Roger Bartra Muria, investigador emérito de la UNAM,
fue electo miembro de número de la Academia Mexicana de la
Lengua (AML); el sociólogo y ensayista universitario ocupará
la silla XII, que dejó vacante otra universitaria: Clementina
Díaz y de Ovando. La propuesta de integrar a este destacado
antropólogo fue hecha por Vicente Quirarte, Leopoldo Valiñas
y Hugo Gutiérrez Vega.
Desde 1875, el sitial referido ha sido ocupado, además,
por Manuel Peredo, Rafael Delgado, Francisco Escobedo y Tinoco,
José Rubén Romero, Julio Torri, Rafael F. Muñoz
y María del Carmen Millán. Para el académico,
esta designación representó una sorpresa.
“Rindo un gran culto a la palabra, a la escritura
y al estilo. En este sentido, me considero un escritor, y siempre
he creído que los sociólogos y antropólogos
deberían tratar de serlo, de escribir bien. Sin embargo,
esta actitud a veces me ha enfrentado a críticas que me acusan
de estar demasiado inclinado hacia la literatura y poco abocado
a la ciencia. Yo lo he tomado como un elogio”.
En realidad, señaló, nunca se me ocurrió
que me propondrían ser miembro de la Academia. Vivo concentrado
en mi trabajo y no hago mucho caso de los cargos honoríficos.
Además, en los medios literarios también hay prejuicios
que llevan a despreciar ciertas formas del ensayo como excesivamente
científicas. La separación entre ciencia y literatura
no me parece saludable. No creo que ser integrante de la AML cambie
mi estilo, porque mis reflexiones e investigaciones son parte del
espacio que interesa a esta institución.
“Me gustaría aportar reflexiones para enriquecer
las discusiones con otros colegas. Por ello, mis investigaciones
recientes sobre los vínculos entre las redes culturales y
las estructuras neuronales, la lengua y el habla, ocuparán
un lugar fundamental”.
Bartra, quien también se ha caracterizado por su
labor docente y formativa de nuevos expertos, consideró que
la Academia debería insertarse más en la sociedad.
Sobre el sitial asignado, opinó: “esta silla
fue ocupada por Rubén Romero, autor de una divertida novela
cuyo personaje central es Pito Pérez, que leí de joven.
También lo hizo el gran cuentista Julio Torri y la ensayista
María del Carmen Millán, primera mujer en entrar a
la AML, en 1974. Finalmente, estuvo Clementina Díaz, quien
hizo interesantes investigaciones sobre historia del arte y de la
UNAM”.
Sin duda, la AML es una peculiar manera de enfrentar el
fenómeno de la evolución de las lenguas, sobre la
que hay diversas tradiciones. En América Latina seguimos,
con variantes, la antigua tradición española, que
intenta incidir con vigor para regular los inevitables cambios mediante
una institución académica, añadió.
A lo largo de su carrera, Bartra ha creado una obra de
notables repercusiones en diversos campos del saber y del hacer.
Sus ensayos han sido reconocidos nacional e internacionalmente,
tanto que puede afirmarse que su obra, en el campo de las ciencias
sociales mexicanas, es una de las más traducidas a lengua
inglesa.
Lo mismo ha atendido la situación del medio rural
en México, al enlazar su análisis de la democracia
y la dominación que ejerce la política sobre el campesinado,
que el tema del buen salvaje en el continente europeo, o la melancolía
durante el Siglo de Oro.
Entre sus obras destacan: El poder despótico
burgués: Las raíces campesinas de las estructuras
políticas remediación (1977); Campesinado
y poder político en México (1982); El salvaje
en el espejo (1992); Las redes imaginarias del poder político,
nueva edición corregida, revisada y aumentada (1996);
El Siglo de Oro de la melancolía. Textos españoles
y novohispanos sobre las enfermedades del alma (1998).
También, Cultura y melancolía. Las enfermedades
del alma en la España del Siglo de Oro (2001); Antropología
del cerebro. La conciencia y los sistemas simbólicos (2006);
La fractura mexicana: izquierda y derecha en la transición
mexicana (2009); Axolotiada. Vida y mito de un anfibio
mexicano (2011); El mito del salvaje (2011), y La sombra
del futuro. Reflexiones sobre la transición mexicana
(2012).
Entre sus reconocimientos destaca haber sido nombrado Honorary
Research Fellow en el Birkbeck College de la Universidad de Londres,
el Premio Universidad Nacional de Investigación en Ciencias
Sociales (1996), y el Homenaje Nacional de Periodismo Cultural Fernando
Benítez (2009).
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