• A las mediciones de contaminantes atmosféricos podría
sumarse información sobre el tipo y concentración
de estas partículas en la atmósfera en beneficio de
quienes padecen alergias respiratorias, expuso Irma Rosas Pérez,
del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM
En 2011, durante 122 días los contaminantes
de la Ciudad de México no rebasaron los 50 puntos del Índice
Metropolitano de Calidad del Aire (IMECA), es decir, los habitantes
de la urbe sólo respiramos “con calidad” una tercera
parte del año.
Los poluentes atmosféricos —ozono
y partículas menores a 10 micrómetros (PM10)— debilitan
el sistema inmunológico, lo que provoca infecciones en oídos,
ojos, vías respiratorias, alergias y asma. A largo plazo, los
pulmones se dañan permanentemente y la calidad de vida de las
personas se reduce.
A estas mediciones podría sumarse información
sobre el tipo y concentración de diversos pólenes y esporas
de hongos (presentes de manera natural en el aire que van a dar a nuestros
pulmones), en beneficio de quienes padecen cuadros alérgicos,
explicó Irma Rosas Pérez, del Centro de Ciencias de la
Atmósfera (CCA) de la UNAM.
Los estudios servirán para comprender
qué sucede con las personas susceptibles a estas partículas
biológicas al momento en que respiran la mezcla de pólenes
y contaminantes atmosféricos, y determinar si existe una distribución
espacial y temporal de ellos, puntualizó al informar de los avances
en el análisis de los diferentes tipos de estos elementos en
el DF.
La aerobiología —que estudia la
formación, liberación y transporte de las partículas
biológicas en la atmósfera como un mecanismo importante
en el ciclo de vida de diversos organismos— sirve para entender
qué pasa principalmente con las plantas en el proceso del cambio
de uso de suelo, sobre todo en zonas con alto índice de urbanización,
explicó.
Diagnóstico necesario
Las áreas verdes —tan preciadas
en las zonas urbanas por los servicios ambientales que brindan—
resultan un agente dañino para la salud de algunas personas.
Los alérgenos se clasifican por su origen
en árboles, malezas y pastos, con predominio de los primeros,
al constituir la fuente de mayor generación de pólenes.
Los árboles del Distrito Federal enfrentan
estrés hídrico, contaminación y, por ende, plagas
y malas condiciones de mantenimiento, lo que plantea una investigación
acerca de la concentración de partículas que producen.
“Es un diagnóstico que requiere la urbe”, aseguró.
En el estudio, se analizarán los tipos
de vegetación existentes y se relacionarán con los índices
bioclimáticos presentes en la Ciudad de México; la finalidad
es determinar el comportamiento de los diferentes tipos de polen en
el aire, tanto locales como transportados. Esta información será
útil para alergólogos e inmunólogos, quienes aplican
pruebas dérmicas para determinar la susceptibilidad de las personas
expuestas, detalló.
Encontramos que los pólenes generados
por arbustos y árboles del género Casuarina son
los más abundantes en la ciudad y, pese a ello, no se contemplan
en el diagnóstico de alergias. Le siguen los Alnus (conocida
como aliso) y Fraxinus (fresnos).
Información oportuna
La integrante del Laboratorio de Aerobiología
del CCA informó que la instancia colabora con los institutos
de Geología y Biología de la UNAM; las universidades Autónoma
Metropolitana unidad Iztapalapa, Autónoma de Baja California,
y de Sonora, y con el Hospital General.
En Inglaterra existe una red de monitoreo de
alérgenos en la atmósfera. La información obtenida
sirve para afrontar la demanda de servicios hospitalarios, personal
y fármacos para atender estos cuadros.
En la Ciudad de México existen varias
estaciones aerobiológicas que cuantifican de manera rutinaria
las biopartículas. Los datos serán útiles para
el análisis detallado de las que flotan en el aire de zonas con
diferente grado de urbanización. En un futuro, será posible
plantear un mejor desarrollo de vegetación y contar con conocimientos
que permitan un diagnóstico y control óptimos de enfermedades
respiratorias en individuos susceptibles, concluyó.
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