Inseguridad laboral, principal fuente de estrés para migrantes mexicanos en EUA
• Con base en la Encuesta Nacional de Salud estadounidense, Maritza Caicedo Riascos identificó elementos que inciden en su salud mental
La inestabilidad en el empleo y la falta de una jornada de trabajo de tiempo completo impactan el bienestar emocional de las personas inmigrantes en Estados Unidos (EUA), indicó la académica del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, Maritza Caicedo.
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La nueva situación caracterizada por las redadas de las que son objeto por parte del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas en Estados Unidos (EUA) amerita una investigación específica de cómo afecta su salud mental.
La investigadora reveló que en 2024 en ese país residían más de 12 millones de inmigrantes connacionales, así como poco más de 26.5 millones de mexicoamericanos (hijos de padres mexicanos nacidos en EUA). El 17 por ciento de las personas del primer grupo y 12 por ciento del segundo vivían por debajo del nivel de pobreza, en comparación con 7.5 por ciento de los blancos no hispanos.
Durante ese año, prosiguió, los inmigrantes mexicanos y mexicoamericanos tuvieron tasas de desempleo de 5.4 por ciento y 4.5 por ciento, respectivamente, mientras que en los blancos no hispanos fue de 3.1. Lo anterior muestra que son grandes las diferencias socioeconómicas entre estas poblaciones y la mayoría anglosajona.
“La constatación sistemática de las desventajas sociales y económicas en que viven los inmigrantes mexicanos y sus descendientes, me llevaron a preguntarme cómo es que estas condiciones pueden afectar la salud mental”. El primer paso en una cadena de investigaciones fue comprobar que el desempleo afecta la salud mental, particularmente aumenta la probabilidad de desarrollar angustia psicológica.
“Sin embargo, en esa primera investigación encontré que, pese a ello, los inmigrantes mexicanos tenían mejor salud mental que su descendencia, incluso que los blancos y los afroestadounidenses”, puntualizó.
En un estudio posterior observé cómo algunos indicadores de las condiciones laborales se relacionaban con el bienestar mental de los trabajadores mexicanos de 18 años y más. Es normal suponer que el hecho de contar con un buen empleo permite mantener una relativa seguridad financiera, proyectar el futuro y cuidar la salud en general. Sin embargo, esto es necesario constatarlo con datos.
Recordó que de 2022 a 2023 participó como científica visitante en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, donde profundizó en el estudio de la salud mental en otros grupos poblacionales como los afroestadounidenses, asiáticos y latinoamericanos (inmigrantes y sus descendientes).
Con datos de la National Health Interview Survey comprobó que, en general, el grupo de los inmigrantes presentó mejores resultados en salud mental que sus contrapartes nacidas en la Unión Americana, pese a que muchos de los latinoamericanos y caribeños viven en peores condiciones socioeconómicas. “En otras palabras, los hijos de los inmigrantes experimentan mayores niveles de angustia psicológica que sus padres”.
Expuso que una de las premisas que podrían ayudar a entender lo anterior es que nunca llegan a ser considerados “ciudadanos estadounidenses de primera” o, en cierta medida, se les cataloga como de segunda categoría, además de estar constantemente expuestos a la discriminación y racismo, enraizados en esa sociedad.
Ese es un asunto bastante complejo del cual, hasta el momento, no existen respuestas concluyentes. No obstante, investigaciones previas y las realizadas por la universitaria “hipotetizan que las segundas generaciones se enfrentan a un proceso que los especialistas han llamado ‘estrés aculturativo’. Es decir, hay afectaciones a la salud de las personas derivadas del proceso de aculturación o adaptación a la sociedad mayor”.
En general, en términos socioeconómicos, las segundas generaciones de mexicanos en esa nación tienen mejor situación que sus padres inmigrantes, pero están lejos de parecerse a la población blanca estadounidense. Las segundas generaciones cuentan con menores niveles de escolaridad, mayores tasas de desempleo y una inserción y condiciones laborales menos favorables que la población blanca.
Asimismo, de acuerdo con cálculos de la Current Population Survey, en 2024 los inmigrantes mexicanos ganaron 59 por ciento del salario anual de los blancos no hispanos, en tanto que los mexicoamericanos solo alcanzaron 71 por ciento del salario anual de estos últimos. Es decir, una percepción media anual aproximada a 45 mil dólares y 55 mil dólares, respectivamente. En cambio, los blancos no hispanos obtuvieron 76 mil dólares.
Caicedo Riascos recalcó que para comprender lo que ocurre con la salud mental de los inmigrantes latinoamericanos y sus descendientes, es necesario considerar otros aspectos que no suelen usarse en las investigaciones sobre el tema, como el racismo y la discriminación cotidiana.
En el caso específico de los indocumentados deben considerarse, además, otros rubros que son fuente de estrés como la criminalización y persecución, que puede repercutir en el bienestar psicológico de los individuos y de sus familias.
Ante ello, la universitaria resaltó la necesidad de atender las causas estructurales de la migración. “No quiero decir que se coarte el derecho a la libre movilidad, sino que debemos trabajar como sociedad para que ese proceso no se dé en las condiciones de vulnerabilidad en las que se ha generado históricamente”.
En desventaja
Por otra parte, Maritza Caicedo aseveró que la inmigración mexicana, y en general la latinoamericana, realiza un importante aporte a la sociedad estadounidense desde el punto de vista demográfico, social y económico. Las personas de América Latina y el Caribe que llegan a ese país, en su mayoría son jóvenes que con su reproducción ayudan a rejuvenecer la pirámide poblacional. Tanto ellos como sus descendientes contribuyen a la construcción de una sociedad más rica y diversa.
En lo económico señaló que, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, 38 por ciento de la escasez de mano de obra registrada de 2000 a 2015 fue cubierta por inmigrantes latinoamericanos, 80 por ciento procedentes de México y Centroamérica.
Recalcó que los latinoamericanos en su mayoría son empleados de bajos salarios que pagan impuestos y realizan varias de esas labores que la población nativa no está dispuesta a ejecutar, porque además de ser mal valorados socialmente, suelen ser peligrosas para la salud. Por ejemplo, los mexicanos se encuentran entre los más impactados por lesiones en el sitio de trabajo, algunas mortales.
Hace algunos años un reporte del Consejo Nacional de Población señaló que solo uno de cada cinco mexicanos residentes en EUA cumple con los criterios de elegibilidad para acceder a un seguro público como Medicaid. De ahí que esa idea de que las personas migrantes solo van a consumir servicios es errada; también aportan a través del pago de impuestos.
Expuso que las condiciones laborales, en particular de aquellos que se encuentran en situación de alta vulnerabilidad, como la población que ingresó a ese país de forma irregular, son precarias: 36 por ciento de los mexicanos carecen de cobertura médica, 83 por ciento tampoco cotiza en un plan de pensiones.
“Esto nos lleva a preguntarnos cuáles serán las repercusiones que puede tener para estas personas y sus familias no poder atender su salud oportunamente, o a qué pueden aspirar cuando se retiren del mercado laboral”, manifestó.
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