Las Tecnologías de la Información y la
Comunicación (TIC) juegan un papel fundamental en los
procesos de enseñanza-aprendizaje. Por ello, la próxima
meta será desarrollar la educación virtual hasta
lograr el aprendizaje electrónico o e-aprendizaje,
como lo denominan algunos profesionales.
“Para alcanzar esa fase, basada en recursos de
información electrónicos, se requieren espacios
o aulas virtuales, donde se encuentren los elementos que faciliten
al alumno la generación de conocimiento”, indicó
Filiberto Felipe Martínez Arellano, especialista del
Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la
Información (IIBI) de la UNAM.
De acuerdo con el universitario, la educación
virtual se caracteriza por presentar una serie de ventajas;
la principal de ellas es que permite al alumno estudiar y aprender
a su propio ritmo en cualquier lugar y hora, sin necesidad de
desplazarse. Sin embargo, para que sepa crear su propio conocimiento,
debe tener acceso a los recursos de información necesarios
y dominar las herramientas para comunicarse con sus compañeros,
tutores y otras comunidades de aprendizaje.
“Actualmente, la información se ha incrementado
y no sólo se presenta en forma impresa, sino también
en discos, videos y multimedia, entre otros formatos, y para
aprender, la gente requiere de ciertas actividades que pueden
resumirse en una sola: localizar, evaluar y utilizar información”,
dijo el especialista.
Los materiales sobre determinada temática pueden
encontrarse en una biblioteca tradicional y, por supuesto, en
Internet, pero la gente debe contar con ciertos elementos o
atributos para considerar su valor y utilidad: ¿quién
los produjo, cómo abordan la temática, qué
grado de seriedad y confiabilidad tienen; es necesario contar
con un permiso especial para acceder a ellos, o son de libre
acceso?
“Estos elementos, que ayudan a tomar la decisión
acerca del valor o la utilidad de esos materiales, persisten
hasta nuestros días desde que el filósofo Calímaco
estableció la primera biblioteca en Alejandría.
Hoy en día se les conoce como metadatos”, explicó.
Para describir cada uno de los recursos de aprendizaje
se usan esquemas de metadatos (datos sobre las características
y atributos de los mismos recursos), como el Dublin Core o Núcleo
de Dublín, que enumera sólo 15 atributos, entre
los que destacan el autor del material, el lugar donde se creó,
la fecha, el tema, y sus características físicas
(video o texto).
Se han formulado otros esquemas más extensos,
como el Learning Object Model (LOM), que cuenta con 72 posibilidades
para la descripción de recursos de aprendizaje (una de
ellas, indica el nivel al que está destinado el material).
Por otro lado, para localizar la información
necesaria, la nueva expansión del conocimiento obliga
a emplear otras herramientas, como las ontologías, definidas
como un conjunto de conceptos organizados jerárquicamente.
Así, por ejemplo, una ontología sobre
el concepto pintura incluirá nombres de pintores, escuelas
de pintura, obras famosas y otros aspectos que permitirán
localizar y asociar todos los objetos relacionados con esa área
temática.
Su construcción ha dado lugar a otro nuevo concepto:
la web semántica, que no es más que un
conjunto de recursos interrelacionados de la web, surgido
a partir de las capacidades de interrelación automática
de los sistemas.
“Si el establecimiento de los puntos de acceso
y la descripción de los objetos de la información
se efectúan de manera adecuada, habremos logrado una
organización de los recursos de aprendizaje que apoyen
este nuevo modelo de educación, de otro modo, seguiremos
con la creencia que Internet puede solucionar todos los problemas.
“La red ofrece recursos de información
valiosos para apoyar, pero si no se describen adecuadamente
sus atributos para identificar su confiabilidad y utilidad pedagógica,
habrá dificultades. Se ha dicho muchas veces que poseer
grandes cantidades de información sin organizar equivale
a no tener nada”, consideró Martínez Arellano.
Además, desde la perspectiva del especialista,
los espacios del e-aprendizaje deben contar con contenidos
de libre acceso, pero también con otros adquiridos por
compra, al igual que las bibliotecas tradicionales.
“En la era de la información impresa,
los acervos de las bibliotecas contaban con innumerables materiales
donados por instituciones, pero también con otros adquiridos
por compra. En la esfera virtual sucederá lo mismo: se
contará con algunos de acceso libre, pero también
habrá la necesidad de tener otros recursos electrónicos
adquiridos por compra”.
El éxito o fracaso del nuevo modelo dependerá
tanto de las habilidades del profesor para plantear estrategias
didácticas que le permitan al alumno construir su propio
conocimiento, como de la debida selección y organización
de los recursos para que pueda localizarlos, evaluar su utilidad
y acceder fácilmente a ellos.
Por lo que se refiere al acceso a la información
electrónica, el universitario reconoció la existencia
de la llamada brecha digital impuesta por factores económicos,
sociales y educativos, entre otros.
“Sin embargo, la sociedad cuenta con un recurso
importante para cerrarla: las bibliotecas, particularmente las
públicas, pues con ellas cualquier ciudadano puede acceder
a la información. Éstas tendrían que organizarse
para apoyar el e-aprendizaje, lo que da margen para
desarrollar políticas públicas que faciliten el
acceso a la información digital en esos espacios”.
Asimismo, en los esfuerzos por reducir esa diferencia
deben trabajar conjunta e interdisciplinariamente los bibliotecólogos,
los educadores y los responsables del establecimiento de las
políticas públicas.
“Estamos en el umbral de un nuevo modelo educativo:
el e-aprendizaje, donde intervienen dos elementos sustanciales:
el profesor y el bibliotecólogo. El primero diseña
las estrategias pedagógicas, mientras, el segundo selecciona
y organiza la información para que el alumno construya
y aprenda a desarrollar su propio conocimiento”, concluyó.
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