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Boletín UNAM-DGCS-108
Ciudad Universitaria.
11:00 hs. 22 de febrero de 2015


Fernando Álvarez Noguera

   

 

REÚNE LA COLECCIÓN NACIONAL DE CRUSTÁCEOS MIL 500 ESPECIES MEXICANAS

• Fundada en 1929 en el IB de la UNAM, tiene organismos de los siglos XIX al XXI, identificados y conservados en alcohol, lo que ayuda a extraer su ADN, dijo el responsable del acervo, Fernando Álvarez Noguera
• Base de todas las cadenas tróficas del medio acuático, los crustáceos son consumidores primarios de algas, forman parte del plancton, constituyen la mayor biomasa del planeta y descomponen la materia orgánica

Los crustáceos son la base de todas las cadenas tróficas del medio acuático, lo mismo de las aguas dulces de ríos y lagunas, que de las saladas de mares y océanos.

Son los consumidores primarios de algas, forman parte del plancton con que se alimentan miles de especies, constituyen la mayor biomasa del planeta y descomponen la materia orgánica de manera permanente, resumió Fernando Álvarez Noguera, investigador del Instituto de Biología (IB) de la UNAM.

Biólogo y doctor en zoología, dedicado desde hace 31 años al estudio de este grupo animal, al que pertenecen cangrejos, camarones y cochinillas, entre muchos otros, el científico tiene bajo su responsabilidad la Colección Nacional de Crustáceos, uno de los tesoros del IB, fundada en 1929 y que hoy suma alrededor de mil 500 especies mexicanas.

La curaduría está a cargo de José Luis Villalobos Hiriart, doctor en biología y técnico académico del IB, cuyo padre, Alejandro Villalobos Figueroa, creó el Registro Nacional de Crustáceos, uno de los antecedentes de la actual colección.

Acervo en expansión

El acervo incluye especímenes de los siglos XIX, la mayoría son del XX y también hay del XXI, cada uno identificado y conservado en alcohol, lo que ayuda a extraer su ADN para diversas investigaciones, incluso de especies extintas, como los acociles del sur de Nuevo León, que ya sólo existen en los frascos.

“Para los crustáceos tenemos muestreadas unas cuatro mil localidades de agua dulce continentales y alrededor de ocho mil marinas, así que la colección tiene ejemplares de 12 mil localidades del país, pero necesitamos al menos duplicar esa cifra para llegar a 24 mil”, reconoció.

En la Colección Nacional de Crustáceos existen mil 500 especies representadas y se calcula que en México habita entre el 10 y 12 por ciento de la biodiversidad mundial de esos animales.

“Necesitamos llegar por lo menos a siete mil especies, según los números que conocemos ahora. Eso significa otros 100 años de trabajo similar al realizado hasta ahora”, alertó.

Pero mientras cada ejemplar se identifica y conserva, la destrucción de sus ecosistemas naturales es acelerada, por lo que la carrera es desigual.

“La mayor extinción en el mundo ocurre en el hábitat dulceacuícola, en los ríos y los lagos. Ahí las tasas son cercanas al 10 por ciento, es decir, que si en un arroyo hay 10 especies de peces, en 100 años no habrá nada o quedarán unas cuantas muy resistentes. Eso se explica porque el líquido está comprometido con la agricultura, la industria y las manchas urbanas. En México, en esos entornos tenemos una riqueza enorme de especies de crustáceos, por lo que es un panorama difícil”, destacó.

La colección tiene cerca de 30 mil registros, que son especies colectadas en un lugar y fecha dada. El frasco puede tener uno o miles de organismos. Además, se cuenta con cerca de 300 tipos, organismos que sirven como parámetro para describir a toda la especie.

A este acervo llegan muchas personas con ejemplares para saber a qué especie pertenecen. “A veces es fácil y otras no. Eso se aplica desde alguien que tiene una parcela o está cerca de un lago, hasta la Comisión Federal de Electricidad o Pemex, que quieren saber qué hay en una zona y si es un sitio importante para conservarlo, así que nosotros hacemos el diagnóstico”, explicó.

Hasta ahora, han trabajado en varias normas oficiales mexicanas (NOM) referentes a la colecta y a establecer si son especies amenazadas o en peligro de extinción. Respecto a la investigación, existe un intercambio activo con universidades y entidades de Estados Unidos, Centro y Sudamérica.

“La línea principal es la sistemática (describir especies, encontrar sus relaciones, ver cómo se distribuyen), pero también nos abocamos a la evolución y fisiología. La sistemática tiene varios ejes de estudio sobre evolución, genética, ecología y fisiología”, detalló.

Aporte ambiental

Interesado inicialmente en la inmunología y la bioquímica, en su etapa de estudiante Álvarez Noguera realizó una expedición de espeleología con sus compañeros de la Facultad de Ciencias; entonces, en una cueva, a varios cientos de metros bajo tierra, descubrió unos cangrejos cavernícolas. “Nunca más los dejé. Me sentí en el centro de la Tierra. Investigué todo lo posible sobre ellos y fueron la primera especie que describí”, recordó el zoólogo, que ha descrito 50 especies de crustáceos, entre ellos camarones, cangrejos e isópodos.

Sobre el aporte ambiental de los crustáceos, anotó que un enorme grupo de ellos están en el plancton de las aguas saladas y dulces de todo el mundo. “Son los consumidores primarios, se comen a las diatomeas y a todas las algas unicelulares”, señaló.

Otros, como las cochinillas de tierra y de mar, degradan la materia orgánica de forma permanente, ya sean las pequeñas que se agrupan debajo de las macetas o las gigantes que comen lo que llega al fondo marino.

Existen especies superabundantes, como el pequeño camarón krill, que suma 500 millones de toneladas en el planeta.

Desde el punto de vista biológico, los crustáceos son los que tienen más tipos de larvas, de ciclos de vida y de adaptaciones que casi cualquier otro grupo animal existente, finalizó.

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Los crustáceos son la base de todas las cadenas tróficas del medio acuático. En la UNAM, la Colección Nacional de Crustáceos suma alrededor de mil 500 especies mexicanas.

Fernando Álvarez Noguera, investigador del Instituto de Biología de la UNAM.