulación
emocional” por su propia cuenta; después, se mide la capacidad y disposición de
cada sujeto para modificar su estado de ánimo.
Posteriormente, se demuestra que los procedimientos que utilizan pueden
mejorar estas fases y finalmente
cercioran que al obtener una respuesta positiva el enfermo requiere menor uso
de analgésicos, aumenta su calidad de
vida, mejora sus relaciones familiares y algunas veces puede regresar a
trabajar; esas labores forman parte de
las actividades del grupo de investigación clínica "Mente-Cuerpo" de
la FP.
La mayoría de las mujeres ejecutan
con mayor facilidad este tipo de cambios a diferencia de los hombres, el
problema es que la neocorteza cerebral, la parte del cerebro que regula los
cambios emocionales porque en esta zona se realiza la producción de significados, es decir, que se
etiquetan los estímulos, en este caso el dolor, destacó.
Por esta razón, dijo, es difícil que logren deliberadamente modificar
su actitud porque “lo atribuyen” o creen que es un castigo divino o que a pesar
de todo, no dejarán de sufrir.
Por ejemplo, la experiencia de comer chile para los mexicanos es común,
sabemos que al principio es un estímulo agresivo (la capsaicina), pero a través
de la socialización aprendemos no sólo a tolerarlo, sino a cambiarle totalmente
el significado original y lo convertimos en placentero.
Este proceso lo pueden aprender algunos pacientes y pueden
reestructurar cognoscitivamente el significado de su dolor. Para ello, se
utiliza la “analgesia hipnótica” que funciona
parecido a la analgesia con el uso de opioides sintéticos.
Sin embargo, concluyó, lo más efectivo, es el apoyo social de la
familia y amigos porque son ellos quienes influyen para superar este tipo
de situaciones; por tanto, se deben
cultivar relaciones afectivas, defensa natural contra las enfermedades,
incluso, las crónicas.
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Foto 01.
Benjamín Domínguez Trejo, investigador de la Facultad
de Psicología (FP), señaló que en México el dolor crónico es un problema de
salud pública que va en aumento.