Boletín UNAM-DGCS-685
Ciudad Universitaria
11:00 hrs. 16 de noviembre de 2013.


Denhi Rosas Zárate

MÉXICO NO HA TENIDO POLÍTICAS PÚBLICAS PARA ADULTOS MAYORES

• Desde la Colonia hasta hoy, las estrategias han sido asistencialistas, señaló Denhi Rosas Zárate, de la FCPyS de la UNAM

La Ciudad de México es una urbe con población envejecida en la que los gobiernos local y federal han aplicado, a través de la historia, estrategias asistencialistas y no políticas públicas para adultos mayores, expuso Denhi Rosas Zárate, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM.

Con datos del INEGI de 2010 y de la Encuesta Nacional sobre Discriminación de 2005, la académica perfiló la problemática del envejecimiento en la capital del país. “En el DF viven un millón de adultos mayores y 800 son centenarios. No sólo son personas de 60 años o más, sino que hay una tendencia a la longevidad, con sujetos que llegan a los 100 años en condiciones de fragilidad, dependientes y sin autonomía”.

El 70 por ciento de ese grupo es casado y aún vive su pareja. El 44 por ciento son mujeres en condiciones de vejez y pobreza, pues pertenecen a una generación que no se jubiló ni recibe pensión porque su trabajo no fue formal, sino doméstico. “Es un asunto que el gobierno debe abordar desde una perspectiva de género; la política laboral debe ser integral y vinculada a las necesidades de esa población”, señaló.

El 27 por ciento de los adultos mayores aún está activo y trabaja en la informalidad. Pocos (34 por ciento) son pensionados o jubilados. “Eso implica gran responsabilidad de las autoridades para darles seguridad social, de ahí el éxito de la pensión universal que mensualmente reciben en la Ciudad de México”.

Aunque la esperanza de vida en el DF es de 78 años para mujeres y 73 para los hombres por los servicios de salud, la tecnología, el descenso de la fecundidad y el estilo de vida, la mayoría de los ancianos padece enfermedades crónico-degenerativas y 11 por ciento tiene alguna discapacidad, lo que genera un enorme gasto médico para el país.

Para 2050, se prevé que uno de cada cuatro habitantes del DF será anciano. Con una población envejecida, las necesidades serán específicas y se presentarán en todos los niveles (económico, social, cultural y servicios de salud), por lo que habrá que fortalecer y crear redes familiares y comunitarias con el gobierno local y federal, organizaciones no gubernamentales y otras instituciones.

Esta diversidad de actores tendrá que crear la red comunitaria de personas adultas mayores y proponer una política nacional sobre vejez y envejecimiento, con base en los derechos humanos.

¿Qué hacer? Desde el Consejo Asesor para la Integración, Asistencia, Participación y Defensa de los Derechos de las Personas Adultas Mayores, del Instituto para la Atención de los Adultos Mayores del Gobierno del Distrito Federal (GDF), integrado por diputados, académicos, especialistas, diversas organizaciones no gubernamentales y otros actores, se promueven acciones en torno a la problemática de este sector.

Rosas Zárate, candidata a doctora en Ciencias Políticas y Sociales, se refirió a las propuestas que en ese espacio de discusión y trabajo se han promovido en beneficio de los viejos de la capital y que han basado su actuar en una pensión alimentaria para mayores de 68 años, residentes en el DF; visitas médicas domiciliarias para los derechos de la pensión alimentaria, y el impulso de una cultura de prevención contra la discriminación y la violencia.


Para el desplazamiento, hay una propuesta para crear ciudades amigables. Eso implica rediseñar la arquitectura del DF, porque en algunos sitios estratégicos se han construido elevadores, rampas, pasamanos y lugares para descanso, pero resultan insuficientes ante la demanda.

Se piensa también en “casas de día” para viejos que no tienen quien los cuide, en las que se podrían quedar de ocho a 18 horas. De hecho, hay un programa para la gente que se encarga de ellos, por ser una tarea desgastante, se llama Cuidando al Cuidador.

Será necesario crear una industria del vestido para adultos mayores, porque “va a ser la de mayor demanda”. También habrá que cambiar la visión y estereotipos que difunden los medios de comunicación por una cultura de respeto.

En el DF, este sector registra un gran avance en escolaridad respecto a otras entidades del país: 37 por ciento cursó carreras técnicas y licenciatura. Por eso, se propone una escuela para adultos mayores. “Como tienen mucho que enseñar, pueden ofrecer ayuda intergeneracional”.

Pese a estos planteamientos, la política en el rubro no dista de lo que ha hecho el país a través de su historia. “Aún es asistencialista”, afirmó Zárate, quien desde la academia evalúa y trata de incidir en esa política del GDF.

Análisis histórico

Como alumna de posgrado de la UNAM, Rosas Zárate se abocó al análisis de la política hacia las personas adultas mayores de la Ciudad de México. En su proyecto de tesis doctoral, más que cómo se instrumenta y opera, analizó la toma de decisiones en el rubro a través de la historia.

De sus indagatorias sobre cómo se ha construido esta política en el país, infirió que el gobierno (local y federal) tiene una política asistencial. En la Colonia fue la caridad, a cargo de la Iglesia; con Benito Juárez y la Reforma se pasó a la asistencia y desde el Cardenismo para acá, a la beneficencia. “Hoy no distamos mucho de esos capítulos”.

¿Qué se requiere? “Una política pública, porque posibilitaría que los adultos mayores tomen decisiones y digan qué requieren”. En cambio, en las acciones de las autoridades participan actores de la academia y de instituciones del país, pero no ancianos, lo que parcializa la realidad.

Ante esta realidad, que genera ausencia de políticas públicas, hay propuestas, como el proyecto de redes comunitarias para adultos mayores, en el que trabaja Rosas Zárate.

No es asistencialista. Su fin es empoderar a los adultos mayores para que trabajen en sus comunidades y sean ciudadanos participantes. “Eso implica que tienen derechos que están en la Constitución”.

El plan de trabajo emana de un diplomado sobre envejecimiento que imparte la universitaria, con financiamiento del IMSS y la UNAM. Se pretende que conozcan sus derechos, porque no saben cuáles son ni cómo ejercerlos.

“La pensión universal no es un regalo del gobierno, sino un derecho y una cuestión de cooperación intergeneracional”, subrayó.

En Tlalpan, donde hay 30 organizaciones formales de adultos mayores, se labora con un grupo piloto. Harán un diagnóstico de sus necesidades y un programa que incentive estas redes. Hasta el nombre será a iniciativa suya, expuso.

En su proyecto doctoral, una de sus propuestas son las redes de políticas públicas, que tienen como base las redes comunitarias, “y no pueden existir si no hay actores adultos mayores. Los gobiernos dicen ‘hago política pública’ (a los adultos mayores se les da más apoyo en tiempos electorales), pero ésa es una estrategia nada más. Merecerá ese nombre cuando dialogue y participe el resto de los actores inmiscuidos”.

En la iniciativa participan profesionistas y miembros del Consejo Asesor del DF y de la delegación Tlalpan, como Raúl Díaz Montaño, Félix Luis García, Cilia Vargas Rivas, María Mercedes Flores Palomares, Abigail Castro Velasco, Laura Ábrego Jiménez y Gonzalo Ramos Robles.

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Fotos

Denhi Rosas Zárate, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.