La reforma migratoria de Estados Unidos, aprobada ayer
por el Senado de ese país con 68 votos a favor y 32 en
contra, es tardía, parcial e insuficiente, consideró
el internacionalista Eduardo Rosales Herrera, profesor del posgrado
de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán de
la UNAM.
Es una propuesta tardía porque requirió
27 años, después de la de 1986, que durante el
gobierno de Ronald Reagan regularizó a casi tres millones
de indocumentados, argumentó el maestro y doctor en la
materia por la Atlantic International University de Estados
Unidos.
Además, es parcial porque no conseguirá
que los 11 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos
logren su estancia legal en ese país, pues impone requisitos,
como haber llegado a más tardar el 31 de diciembre de
2011, por lo que no toma en cuenta a los que lo hicieron a partir
de 2012. Así, de manera automática, medio millón
de inmigrantes quedan fuera del beneficio, detalló.
Es insuficiente, porque no tiene una visión
de futuro, ni está acompañada de un programa de
alto alcance de trabajadores temporales, y esto perjudica incluso
a Estados Unidos, que carece de mano de obra, sobre todo en
el campo, opinó el profesor, que ha ejercido la docencia
en esta institución por más de dos décadas.
Sólo un escalón
Rosales Herrera evaluó como “demasiado
optimistas” las voces que ven como inminente la reforma
migratoria. La votación del Senado sólo es un
escalón, aún falta el debate en la Cámara
de Representantes, donde tienen mayoría los republicanos
y participan grupos anti-inmigrantes extremos, como el Tea
Party.
No obstante, estimó que hay 70 por ciento de
posibilidades de que se apruebe, pero con algunas condiciones.
De ser así, esta Cámara le pondrá varios
“candados”, que reducirían el beneficio de
11 a ocho millones de indocumentados, es decir, unos 3.5 millones
quedarían marginados o excluidos de la reforma.
Contrario a lo que muchos pensaban, el gobierno de
Obama ha sido de los que más respaldo ha dado a los grupos
anti-inmigrantes en los hechos, no en el discurso. Su administración
registra las mayores redadas, detenciones y deportaciones de
las que se tenga memoria. En su primer periodo, se deportaron
un millón 600 mil personas, destacó.
De avanzar, con esta reforma migratoria gana más
Estados Unidos que los migrantes mexicanos, pues podría
abonar el voto hispano en las próximas elecciones intermedias
de 2014.
El costo, la frontera más custodiada
Rosales Herrera consideró que la enmienda está
secuestrada por el plan de seguridad de los vecinos del norte,
que aumentará el muro fronterizo y hará más
rígidas las medidas de seguridad, para convertirse en
la frontera más custodiada del mundo.
La línea entre México y Estados Unidos tiene más
de mil kilómetros de valla y se construirán mil
127 más, así que en vez de un tercio ahora serán
dos los que estén sellados, y el otro incluye las áreas
más peligrosas, lo que augura un horizonte oscuro para
los migrantes que quieran cruzarla en el futuro, señaló.
El plan de vigilancia incluye 43 mil nuevos agentes
de la patrulla fronteriza, supervisión aérea con
30 equipos más (15 helicópteros y 15 drones),
nuevas torres de vigilancia, detectores infrarrojos y hasta
equipo canino.
A nivel social, consideró que la militarización
de la frontera significará más daños a
los derechos humanos, más abusos de los agentes de la
patrulla fronteriza, un cobro más elevado de los “polleros”
por pasar a los migrantes y más muertes de connacionales
en su intento por cruzar la línea.
Rosales Herrera recordó que los migrantes aportan
el cuatro por ciento del Producto Interno Bruto de Estados Unidos,
y que los indocumentados mexicanos, aún sin legalizar,
pagan más de 50 mil millones de dólares anuales
en impuestos federales, más del doble de las remesas
que se envían a México.
“Si se legaliza toda esa mano de obra tendría
un efecto multiplicador, pues los trabajadores legales podrían
comprar bienes duraderos, como inmuebles y autos, lo que traería
beneficios a la economía de Estados Unidos”, consideró
el académico, quien calificó a la reforma migratoria
como un acto de justicia social.
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