Aún no existen métodos de detección
para el dopaje genético, pues el estímulo económico
para hacer investigación científica en contra es mucho
menor que los patrocinios para los atletas, afirmó Benjamín
Ruiz Loyola, académico de la Facultad de Química (FQ)
de la UNAM.
El dopaje genético es el método más
avanzado para ocultar el consumo de sustancias prohibidas en el
mundo deportivo; consiste en utilizar la terapia respectiva para
incrementar el rendimiento, sin que las pruebas convencionales lo
detecten.
“Una técnica de este tipo de terapia consiste,
por ejemplo, en tomar de un virus inocuo su material genético,
insertarle un gen específico de interés, como el que
permite la síntesis de la insulina humana, e inyectar el
virus con el material modificado en el organismo de un diabético.
Con ello, la persona generará insulina y la enfermedad estará
más controlada”, explicó.
Genes para oxigenar, regenerar y resistir
En el caso de los atletas, el dopaje genético utiliza
varios genes. Uno es el ACTN3, que permite la regeneración
rápida de fibra muscular. “Si alguien se lesiona y
le inyectan un virus genéticamente modificado con ACTN3,
se recupera con mayor prontitud”, detalló Ruiz Loyola.
Otro método utiliza el gen de la hormona eritropoyetina
(EPO), que aumenta la producción de hemoglobina en la médula
espinal. Si el deportista se cansa, comienza a faltarle oxígeno
y su respiración se hace anaeróbica; esta última
genera ácido láctico que se acumula en los músculos
y causa cansancio, rigidez y dolor del músculo, además
de sensación de falta de aire; con esta técnica de
la EPO, se capta más oxígeno y se tiene mayor rendimiento,
porque el cuerpo está oxigenado, tiene más sangre
y la respiración es completamente aerobia, comentó.
Aumentar la cantidad de EPO implica incrementar el flujo
de sangre y oxígeno. “Es un efecto similar al de drogas
como el Éxtasis, las famosas tachas, pero estas drogas son
estimulantes, mientras que aquí el efecto se produce por
aumentar el volumen sanguíneo”, aclaró.
La hormona de crecimiento humano es otra sustancia que
también aumenta el rendimiento, porque permite producción
de sangre (por un mecanismo distinto al de la EPO) y favorece el
desarrollo de masa muscular.
El investigador de la FQ precisó que no está
comprobado que ya se utilicen estas técnicas, pero existen.
Como es algo prohibido, nadie confesará que lo aplica a algunos
deportistas.
“El ciclismo es uno de los deportes en el que inició
la detección de sustancias no aptas para esas actividades
y la salud. En ciertas rutas ciclistas y eventos olímpicos
han habido fallecimientos de deportistas que consumen estimulantes
para reducir el cansancio”, recordó el químico.
Riesgos
La nueva era del dopaje genético ocurre en el momento
que el sanguíneo ya tiene métodos de detección
eficaces.
Antes se usaban los esteroides anabólicos, que aumentan
la masa muscular y permiten que haya más fuerza. “El
problema es delicado, hoy día muchas de las sustancias son
detectables, como la testosterona, el clembuterol y un nuevo anabólico
esteroidal, llamado THG”, reveló Ruiz Loyola.
Sin embargo, el dopaje genético es un paso adelantado
y no hay aún métodos que lo detecten. “No hay
muchos especialistas en terapia génica y el problema es complicado
porque en la medida que se especializan los métodos para
hacer trampa, también deben hacerlo los de detección,
pero ésta va dos pasos atrás”.
Entre los riesgos, el universitario destacó que
el aumento del volumen sanguíneo (por empleo de eritropoyetina
[EPO], por dopaje sanguíneo o por dopaje genético
con el gen de la EPO) implica el incremento de los factores de coagulación
y, por lo tanto, más posibilidades de una trombosis. “También
puede haber arritmia cardiaca por la presencia de trombos, que ocasiona
infarto cardiaco. A todo esto se exponen los deportistas que hacen
trampa”.
Otros problemas son la deformación exagerada del
cuerpo, que produce rasgos masculinos en las mujeres, y viceversa,
además de los daños hepáticos, finalizó.
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