Boletín UNAM-DGCS-659
Ciudad Universitaria
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final del boletín
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Incluye redes
de áreas de conservación, que contienen zonas naturales protegidas y aquellas
importantes por su variedad o susceptibles de restauración, dijo el
investigador del IB de
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Además, la
participación de la población, componente esencial en la política de
mantenimiento de esa riqueza, añadió
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Con este
enfoque conceptual-metodológico se pueden planear estados de resguardo, especie
por especie, en un espacio geográfico, que permita proponer políticas
eficientes
Una parte fundamental de
las estrategias modernas para preservar la biodiversidad radica en el paradigma
planeación sistemática de la conservación,
que incluye el concepto fundamental redes
de áreas de conservación (CAN’s, por sus siglas en inglés), que incluye no
sólo zonas naturales protegidas, sino aquellas importantes por su diversidad
biológica, o las que son susceptibles de restauración.
El prototipo incluye, además,
a la población como un componente esencial en la política de mantenimiento de
esa riqueza. “Este es un cambio trascendental, muy sutil, pero que no se había registrado”,
afirmó el investigador del Instituto de Biología (IB) de
En el ciclo de
conferencias Biología de
“Se cuenta con un
sistema de áreas naturales protegidas, pero, muchas de ellas no se decretaron
con criterios de variedad biológica, sino políticos o escénicos”, agregó.
En
Dentro del territorio nacional,
expuso, se puede saber cuántas especies existen de una serie de grupos
biológicos, de plantas vasculares o mamíferos; pero hay otros de los que se sabe
poco, como los hongos.
Esa es una limitante
para proponer áreas de conservación que debieran ser prioritarias por su
contenido de biodiversidad. “Por ello, ante el hecho de que hay grupos
subrepresentados, se debe considerar a aquellos relativamente bien conocidos, y
hacer el supuesto de que son buenos indicadores del resto de la diversidad
biológica”, añadió.
Con un enfoque
conceptual-metodológico, indicó, se pueden planear estados de conservación,
especie por especie, en un espacio geográfico, para así plantear políticas y
propuestas eficientes.
“Es más útil decir que
una especie está en riesgo de extinción en una región determinada, y que tiene
un estado de conservación aceptable en otra, a decir que está amenazada a
escala nacional”, abundó.
En cuanto a la zona del
eje neovolcánico, advirtió que la mayoría de las áreas naturales protegidas
tienen una extensión pequeña para garantizar, por sí mismas, el resguardo del
ecosistema a largo plazo.
De seguir así, “sólo
existirán un montón de islas, donde los procesos ecológicos estarán
interrumpidos”. Para establecer las conexiones que se necesitan, se produjo el
primer modelo de redes de áreas de conservación en México, pero aún falta mucho
por hacer, acotó el científico.
La conservación puede
modelarse con base en los requerimientos ecológicos, usando nichos ecológicos,
proyectados con distribuciones, como una plataforma de información, para
determinar qué áreas tienen mayor diversidad respecto a otras. La disciplina
emergente, llamada informática de la biodiversidad, puede identificar esos
sitios a diferente escala, finalizó.
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Foto 01.
Víctor Sánchez-Cordero, del IB de