• Wendy Alexis Mendoza Calixto, alumna de la ENTS, quebrantó
la idea de que el canotaje es una disciplina sólo para varones.
Acudirá a su tercera Olimpiada Nacional y tiene en la mira
Brasil 2016
Wendy Mendoza navega entre aulas y pasillos
universitarios con gesto de trabajadora social en ciernes, sonríe
sin provocación y procura hacer anónima su faceta deportiva,
pero la ondulación en sus tríceps la delata, ahí
acumula los rastros de las extensas jornadas con la pala y la canoa.
Ella es el motor a contracorriente de un deporte presuntamente para
varones.
“No sabía que existía el
canotaje, nunca me había dado cuenta, fue hasta que uno de mis
chambelanes llegó con su corcho y le pregunté
¿qué es eso?, y respondió que era para poner la
rodilla sobre la canoa, que practicaba un deporte que se llama canotaje,
‘deberías de ir’ sugirió, ‘porque es
muy completo, haces gimnasio, corres y aparte remas’. Después
nos invitó a verlo competir en la Regata Puma, que es el clasificatorio
para la Olimpiada Nacional y de ahí surgió todo”,
recordó.
Tras una estadía de dos años
en la modalidad de kayak, hubo apertura en la rama femenil de canotaje,
lo que la convirtió (el 10 de noviembre de 2009) en la primera
canoísta universitaria; obtuvo el lugar de honor en la categoría
de novatos, sin embargo, algo pretendió astillar su orgullo.
“Al principio me caía mucho de la canoa, porque me desesperaba
y me tiraba al agua, entonces me subí a unos muelles, me caí,
me volví a levantar y en ese momento alguien dijo: ‘¡aaay,
¿qué este deporte no es para hombres?!’. Fue una
de mis últimas caídas, les voy a demostrar que a pesar
de cualquier obstáculo, puedo hacerlo”.
De esta manera, en 2012, en su primera Olimpiada
Nacional, ganó la medalla de oro en 500 metros y dos de plata
en 200 y 1000 metros, además, obtuvo el Reconocimiento al Mejor
Deportista de la Asociación de Canotaje de la UNAM. Recientemente
logró el bronce en 200 metros en la Olimpiada Nacional 2013 y
ya se prepara la edición 2014 a celebrarse en Tuxpan, Veracruz.
“Me gustaría seguir los pasos
de Andrés Sotelo, el mejor canoísta de la Universidad
Nacional. Algún día representar no sólo a ésta,
sino a México, pero ya en un mundial y con la facilidad de estar
aquí, darme la oportunidad de imprimirle prioridad al deporte
y entrenar, pero en mi familia hay un lema, ‘primero la escuela,
después el deporte’, aunque sí existe una gran oportunidad,
sí la pienso tomar, porque sé que en el 2016 estaré
en Brasil”, aseguró.
Wendy cursa el primer semestre de Trabajo Social
y ríe al preguntarle sobre el bachillerato. “Era del Politécnico,
iba en la Vocacional 11, pero mi objetivo siempre fue ingresar a la
UNAM, después de tres años lo logré”.
Ahora, no sólo busca vincular en la
praxis el trabajo social, el canotaje y el remo, sino integrarlos en
un estudio académico para apoyarlos y hacerlos notar como otras
disciplinas deportivas.
“En la carrera existe la especialización
en deporte y pues qué mejor. Me siento solidaria, humanitaria,
me gusta ayudar a la gente; mis padres me dijeron ‘tienes cara
de trabajadora social’, por ejemplo, los niños me sensibilizan
aún más, creo que esa es mi debilidad, también
trabajaré por ellos”.
Xochimilcas
Emblemático transporte de la otrora
ciudad lacustre, ícono idiosincrático de la capital, de
la ciudad de flores, ejidos, riberas y chinampas, la canoa reniega de
la urbanización. Al abordaje, Wendy rema gallarda aún
en medio de la anegación de asfalto. “Soy orgullosamente
xochimilca, vivo como a media hora de la Pista de Canotaje de Cuemanco,
entonces me queda muy cerca y nunca la había conocido, no sé
por qué”.
En charla soliloquial con su abuela y raíz,
Wendy atestigua cómo la canoa se vuelve de roble. “Hace
como un año falleció mi abuela. Ella nos esperaba en la
meta cada vez que terminábamos de competir, así llegáramos
en último o primer lugar; decía que debíamos ser
guerreras, que compitiéramos contra nosotras mismas”.
¿Por qué en plural?, porque existe
otra tripulante, su hermana Lucero de 15 años de la Preparatoria
2, pero esa es otra historia.
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