Boletín UNAM-DGCS-535
Ciudad Universitaria
Pie
de foto al final del boletín
PRUEBAN COMPUESTOS DESARROLLADOS EN
·
Las casiopeínas son aplicadas contra neuroblastomas
que afectan a niños, aseguró
·
Tienen un
centro activo de cobre y, unido, un aminoácido; su estructura es parecida a la
del cisplatino, que ya se usa para el tratamiento contra cáncer, pero son más
baratos y requieren menos dosis
Un grupo de compuestos desarrollado, sintetizado y
patentado por
La integrante del Departamento de Medicina Genómica y Toxicología Ambiental del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm), expuso que si ese fármaco puede inducir muerte celular programada o apoptosis, “sería posible establecer la cascada de eventos que ocurren en el tumor, lo que permitiría averiguar cómo es el mecanismo de acción del medicamento, y qué genes se prenden y apagan con su uso”.
En el Seminario El
Neuroblastoma, un tumor antiguo que representa un reto actual, explicó que
las casiopeínas son una familia de 200 compuestos, de
los cuales se prueban cinco. Diez grupos de investigación, encabezados por Lena
Ruiz Azuara, de
La científica señaló que tienen un centro activo de cobre y, unido, un aminoácido; su estructura es parecida a la del cisplatino, que ya se usa para el tratamiento contra neoplasias, pero son más baratos y se requiere menos dosis para obtener los mismos resultados en pruebas de laboratorio.
Las casiopeínas, abundó Mejía Vázquez, son moléculas planas que permiten actuar como “intercalante” en el ADN de las células, aunque no se sabe exactamente cuáles bases ataca. También se desconoce, y en eso se trabaja, para ver si pueden representar una terapéutica contra neuroblastomas. En tanto, próximamente podrían ser probadas para otros tipos de cáncer en pacientes del Instituto Nacional de Cancerología.
El neuroblastoma, expuso en el auditorio
Se trata de un tumor del sistema nervioso periférico, “pariente” de los del sistema nervioso central, cuyo principal rasgo es la heterogeneidad a nivel biológico, esa condición se ve reflejada cuando se pretende dar tratamiento; a veces, ese procedimiento acelera su diferenciación y se vuelve maligno.
Otras veces, sin dar tratamiento al niño, el tumor involuciona por sí
solo y desparece. “Ahí es donde el médico entra en conflicto”, expuso Carmen
Mejía.
Dentro de los tumores sólidos infantiles, los neuroblastomas
representan 10 por ciento de los casos registrados. Los signos son diferentes,
pero una masa a nivel de la cápsula del riñón es casi siempre señal del mal;
incluso, muchas veces se detecta mediante una radiografía tomada por otra
causa. También se puede encontrar a lo largo de la cadena simpática.
Este tipo de tumor, que se presenta en menores de hasta 18 años, tiene
básicamente cuatro estadios: el primero es un tumor localizado que puede ser
extirpable quirúrgicamente.
El tercero implica daño en los ganglios en ambos lados; y el cuarto,
presenta metástasis hacia ganglios linfáticos, hueso, médula, hígado y piel,
precisó la experta.
Un quinto estadio sería el “4s” o “especial”; se caracteriza por ser un
tumor que surge de las etapas uno o dos, pero con una diseminación al hígado,
piel o médula ósea, pero muy pequeña. Se trata del mal que involuciona o desaparece.
Se desconoce por qué ocurre así, pero se cree que se debe a
Tiene características biológicas como la amplificación del oncogen (gene cancerígeno) llamado N-myc,
y una deleción (mutación) del brazo corto del cromosoma 1p, entre otras.
Un buen pronóstico para el padecimiento es cuando se logra identificar
en niños menores de cinco años; se trata entonces de un tumor de estadio uno o
dos, es decir, un ganglioneuroma o un ganglioneuroblastoma, sin amplificación del oncogen y con apoptosis implícita. En los casos posibles se
hace cirugía.
Los neuroblastomas son de mal pronóstico
cuando se han identificado después de los cinco años. Se hallan entonces en
fase tres o cuatro, con histología desfavorable, amplificación del oncogen N-myc y sin
apoptosis. Entonces, finalizó Mejía Vázquez, se recomiendan cirugía, terapias
biológicas o trasplante de médula ósea, pasando por quimioterapia.
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Foto 01.
El neuroblastoma
es un tumor neuroendocrino de células que surgen de la cresta neural, y aunque
se conoce mucho de él, aún no tiene tratamiento específico, dijo