• Fernando Carrión, presidente de la Organización
Latinoamericana y del Caribe de Centros Históricos, señaló
que ésa es la disyuntiva que enfrentan esos sitios
• De visita en la UNAM, dijo que en AL hay 62 urbes con
más de un millón de habitantes, cuatro con más
de 15 millones, y que más de 80 por ciento de la población
es urbana
• La directora del Programa Universitario de Estudios sobre
la Ciudad, Alicia Ziccardi, dijo que ante el abandono de estos
espacios se deben aplicar políticas de vivienda exitosas
Los centros históricos deben definirse
ante la disyuntiva de ser patrimonio de la humanidad o del mercado,
aseguró Fernando Carrión, presidente de la Organización
Latinoamericana y del Caribe de Centros Históricos. De visita
en México, señaló que esos espacios son los lugares
citadinos que más cambian; entonces, “¿por qué
plantear políticas de conservación y seguir una normativa
de hace 70 años?”.
Al respecto, Alicia Ziccardi, directora del
Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC) de la UNAM,
señaló que en México aún se registra un
crecimiento sostenido de la urbe periférica.
“Aquí hay una agresiva política
de vivienda que ha generado suburbios nuevos, lejanos y paupérrimos.
Tenemos una producción masiva de millones de viviendas que
no han construido ciudad; ¿el resultado?, el abandono de cuatro
millones 900 mil lugares para vivir. En ello incide no sólo
la mala calidad, sino que la gente no tiene transporte ni equipamiento,
y a que los traslados al centro son de costo altísimo”.
Debería haber en los centros históricos
una política de vivienda exitosa. “Si no garantizamos
que la gente viva ahí, no serán lugares vivos, sino
escenarios, espacios recuperados para el comercio u otras actividades”.
Por su parte, Carrión señaló
que en éstos se concentran los conflictos urbanos más
significativos: el abandono, la pobreza y las manifestaciones, pero
también la riqueza arquitectónica y cultural. Se trata
de espacios cívicos y políticos importantes. En torno
a ellos se “quiebra” un discurso único que ya no
es sólo uno: el comerciante ambulante y el formal, el legislador,
los medios de comunicación, los académicos, cada quien
tiene el suyo, y “por fin entramos a una discusión sobre
lo que realmente es”.
En el marco del Seminario Permanente del
Centro Histórico de la Ciudad de México, organizado
por el PUEC, en colaboración con el Programa de Maestría
y Doctorado en Urbanismo, el ex director de la FLACSO Ecuador y concejal
del Distrito Metropolitano de Quito, argumentó que en AL se
identifican dos grandes coyunturas: la urbe del siglo XX fue, fundamentalmente,
periférica y generó megalópolis, mientras que
en el XXI hay un cambio hacia la centralidad.
En la conferencia Desafíos actuales
de los centros históricos, refirió que en América
Latina existen 62 urbes con más de un millón de habitantes
y cuatro con más de 15 millones. En total, más de 80
por ciento de la población se concentra en ciudades.
También se observa un “parricidio
urbano”, que no es sino la negación del origen histórico
de las metrópolis. Se construye un imaginario de olvido de
la historia, del lugar fundacional. Paradójicamente, tal fue
el origen, que aparecieron como objeto de intervención, de
estudio, de conocimiento.
“Por ello, el concepto nació
con la muerte a cuestas. Es un concepto de crisis que lleva en sí
mismo su salida, con una política explícita para que
nuestra historia no se muera, con medidas de conservación y
rehabilitación”, explicó.
Fernando Carrión aclaró que
toda ciudad es histórica porque todas han sido producidas en
distintos momentos, con tecnologías diferentes y materiales
del momento.
Los centros históricos enfrentan diversos
desafíos: una política de centralidad sin una económica
(de estímulo, regulación o restricción) no es
posible. El patrimonio actúa como capital que se rentabiliza
y estos sitios se manejan más por el mercado “que por
lo que podamos hacer”.
La centralidad tampoco es posible sin estrategias
sociales. Se requiere, por ejemplo, atender a la juventud; si hay
un edificio, se concibe como recinto cultural o museo, pero no como
construcción deportiva. En general, no tienen espacios verdes;
se debería pensar en otras actividades para que sean atractivos
para ese segmento.
De igual manera, se vive un peligroso despoblamiento;
el precio del suelo y la especulación se disparan, hay una
ruptura entre los lugares de trabajo y vivienda, y hay muchos inmuebles
abandonados. En Quito, por ejemplo, 42 por ciento de la población
del centro se fue en 15 años. “Se vacía de sociedad
y se llena de mercado”.
Xavier Cortés Rocha, coordinador de
los proyectos para la rehabilitación de los anexos de la Antigua
Escuela de Medicina de la UNAM, expuso que en los centros históricos
hay un gran peligro que se afirma con la normatividad y las prácticas:
la tendencia a que sean escenografías, a que lo nuevo se mimetice
con lo antiguo.
Se corre el riesgo de crear una especie de
parques temáticos, donde se recrea, pero no se da lugar a la
innovación o a la manifestación contemporánea.
“Hay que tener talento y valor para que lo actual acompañe
a lo antiguo”, opinó.
-o0o-