Para mitigar los efectos de la quema de combustibles fósiles
no es necesario cambiar el esquema energético mundial, sino
promover un consumo responsable e instrumentar tecnologías
basadas en alternativas renovables, planteó Aarón
Sánchez Juárez, del Centro de Investigación
en Energía de la UNAM.
Dentro de éstas, la solar es la de mayor potencial
en el mundo: 60 terawatts (TW); en cambio, la hidráulica
tiene 0.7 TW; la biomasa, cinco TW; la geotermia, 0.6 TW, y la eólica,
de dos a cuatro TW.
Cada 10 días, agregó, la energía del
llamado “astro rey” recibida por la Tierra equivale
a todas las reservas conocidas de petróleo, carbón
y gas. Además, 70 por ciento de la población del planeta
vive en la denominada “franja solar”.
En México, donde 72.7 por ciento de la electricidad es producida
con combustibles fósiles, también el potencial es
grande. Con el 0.29 por ciento de la superficie de Chihuahua se
podría satisfacer la demanda nacional, explicó el
especialista.
Debido a que gran parte del consumo eléctrico en el país
se destina, en primer término, a aplicaciones industriales,
luego a domésticas y después a comerciales y agrícolas,
se podrían instrumentar programas para financiar el uso de
tecnología solar fotovoltaica (transformación directa
mediante absorción óptica en dispositivos optoelectrónicos
llamados celdas solares) para casas habitación.
Su ventaja radica en que no requiere mantenimiento, porque
al carecer de partes móviles no tiene desgaste por operación
mecánica. “También es amigable con el ambiente,
no genera desechos ni produce ruido. Los fabricantes garantizan
hasta por dos décadas que su potencia no decaerá más
allá del 20 por ciento de la inicial”.
No obstante, tiene desventajas respecto a los combustibles
fósiles. La principal es que requiere grandes áreas
de captación para generar potencias considerables. Para obtener
cinco kilowatts (un poco más del consumo de una casa) se
requieren 50 metros de área de captación, mientras
que un motogenerador ocuparía medio metro por lado y 40 centímetros
de alto.
La generación eólica “es más
barata”, pero el recurso solar es mayor en México.
Sólo en ciertas áreas del país se pueden echar
a andar instalaciones del primer tipo, como en La Ventosa, en todo
el Istmo de Tehuantepec, donde las máquinas operan 20 horas
al día.
“El viento se centra en un lugar y, en cambio, el
Sol abarca toda la República y se podrían desarrollar
alternativas de baja escala para casa habitación y grandes
proyectos, como el de un megawatt, de la Comisión Federal
de Electricidad (CFE) en Santa Rosalía, Baja California,
o el de cinco que funciona en Sonora.
Lo fotovoltaico ha resuelto grandes problemas en el medio rural.
Desde los años 80, en instalaciones, hay 30 megawatts de
proyectos aislados, alejados de la red eléctrica que satisfacen
necesidades específicas, como casas, producción agropecuaria,
telesecundarias o sistemas de repetición telefónica,
por ejemplo.
Además, se aplica en cualquier sitio debido al desarrollo
de la electrónica de control. De los años 90 a la
fecha, se han instrumentado grandes proyectos alrededor del mundo,
tanto para sistemas aislados como para interconectados con la red
eléctrica convencional que, sumados, integran una potencia
instalada de 150 gigawatts.
En México, pese a que no hay grandes programas gubernamentales
para desarrollar la tecnología solar fotovoltaica y promover
su uso, se han instalado algunos del orden de 20 megawatts en los
últimos años, esfuerzo bajo comparado a lo que se
hace en otras partes del mundo.
Al no tener impacto ambiental ni emitir gases de efecto
invernadero, en países como EU, España y Alemania
hay programas gubernamentales para su promoción y uso.
“En México no ha habido apoyo para sostener
un programa efectivo, porque somos un país productor de petróleo,
y lo único que se tiene es el instrumento legal que permite
la interconexión con CFE mediante el criterio de medición
neta, que estipula que si en un periodo anual genero menos de lo
que consumí, tengo que pagar la diferencia, si es más,
la CFE me da ‘las gracias’”.
La ventaja para el país es que tiene diferentes
recursos en energía renovable y para cada uno existe una
tecnología actual que ya se instrumenta. En el CIE-UNAM,
por ejemplo, se desarrollan celdas solares en película delgada
de materiales semiconductores para aplicaciones fotovoltaicas; la
mayoría están basadas en calcogenuros de metal, como
el sulfuro de estaño, sulfuro de cobre y sulfuro de cadmio.
Se han creado también películas de teluro
de cadmio, con eficiencias de conversión de 10 por ciento.
El plan es tener una planta de elaboración de pequeños
módulos, de 10 por 10 centímetros, para tener idea
sobre las alternativas para incrementar el área de desarrollo
de esta tecnología.
La Unidad de Asistencia Fotovoltaica del CIE, añadió,
diseñó el proyecto ejecutivo para una planta en la
materia de un megawatt para el gobierno de Guerrero, en proceso
de instalación en Acapulco, que se espera esté en
operación a mediados de este año.
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