El Instituto de Geografía (IGg) de la UNAM elabora
una “Guía para la aplicación de la metodología
para identificar sitios ambientalmente sensibles a los efectos
de derrames de hidrocarburos”, que sirva para realizar este
tipo de estudios en el territorio nacional.
El grupo de científicos, encabezado por Silke
Cram, del Departamento de Geografía Física del IGg,
colabora en este proyecto con el Instituto Nacional de Ecología
(INE).
La experta señaló que la identificación
de sitios vulnerables ante determinadas amenazas debería
existir para toda la República. En este caso, “lo
que analizamos se relaciona con Petróleos Mexicanos, sus
instalaciones, y los efectos que puede tener en los geosistemas
y poblaciones humanas”.
Debido a que la paraestatal no está presente
en todo el país, hay sitios prioritarios como Coatzacoalcos,
uno de los que tienen mayor cantidad de ductos; de igual manera,
algunas zonas de Veracruz, Tabasco y Tamaulipas, es decir, la
costa del Golfo de México. También, de Veracruz
al DF, en el cruce por Poza Rica, Puebla o Hidalgo, hay un corredor
importante de ductos.
Se deben identificar las unidades de terreno vulnerables
para tomar precauciones, sostuvo Cram. Si se sabe que hay un geosistema
sensible, donde puede haber mayor afectación o dispersión
del hidrocarburo, entonces se puede prevenir con unidades de limpieza
suficientes o rutas de evacuación, o mejor aún,
evitar construir instalaciones petroleras.
El INE estaba interesado en el proceso ante derrames
que pudieran generar un daño más severo o, por sus
características, registrar mayor dispersión, y afectar
un área más grande.
En el IGg se conformó un equipo multidisciplinario
para evaluar un componente principal del riesgo, que es la vulnerabilidad
del sistema, el ambiente y la población; la amenaza, es
decir, la presencia de ductos, se dejó un poco de lado
porque falta información.
Pemex representa una de las industrias más importantes
del país. No existen datos cuantitativos de los derrames
que se producen, “pero si revisamos los periódicos
podemos identificar que ocurren en muchas líneas”.
Si a eso se suma la presencia de talleres mecánicos,
donde se labora con diésel, gasolina y otros derivados,
se puede decir que la contaminación por esta causa existe,
“pero no se ha hecho un análisis de qué tan
grave es”.
Los universitarios primero trabajaron en Veracruz. Se
generó el “Atlas regional de impactos derivados de
las actividades petroleras en Coatzacoalcos”. El resultado
final son mapas, que incluyen varios municipios, donde se establecen
diferentes escenarios de vulnerabilidad.
Ahí se identificaron geosistemas o territorios
con características homogéneas; el siguiente paso
fue discutir las variables a considerar: permeabilidad del terreno
y pendientes, entre otras.
Se empleó un método de integración,
un análisis multicriterio para examinar esos geosistemas,
y definir los más y los menos vulnerables. Así se
obtienen los mapas. Mientras más conservado un geosistema,
es más frágil; “queremos proteger lo que aún
queda, pero también a las personas, su integridad y sus
bienes”.
Por ejemplo, en Coatzacoalcos una de las zonas más
sensibles es la superficie que tiene agua, “el río
tiene una planicie de inundación normal, que en época
de lluvias se expande muchos kilómetros. La variación
estacional determina la distribución del recurso en distintas
zonas”.
Si hay líquido en la superficie y se derrama el
crudo, hay mayor dispersión; en cambio, en época
de secas, si el nivel del manto freático está por
debajo del suelo, el crudo entra en contacto con el suelo, y según
la permeabilidad, puede penetrar y embeberse.
Silke Cram explicó que la metodología ya
fue presentada a expertos de instancias como la Comisión
Nacional de Hidrocarburos, la Procuraduría Federal de Protección
al Ambiente, y Pemex, en un taller realizado recientemente.
Se hizo para saber si eran entendibles y aplicables los
procedimientos, la parte teórica en la que se basa, y para
hacer ajustes a la metodología, si era necesario. La meta
es obtener un texto fácil de seguir, aunque en ningún
caso se puede obviar la participación de los expertos.
“Quienes la apliquen deberán ser grupos multidisciplinarios.
Si hay cierto interés entre la población, se les
puede brindar un diplomado de capacitación”.
La publicación de la Guía, seguramente
ilustrada con ejemplos de Poza Rica, podría ser en 2013,
de utilidad no sólo para los interesados en investigación
en otra parte del territorio, sino para la empresa petrolera,
finalizó.