12:30  hrs. 21 de junio de 2009

  

Boletín UNAM-DGCS-369

Ciudad Universitaria


José Manuel Figueroa Mah-Eng

 

Pie de foto al final del boletín

 

 

LOS MANGLARES DEL LITORAL DE TABASCO ESTÁN MURIENDO

 

  • Su desaparición parece inminente por la erosión y sedimentación en las costas, expuso José Manuel Figueroa Mah-Eng, del Instituto de Geografía de la UNAM
  • El impacto antropológico ha mermado estos ecosistemas a tal grado que ya no queda ninguno en la zona de Sánchez Magallanes

 

Los manglares del litoral de Tabasco están muriendo porque se agravó la erosión y sedimentación en las costas por el impacto antropológico, informó José Manuel Figueroa Mah-Eng, integrante del Departamento de Geografía Física del Instituto de Geografía (IG).

 

De forma natural, hay lugares donde se registra regresión o retroceso del litoral, o donde los ríos cercanos no aportan sedimentos a la costa, favoreciendo la erosión por el oleaje de las mareas. “El mar se come la arena”. Aunque también puede ser que la tierra gane terreno al océano, en especial cuando los afluentes o las corrientes submarinas facilitan la acumulación de material sólido. “Esto permite que se construya el litoral”, añadió.

 

Se trata de una serie de procesos físicos y geomorfológicos que mantienen un delicado equilibrio y que se suceden en un “vaivén”; sin embargo, cuando el hombre interviene, sea cambiando el uso de suelo o construyendo obras de ingeniería, el ecosistema se altera.

 

Por un lado, la sedimentación provoca problemas de salinidad, inundaciones y subsidencia, y por el otro, la erosión hace que desaparezcan caminos, puentes y construcciones. Ambos procesos constituyen una amenaza para los manglares.

 

La investigación —realizada por integrantes del Departamento de Geografía Física— consistió en analizar el fenómeno en el lapso comprendido entre 1995 y 2008, con la finalidad de precisar las tasas del avance transgresivo de Tabasco. Los datos fueron obtenidos al determinar cuántos metros se adelanta o retrocede el litoral, cómo se produce el desajuste en el ecosistema y qué tanto impacta la influencia antropogénica.

 

A partir de estos análisis, se determinó que donde hay más sedimentación es en la desembocadura del río Usumacinta (se alcanzaron 23 metros), mientras que en Dos Bocas se registró un retroceso de seis metros.

 

También se constató que la zona de Sánchez Magallanes ya no cuenta con manglares y en las lagunas del Carmen y Machona su fin es inminente debido a que este hábitat es sumamente vulnerable a cambios de temperatura o  salinidad.

 

“Se observó que en unos lugares se concentran más rápidamente los sedimentos y en otros la acumulación es más lenta porque la costa es dispareja”, y esto se ha traducido en la muerte de palmeras en la zona, indicó Figueroa Mah-Eng.

 

Para enmendar esta situación es factible recurrir a obras de ingeniería como los espigones (barras artificiales de roca), que promueven una depositación artificial que evita que el mar erosione la playa, concluyó.

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Foto 01.

 

Para José Manuel Figueroa Mah-Eng, se requiere que académicos, políticos y sociedad en general tomen acciones conjuntas que conduzcan a la preservación de los manglares.