• Rodrigo Medellín, del
IE de la UNAM, es el protagonista de este logro tras 21 años
de estudiar a ésta y más de 20 especies de quirópteros
El murciélago magueyero menor (Leptonycteris
yerbabuenae), uno de los principales polinizadores de diversas
especies de agave, ya no es una especie amenazada y saldrá de
la lista de especies en riesgo (Norma Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT
2010), en donde está en la categoría de amenazada.
El logro es de Rodrigo Medellín Legorreta,
investigador del Instituto de Ecología de la UNAM, quien confirmó
la buena noticia tras 21 años de estudiar a ésta y más
de 20 especies de quirópteros que viven o cruzan por México
en sus rutas migratorias.
“Leptonycteris yerbabuenae es
muy importante para el país porque se alimenta del néctar
y polen de las flores de los agaves tequileros, pulqueros y mezcaleros,
así que son responsables de que tengamos esas plantas tradicionales
de nuestros ecosistemas, a las que durante millones de años han
polinizado”, detalló en entrevista.
También polinizan las flores de los
enormes cactus columnares, tradicionales del noroeste del país,
que generan la pitaya, además, dispersan las semillas de esa
fruta. “Los murciélagos son grandes aliados de los seres
humanos y del medio natural donde viven”, recalcó.
Esta especie está en la NOM-059 como amenazada desde 1993, aunque
en Estados Unidos está considerada en peligro de extinción
desde 1984.
Residentes y migrantes
El murciélago magueyero menor vive en
una amplia zona que va del suroeste de Arizona y Nuevo México,
en Estados Unidos; pasa por el centro y oeste de nuestro país
y llega hasta Guatemala y El Salvador, por la costa del Pacífico.
Los ecosistemas que ocupa son el bosque seco
tropical del Pacífico, el Desierto de Sonora y la Sierra Madre
Occidental, así como el Eje Neovolcánico.
“En toda esta región tiene diferentes
patrones de historia natural, pues algunas poblaciones son residentes
y viven en México todo el año, mientras que otras migran
hacia el norte en el verano para tener a sus crías en el desierto
sonorense”, señaló Medellín, adscrito al
Laboratorio de Ecología y Conservación de Vertebrados
Terrestres del IE.
Investigación y educación ambiental
La investigación por poblaciones y la
educación ambiental han sido dos ejes de la labor de Medellín
y sus colaboradores para lograr la recuperación.
“Empezamos con esta especie en 1992,
al tratar de identificar cuáles eran las acciones necesarias
para recuperarlo en diferentes regiones de la nación. Realizamos
muchas actividades de educación ambiental en las comunidades
humanas que coexisten con estos murciélagos, para incrementar
la conciencia de la gente respecto a la importancia de estos mamíferos.
Trabajamos en escuelas con niños, maestros y adultos”,
resumió.
Esa actividad depende de la investigación
científica, centrada en estudiar su historia natural de la especie
para saber qué necesitan para recuperarse, por dónde pueden
migrar y cuándo y dónde se reproducen.
“Todo eso lo fuimos mapeando a lo largo de 21 años. Hemos
seguido a 13 colonias distintas, desde Chiapas y Puebla hasta Sonora
y podemos confirmar que las poblaciones ya están recuperadas,
pues sus refugios tienen colonias estables o aún en crecimiento”.
El territorio más grande, que los científicos
usan como parámetro para evaluar la situación de la especie,
se ubica en una cueva de la reserva de la biósfera El Pinacate
y Gran Desierto de Altar, en Sonora (desde hace dos meses Patrimonio
Natural de la Humanidad), un sitio bien conservado donde residen entre
100 mil y 300 mil murciélagos, todas hembras que van a parir
a sus crías y cuya población ha sido constante durante
varios años.
Otra colonia importante está en las
Grutas de Juxtlahuaca, en Guerrero, que en el invierno reúne
entre 40 mil y 60 mil especímenes; una más, cercana a
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, suma en el invierno entre 50 mil y
60 mil individuos.
Medellín y su equipo (alumnos y técnicos
académicos) han encontrado poblaciones nuevas, como una que ha
crecido desde hace cuatro años y hoy cuenta con unos cuatro mil
murciélagos.
“Además de que la gente ya los
identifica, los aprecia y los cuida, todo esto nos indica que hay una
recuperación. Debemos ser honestos y sacarlo de la lista de especies
en riesgo de extinción. Son tan pocas las noticias buenas en
conservación, que esto tenemos que celebrarlo”, dijo.
Polinizar agaves, recuperar diversidad
Quienes generan la industria tequilera del
país nunca han apreciado adecuadamente la actividad de los murciélagos,
afirmó el científico.
“Durante los últimos 50 años
los campos tequileros han sido sembrados y resembrados con los clones
de agave que crecen de la planta madre y no con semillas, por eso a
los industriales tequileros no les interesa que el murciélago
funcione como el polinizador que es”, reconoció.
Las aproximadamente 400 mil hectáreas
del oeste mexicano sembradas con agave tequilero se han obtenido a partir
de dos clones de la planta, así que su diversidad genética
es prácticamente cero, lo que ha llevado a ese agave a una situación
en la que han muerto más del 40 por ciento de las plantas.
“Les hemos dicho a los tequileros que
si permitieran a la planta florecer –pues cosechan el agave antes
de que florezca— en uno o dos por ciento de los agaves en sus
campos, para que los murciélagos los polinicen, eso ayudaría
a recuperar un poco la diversidad genética del agave, pero no
lo quieren hacer, así que están cavando su propia tumba”,
destacó.
La región tequilera es el corredor migratorio
de varias especies de murciélagos y hoy en día es difícil
para ellos migrar porque no hay alimento en ese sitio debido a la práctica
tequilera. “Se han ido un poco más al norte, a la Sierra
Madre y por ahí encuentran agaves que florecen, de otras especies,
y cruzan para realizar sus migraciones”, explicó.
Ante el logro de la recuperación, Medellín
consideró que todos los biólogos deben empujar para que
las especies salgan de las listas de riesgo. “Este es un éxito
de conservación, que se debe parcialmente a nuestro trabajo.
Hay que festejarlo y seguir el trabajo con muchas otras especies”,
finalizó.
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