El lodo y el adobe son productos que se deshacen con facilidad, pero con una capa de cal se impermeabilizan y aumentan su duración, en tanto que los pisos que tienen este mineral son fuente de información arqueológica porque preservan residuos químicos, destacó el académico del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, Luis Alberto Barba Pingarrón.

Al impartir la conferencia magistral la Importancia de la cal en Mesoamérica, el ingeniero químico industrial, maestro en Ciencias (geología arqueológica) y doctor en Antropología, recordó:

La cal forma parte integral de nuestra vida. En el pasado se utilizó en la cultura mesoamericana, por ejemplo en la arquitectura, pintura mural, almacenamiento de agua (sobre todo en el área maya) y de granos, preparación de masa para tortillas y otros alimentos.

Para obtenerla, manifestó, se debe fragmentar en pedazos pequeños y aplicarle energía que proviene de la combustión de leña. La cal viva que se obtiene es un material reactivo de poca utilidad; pero cuando “ese óxido de calcio se combina con agua, se produce hidróxido de calcio o ‘cal apagada’”.

Esa pasta, detalló el fundador e integrante del Laboratorio de Prospección Arqueológica del IIA, es de gran utilidad, sobre todo para la arquitectura; se emplea sobre paredes, pisos, techos y se puede modelar. También en cerámica, con la particularidad de que absorbe el dióxido de carbono del aire y se vuelve a convertir en carbonato de calcio.

Asimismo, detalló, ha sido determinante en el tratamiento del maíz y la preparación de la tortilla y otros alimentos. “La nixtamalización es un fenómeno tecnológico maravilloso, que permitió a las culturas mesoamericanas la posibilidad de aprovechar la energía y recursos alimenticios que ofrece el maíz”. En ninguna otra parte del mundo se elaboró ese proceso.

Ese proceso alcalino es precursor de los tamales, tlacoyos, tostadas, por ejemplo. La cal permite remover el recubrimiento duro del grano y suaviza la masa, rememoró Barba Pingarrón.

En el seminario Nuevas perspectivas antropológicas en el estudio de las materialidades, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), refirió que su origen está en las rocas calizas, que normalmente son sedimentos en el fondo del mar que se consolidan y que la tectónica terrestre trae a la superficie. Se puede transformar en un componente útil para diversos propósitos.

En la sala Lucio Mendieta y Núñez de la FCPyS destacó que una característica notable de la arquitectura maya es el ángulo de reposo de sus estructuras. “En comparación con Teotihuacan o Cholula -donde es de 25 o 30 grados, lo cual permite que la tierra bien acomodada no se venga abajo-, en algunos templos mayas se alcanzan ángulos de 80 grados, lo cual es imposible de lograr sin cal, que es un aglutinante”.

En Palenque y otros sitios de esa antigua cultura tenemos mascarones y relieves, elemento magnifico para esos modelados, ejemplificó Barba Pingarrón.

Otra particularidad son los arcos y bóvedas como la construida en Calakmul, Campeche. Posteriormente, esa tecnología llegó a El Tajín, Veracruz, sitio donde lograron construir losas coladas y techos planos.

En Teotihuacan, señaló el universitario, los aplanados de cal recubrieron todo: millones de metros cuadrados de muros, pisos, techos, calles, plazas y pirámides.

En esa ciudad, que generalizó el empleo de dicho ingrediente en el Altiplano, no se disponía del recurso geológico; utilizaron una capa de tres o cuatro milímetros en sus estructuras y eso les permitió el acabado, aclaró.

La pintura mural mesoamericana continuó hasta la época colonial temprana, cuando se elaboraron murales fantásticos, pero también utilizando la técnica europea del fresco. Se combinó el conocimiento prehispánico con el europeo, y se realizaron en iglesias y conventos del siglo XVI.

La cal también tuvo un papel relevante en el acabado interno de los chultunes, que son depósitos de agua de lluvia debajo de la superficie, que continuaron en los primeros años de la Colonia. Además, se usó en las estructuras de almacenamiento de granos y en las argamasas para el sellado de tubería de cerámica, como la de Xochicalco, Morelos.

En la sesión -que contó con la presentación y moderación de los profesores de la FCPyS, Karla Villar Morgan y Mauricio Obregón Cardona-, el investigador dijo que en área maya se han encontrado cientos de hornos, cuya existencia se negó en el pasado. “Estamos iniciando el proceso de reconocerlos y saber su importancia”.

Al respecto añadió que hay sitios con reportes de producción del mineral, desde el Preclásico Medio hasta el Clásico Tardío; estoy seguro que en la Península de Yucatán, y en buena parte del territorio mesoamericano, los encontraremos cuando los podamos reconocer desde la superficie.

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