• Establece reglas para explotar
un mismo depósito de hidrocarburos y promete respetar las
legislaciones de ambos países, explicó Fabio Barbosa
Cano, del Instituto de Investigaciones Económicas de la
UNAM.
• Por ser marco, deberá concretarse en convenios
específicos entre Pemex y las concesionarias de bloques
en aguas territoriales y patrimoniales de EU
Hay un problema fundamental que abordan los
siete capítulos y 25 artículos del nuevo Acuerdo para
la Explotación de Yacimientos Transfronterizos de Hidrocarburos
en el Golfo de México: el asunto de la unificación de
fuentes de crudo que pudieran estar en territorios limítrofes
entre nuestro país y el vecino del norte, expuso Fabio Barbosa
Cano, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.
Al respecto, señaló que esto
plantea la posibilidad de que Petróleos Mexicanos (Pemex) —la
única compañía que por mandato constitucional
puede ser operadora en territorio nacional— y las empresas extranjeras
—propietarias de licencias o concesiones de bloques en aguas
patrimoniales de Estados Unidos—, puedan asociarse para diseñar
y desarrollar un proyecto de explotación de estos veneros como
una unidad.
Esto quiere decir que la meta es definir
el número óptimo de pozos, ubicación y sistemas
de explotación. Comprende bombeo, mantenimiento de presiones,
eventualmente la reinyección del gas y, algo vital para México,
compartir financiamiento y tecnologías.
“La búsqueda de socios extranjeros
explica el interés de los dos últimos gobiernos nacionales
y de nuestros tres grandes partidos políticos para plantear
el método de la unificación, un concepto también
conocido —erróneamente desde un punto de vista gramatical—
como unitización”, expuso.
La avidez por asociarse con las grandes petroleras
explica que, desde 2003, la Comisión de Relaciones Exteriores
del Senado insistiera en el acuerdo. “Esta intención
venía disfrazada con el discurso de la eficiencia, bajo el
camuflaje de la retórica sobre la defensa del patrimonio nacional,
e incluso echó mano del mito de la sustracción furtiva
mediante la llamada ‘técnica popote’”.
“Recordemos que el accidente del pozo
Macondo, en abril de 2010, sacudió a la opinión pública
mundial y afectó amplios sectores de las playas de Louisiana,
Texas y Florida, y quizá también de Tamaulipas y norte
de Veracruz. Esta inquietud se expresa en el capítulo seis:
Inspecciones, Seguridad Industrial y Protección Ambiental”.
Legislaciones distintas, metas comunes
México y la Unión Americana
tienen legislaciones petroleras distintas. La unificación será
una decisión que las empresas extranjeras decidirán
voluntariamente, es decir, podrán acordarla o rechazarla. El
gobierno estadounidense no está facultado para intervenir en
las decisiones de las empresas privadas, “y el acuerdo sólo
establece compromisos de los gobiernos para propiciarla”, explicó
Barbosa.
¿Es posible conciliar diferencias?,
ante esta pregunta, el también profesor de la Facultad de Economía
apunta que la solución de los negociadores fue insistir en
la promesa de respetar y sujetarse a las leyes de cada Estado.
A lo largo del acuerdo, se repite 11 veces
que la aplicación de las disposiciones respectivas “estará
sujeta a la legislación nacional aplicable en cada país”,
y también son frecuentes expresiones similares, como en el
caso de si alguna empresa inicia el desarrollo de un transfronterizo,
la otra parte “deberá tomar medidas adecuadas bajo su
legislación nacional” (artículo 7, capítulo
2).
Podría decirse, afirma Barbosa, que
la aplicación presenta problemas que solamente juristas especializados
en derecho internacional del mar podrían dilucidar, aunque
en el texto actual hay secciones cuestionables, principalmente la
que señala: “La información geológica de
cualquier tipo clase o naturaleza, escrita u oral, pueda ser clasificada
como confidencial” (artículo 2).
Por el carácter estratégico
del hidrocarburo, la información geológica podría
repercutir: un éxito puede abatir precios, como ocurre en el
mercado del gas; un fracaso desalentaría, eventualmente, licitaciones
en curso y elevaría los precios en un mercado sensible que
se desenvuelve en una era petrolera postpico.
Si bien, en la tradición de Estados
Unidos las empresas pueden mantener reservada cierta información,
en nuestro país toda debe ser revelada, porque el petróleo
no es propiedad de Pemex ni de los gobiernos en turno, sino de la
nación.
“De mantenerse información geológica
confidencial, las comunidades de ingenieros, sus asociaciones profesionales
e incluso los profesores que impartimos materias relacionadas con
las reservas y el potencial, quedaríamos imposibilitados de
participar en la caracterización de yacimientos, sus extensiones
y espesores, aspecto medular que permitirá comprobar si este
acuerdo cumple con su promesa de reparto equitativo de los recursos
de hidrocarburos en la zona fronteriza México-Estados Unidos”.
La “operación popote”
A pesar de los avances tecnológicos,
a la fecha no han podido resolverse los desafíos que presentan
las perforaciones horizontales a profundidades y extensiones extremas.
Uno de los principales obstáculos es la energía necesaria
para mover la tubería, la barrena o la manera transportar la
roca destruida hasta la superficie, indicó el académico.
“Mientras más largo sea el pozo,
más energía es requerida para vencer las fuerzas de
fricción ocasionadas por la rotación o deslizamiento
en el agujero; en el caso de la barrena, un óbice es la potencia
necesaria para rotarla y destruir la roca”.
Otra limitante son las piedras y las fuerzas
que ejercen, pues mientras más profundos e inclinados son los
pozos, se incrementan los riesgos de colapso, lo que impediría
continuar la obra, añadió.
Además, mientras no se perfore, se
carece de información directa, la sísmica sólo
tiene resolución vertical de unos 30 metros, y tampoco es posible
conocer las permeabilidades, porque éstas se determinan en
laboratorios mediante pruebas a núcleos de cuatro y media pulgadas
de diámetro y no más de nueve metros de longitud. Otro
aspecto a considerar es el radio de drene.
“A la fecha, el récord internacional
en pozos horizontales podría estar en unos 12 ó 13 kilómetros
de extensión, pero en aguas someras, no ultraprofundas. En
México, perforamos pozos con un alcance de ocho o nueve mil
metros frente a las costas de Tabasco, pero con equipo en tierra y
en Cuba, nación que menciono porque no ha faltado quien la
señale como candidata a realizar pozos horizontales. Es verdad
que se han logrado algunos de hasta seis kilómetros en el litoral
norte de la isla, pero con equipos que perforan desde suelo firme.
No es correcto usar propaganda para distraer a la opinión pública”.
Reforzamiento de la seguridad industrial
“Para concluir con una nota optimista,
el acuerdo puede ser un alivio a los problemas de seguridad industrial,
pues actualmente Pemex opera sin coberturas y seguros que le permitan
hacer frente a escenarios de desastre, y pese a que desde la Comisión
Nacional de Hidrocarburos e incluso desde el Instituto de Investigaciones
Económicas se han hecho señalamientos al respecto, la
paraestatal ha sido indolente”, explicó Barbosa.
“Nuestro país ya tiene suficientes
problemas como para que cualquier día amanezca con la noticia
de que hubo un nuevo derrame en el Golfo de México y que la
nación es objeto de demandas internacionales que buscan la
indemnización de los afectados”, concluyó.
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