Boletín
UNAM-DGCS-245
Ciudad Universitaria
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final del boletín
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César Domínguez, del Instituto de Ecología
de la UNAM, dijo que si se devasta un sitio, en realidad se pierde una parte
del acervo genético de cada variedad
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Esos ecosistemas están sujetos a múltiples
presiones y amenazas; hoy, los principales son los desarrollos turísticos,
consideró Karina Boege Paré, también del IE
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Ocupan 655 mil
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Reciben su nombre del mangle, árbol
representado por 54 especies en el mundo; de ellos, en México predominan
cuatro, explicó la investigadora del IB, Guadalupe de
Los manglares de las costas mexicanas han perdido entre el 25 y el 35
por ciento de la superficie total y la deforestación que sufren se estima hasta
en siete por ciento en determinados lugares. Esta es la tasa de destrucción más
alta de todos los hábitats, aún por encima de las selvas y los bosques,
consideraron investigadores de la UNAM.
Son imprescindibles por la abundancia biológica que albergan y los
servicios ambientales que prestan. Ahí habitan muchas variedades de mamíferos,
aves, reptiles, crustáceos, moluscos, insectos y otros organismos, que dependen
de ellos. Además, son barreras contra eventos ambientales y filtros de las
corrientes de aguas.
En este contexto, es
grave que se pretendan relajar las disposiciones para su preservación. “No se
trata de que se vean bonitos, sino que conviene conservarlos”, señaló el
investigador del Instituto de Ecología, César Domínguez Pérez Tejada.
Pese a que ocupan
un lugar privilegiado por la riqueza que encierran y los servicios ambientales
que prestan a la naturaleza, la pérdida de esos
ecosistemas costeros compromete el futuro del país, pues están sujetos a
múltiples presiones y amenazas. El principal en este momento son los
desarrollos turísticos, precisó la también integrante del IE, Karina Boege Paré.
Riqueza a la vista
Los manglares son formaciones vegetales constituidas por diversas
variedades de árboles y arbustos. La característica primordial es que son
resistentes a la salinidad y a condiciones bajas de oxígeno, pues se
desarrollan en sitios inundados.
Generalmente, dijo Domínguez –doctor en ecología por la UNAM y posdoctorado por el Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, de España–, estos ecosistemas están
restringidos a los trópicos o subtrópicos, y a las
desembocaduras de los ríos, los arroyos, los esteros y las lagunas costeras.
Reciben su nombre del mangle, árbol representado por 54 especies en el
mundo. De ellas, en México predominan cuatro: Rhizophora mangle (mangle rojo), Laguncularia racemosa (mangle blanco), Avicennia germinans (mangle negro, madre de sal) y
Conocarpus erectus (mangle botoncillo), explicó la
investigadora del Instituto de Biología (IB), Guadalupe de
De acuerdo con
La altura de los mangles varía de un sitio a otro. En el norte, en
Bahía de Quino, son de un metro o metro y medio, y en La Encrucijada, Chiapas,
alcanzan hasta
Por qué no está bien cortar los manglares más allá de una cuestión
"romántica". Son importantes, fundamentalmente, por dos razones: la
riqueza biológica que albergan y los servicios ambientales que prestan, añadió.
Además, constituyen la interfase entre los ecosistemas terrestres y los
acuáticos; son los más productivos del planeta, puntualizó De
Un ejemplo contundente son los peces, pues se ha calculado que
alrededor de 80 por ciento de los que consumen los humanos depende, en alguna
fase de su ciclo de vida, del manglar. Si éste se destruye, desaparecerán las
pesquerías de distintas variedades, incluidos los camarones y los ostiones,
advirtió.
También desempeñan la función de "barrera" contra vientos y
corrientes, huracanes y tsunamis, refirió la integrante del IB. Hay estudios
que demuestran que en sitios donde el manglar está bien conservado, las
consecuencias del oleaje gigante en lndonesia (2004)
fueron mucho menos severas que donde estaba perturbado. Lo mismo ocurrió en
Nueva Orleans ante los embates de Katrina (2005).
Otra función, detalló César Domínguez, es la de "filtros
biológicos" de las corrientes de agua, al evitar que sedimentos lleguen al
ambiente marino. "Eso es importante sobre todo en zonas coralinas, porque
esos residuos tapan los pólipos de los corales y los matan. Si hay manglar se
evita esa condición".
Además, estabilizan el suelo y la línea de costa, y si desaparecen,
como ocurre en Cancún, es necesario llevar arena a las playas de forma
constante. Por si fuera poco, animales como jaguares, pumas, venados y
guacamayas, entre otros, dependen de esos humedales para sobrevivir en la época
de sequía, dijo.
Desde el punto de vista climático, expuso De la Lanza, licenciada por la Facultad de Química y doctora por esta casa de estudios, son fuentes que atrapan el bióxido de carbono, gas de efecto invernadero que contribuye al calentamiento global.
Bajo amenaza
En regiones menos turísticas, expresó Boege
–bióloga por la UNAM y doctora en ecología, evolución y sistemática por la Universidad
de Missouri-St. Louis, con posdoctorado
en Stanford, EU–, hay una frontera agrícola y
ganadera que trata de ganarle terreno al manglar. También se registra el
aprovechamiento forestal, pues se usa la madera del mangle como leña o postes
de construcción.
Aunque, especificó, otras dificultades son las granjas de camarón
industrializadas y las salineras en el caso del Golfo de California. En tanto,
la industria petrolera ha producido no sólo deforestación, sino efectos
"perversos" por la contaminación.
Del total de hectáreas de manglar, indica el texto de la Conabio, 43 por ciento es superficie decretada como Área
Natural Protegida. Ello significa que 280 mil
Además, 30 sitios están inscritos en
Sí es posible restaurar
un manglar, aclaró César Domínguez, pero en condiciones particulares y con
altos costos. Un huracán tira todos los árboles, pero en pocos años, si no se
perturba más, se recupera de forma natural. Pero cuando el ambiente ya ha sido
dañado, ya no es posible rescatar esa riqueza, ni las especies asociadas.
El intento de
modificación a esta ley, establecía reforestar el equivalente a seis veces el
área afectada, reveló Karina Boege. Pero no es
sencillo. Los manglares requieren condiciones particulares para establecerse,
por lo tanto, los sitios de replantación serían restringidos.
De
Otro aspecto a evaluar,
acotó Domínguez, son las circunstancias del manglar aún existente, que
seguramente “no está en la mejor condición posible”. En 1996, recordó, se
analizaron 14 sitios y en 11 de ellos se encontró que la tala “hormiga” era
frecuente... y esa no es la que tiene los efectos más perversos.
La posición de los científicos no es que nadie ponga un
pie ahí, consideró De
Las presiones para
modificar la ley son fuertes. Se planean inversiones millonarias y la creación
de muchas fuentes de trabajo, pero ese es sólo un lado de la balanza, del otro,
está el costo de reconstruir ciudades destruidas por huracanes,
independientemente de los costos ecológicos y la importancia ambiental del
manglar.
Las predicciones al
respecto son claras. Con el calentamiento global no aumentará el número de
huracanes, pero sí su intensidad. No es posible que habiendo tanta información
en México y el mundo de expertos en esos ambientes, no se les tome en cuenta en
la toma de decisiones. “Hay que preguntarnos qué país se quiere para las
próximas décadas”, finalizó Domínguez.
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