• Su incidencia en México
es de aproximadamente el 0.1 por ciento de la población,
pero “de ninguna manera podemos decir que es un padecimiento
raro; en todos los hospitales hay pacientes internados”,
afirmó Carlos Lavalle Montalvo, de la Facultad de Medicina
de la UNAM
• Existen más de 115 cuadros clínicos
que incluyen esta afección, por lo que, si el médico
no es especialista, difícilmente hará el diagnóstico
acertado
En el contexto de las enfermedades reumáticas,
después de la osteoartritis y la artritis reumatoide, el lupus
eritematoso sistémico ocupa el tercer lugar en la demanda de
consulta. Su incidencia en México es de aproximadamente 0.1 por
ciento de la población, pero “de ninguna manera podemos
decir que es un padecimiento raro; en todos los hospitales hay internados”,
afirmó Carlos Lavalle Montalvo.
El jefe de la Subdivisión de Especializaciones
Médicas de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad
de Medicina (FM) de esta casa de estudios, explicó que se trata
de una afección crónica, sin cura, y autoinmune.
Es un padecimiento donde los mecanismos de
defensa, en lugar de luchar contra virus, bacterias y células
cancerosas, lo hacen contra el propio organismo, destruyen los tejidos
y pueden afectar al sistema nervioso, el corazón, los riñones,
los pulmones, las mucosas o la piel. “A ello debe su denominación
de enfermedad sistémica”, explicó el especialista.
Es compleja, existen más de 115 cuadros
clínicos diferentes que se incluyen en ella, por lo que, si el
médico no es especialista, difícilmente hará el
diagnóstico acertado, indicó. Por ejemplo, algunas de
sus manifestaciones no se pueden distinguir de las que ocurren en la
artritis reumatoide.
El lupus es multifactorial, y para que se exprese
clínicamente deben presentarse varios factores; “no es
como la tuberculosis, donde el bacilo es el agente causal, y si se elimina,
hay cura”. Aquí influyen aspectos genéticos, inmunológicos,
ambientales y hormonales. Lavalle Montalvo hizo la analogía con
una caja fuerte, que para abrirse requiere necesariamente los cuatro
números de la combinación.
De manera semejante, la expresión clínica
del lupus necesita todos esos elementos. Por ejemplo, si falta el agente
desencadenante que puede ser ambiental, como luz ultravioleta o una
infección, podría permanecer “silenciosa”
por siempre y la persona será sana en apariencia.
Afecta, sobre todo, al sexo femenino en una
relación que va de 10 a uno, y hasta 15 a uno, por lo que se
postula que las hormonas tienen un papel crucial. De hecho, abundó
el experto, en animales experimentales se ha demostrado que hormonas
femeninas como los estrógenos favorecen su expresión,
y que en el momento que se inyecta testosterona, se retrasa. El lupus
predomina en personas de entre 20 y 40 años, etapa reproductiva
de la vida.
Los síntomas más frecuentes son
el llamado eritema en alas de mariposa, es decir, un enrojecimiento
de la piel de las mejillas y la nariz, así como fiebre, caída
del cabello, úlceras bucales que pueden ser dolorosas y dificultar
la ingestión de alimentos, lesiones en la piel que pueden variar
en su forma, y cambio de color en los dedos de las manos (de pálido,
a cianótico o azulado, y finalmente rojo). Aunque en 90 por ciento
de los casos el paciente presenta como primera manifestación
dolor articular y muscular, aclaró.
Las expresiones más severas en el sistema
nervioso central, pueden ir desde dolor de cabeza y depresión
(una de las señales neurológicas más frecuentes),
hasta infartos cerebrales, o bien, llegar a presentar en el riñón
la lesión más grave, la glomerulonefritis proliferativa
difusa, que produce daño severo, y de no tratarse puede requerir
diálisis y trasplante.
Carlos Lavalle explicó que el lupus
eritematoso sistémico afecta estructuras y órganos en
diferentes proporciones. El 50 ó 60 por ciento de los pacientes
tiene daño renal. Otras complicaciones son en el sistema nervioso
central, o las afecciones cardiovasculares.
Es una enfermedad que requiere un equipo multidisciplinario
de especialistas, como reumatólogos, neurólogos, cardiólogos
y nefrólogos; un tratamiento con base en quimioterapia y, de
forma más reciente, de medicamentos biológicos, según
la severidad de las manifestaciones.
Existe lupus leve, moderado, severo y muy severo.
Además, cursa por periodos de gran actividad, en los que el paciente
se siente menos enfermo. En ocasiones, los fármacos son tan efectivos
que se controla, y a veces no vuelve a presentarse. Eso puede suceder
si el médico atiende con oportunidad y eficacia.
Lavalle Montalvo acotó que el tratamiento
está en un proceso de cambio significativo; de manera tradicional,
desde 1943, año en que se descubrió, se ha usado cortisona,
y otra sustancia que controla la alteración de los mecanismos
de defensa. En aquel entonces, la esperanza de vida de un paciente con
lupus era de cinco años, hoy es de entre 20 y 25, si está
bien controlado.
“Estamos en etapa de evaluar cuál
es el papel de los medicamentos biológicos, que usan anticuerpos
específicos para bloquear moléculas inflamatorias. En
los próximos años, seremos testigos de grandes avances
en biología molecular e inmunogenética para tratar de
manera más eficiente a personas con enfermedades autoinmunes”.
El beneficio podría ser desplazar a la cortisona, lo que constituye
una ventaja impresionante, finalizó el experto.
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