• Ofrece un panorama
actual de los conocimientos médico culturales y de sus recursos
materiales y simbólicos
• Contribuye la UNAM al conocimiento, conservación
y desarrollo de ese patrimonio en el país
La riqueza y complejidad de la medicina tradicional
de México, especialmente la de sus pueblos indígenas,
está contenida en una “obra de obras” realizada
en la UNAM para ser consultada por usuarios de todo el mundo.
En enero de 2012, la Biblioteca Digital de
la Medicina Tradicional Mexicana fue consultada por usuarios de 97
países, como Estados Unidos, Rumania y Nueva Zelanda, informó
Carlos Zolla, coordinador de Investigación del Programa Universitario
México Nación Multicultural (PUMC), de esta casa de
estudios.
Asimismo, el portal www.medicinatradicionalmexicana.unam.mx
ha tenido 133 mil 905 visitas entre abril de 2011 y marzo de 2012.
En ese mismo lapso, se han bajado 20 millones 50 mil 114 archivos,
refirió.
En enero y febrero de este año han
habido 25 mil 649 visitas y se han bajado cuatro millones 90 mil 979
archivos; un solo usuario puede bajar 300 en una sola visita.
Al ofrecer un panorama actual de la medicina
tradicional del país, la Universidad Nacional contribuye al
conocimiento, la conservación y desarrollo de los conocimientos
médico culturales, y de los recursos materiales y simbólicos
contenidos en ella.
La biblioteca digital, explicó, se
basa en una obra homónima realizada en el Instituto Nacional
Indigenista (hoy Comisión Nacional para el Desarrollo del Pueblo
Indígena), titular de los derechos patrimoniales, y otorgó
a esta casa de estudios la autorización para su uso público
y gratuito.
Tanto la biblioteca en papel como la digital,
fueron proyectos codirigidos por Carlos Zolla. La versión impresa
en que se basa la digital consta de 15 volúmenes, que suman
casi siete mil páginas y comprende las siguientes obras:
Diccionario enciclopédico de la
medicina tradicional mexicana, La medicina tradicional de los pueblos
indígenas de México, Flora medicinal indígena
de México, Nueva bibliografía de la medicina tradicional
de México, y Atlas de las plantas de la medicina tradicional
mexicana.
Además, se preparó un estudio
histórico y una antología sobre el empacho (abarca del
siglo XVI hasta el XX-1978), una obra sobre el agua en la cosmovisión
y en la terapéutica de los pueblos indígenas, y otra
más sobre las enfermedades infantiles tratadas por las madres.
También se consultó a poco
más de dos mil 300 médicos tradicionales (curanderos,
hueseros, yerberos, graniceros, rezanderos, sobadores y parteras,
entre otros. Sus nombres y el de sus pueblos desde amuzgos hasta zoques)
aparecen en la biblioteca, indicó el universitario.
El hecho que muchos volúmenes impresos
de la biblioteca original estuvieran agotados, así como las
ventajas que ofrecen los servicios informáticos para la difusión
propiciaron en el PUMC la iniciativa de crear el espacio digital.
Su arquitectura informática fue diseñada
por la entonces Dirección General de Servicios de Cómputo
Académico, hoy Dirección General de Tecnologías
de Información y Comunicación. El proyecto contó
con el financiamiento de la fundación mexicana Landsteiner
Scientific.
El software permite relacionar recursos
humanos, procedimientos y métodos de diagnóstico y curación,
causas de demanda de atención, recursos terapéuticos
materiales y simbólicos, conceptos médico-culturales
y partes del cuerpo.
Cada una de sus obras se puede consultar
en forma individual desde la página de inicio. Se conectan
unas con otras en los textos a través de palabras claves marcadas
con un color: azul para el diccionario (un clic a una palabra marcada
con ese color remite a su significado); verde, para el atlas; roja,
para medicina tradicional de los pueblos indígenas, y naranja,
para la flora medicinal.
Es un programa interactivo con el que se
pueden hacer más de 54 mil asociaciones. Asimismo, se generó
una herramienta que permite una amplia difusión y la posibilidad
de enriquecer con nuevas investigaciones la enciclopedia, cuya coordinación
general estuvo a cargo del mismo Zolla y de Arturo Argueta (CRIM).
La supervisión general fue realizada por José del Val,
director del PUMC.
Actualmente, se trabaja en tres frentes.
Uno de ellos, consiste en la incorporación de información
jurídica o legal porque, refirió Zolla, hoy la medicina
tradicional está reconocida en la Constitución, en la
Ley General de Salud y en legislación secundaria, pero no siempre
fue así.
“La tolerancia y represión a
sus practicantes es una vieja historia que se padeció desde
la Colonia. Esa ambigüedad persistía antaño. Los
médicos tradicionales eran “como los taxis tolerados:
si las cosas se ponen color de hormiga, te aplico la ley, mientras
tanto, circula”.
Los médicos tradicionales, si bien
se organizaron en asociaciones civiles, padecían esa ambigüedad:
en unos estados se les toleraba; en otros, algunas de sus prácticas
eran un tanto ilegales; que hoy tengan reconocimiento constitucional,
es un avance significativo, añadió.
Un segundo frente en que trabaja el PUMC
es en la devolución de la obra a los médicos tradicionales
y las organizaciones terapéuticas indígenas, mediante
formas novedosas y eficaces de transferencia de información.
Zolla y otros colegas de la entidad universitaria
imparten talleres y conferencias, sobre todo a médicos tradicionales
o población indígena, para que conozcan a detalle “las
tripas del sistema” y puedan aprovechar mejor la interactividad.
Como material didáctico utilizan un manual que permite navegar
y obtener mayor provecho. Fue elaborado por Soledad Mata, una de las
coordinadoras de la versión electrónica.
De ese tipo de labor, se formalizó
un proyecto con totonacos del Centro de las Artes Indígenas,
ubicado entre Papantla y el Tajín, Veracruz. Consiste en realizar
la Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Totonaca, así
como en la estandarización de ciertos tratamientos para “poder
establecer modelos escolares”; un poco a la manera de los chinos
y los indios, que tienen ajustadas formas de tratamiento, y que se
enseñan en sus escuelas de medicina tradicional.
Un tercer frente es implantar un modelo similar
al que se trabaja con los totonacas en los dos mil 500 Centros de
Aprendizaje Comunitario, que (con uno o dos promotores y equipo de
cómputo) la Sedesol tiene en el país, sobre todo en
regiones marginadas.
Otros desafíos radican en la expansión
de la obra con nuevos datos, especialmente de aquellas zonas o temas
no abordados en la investigación original. Asimismo, desarrollar
iniciativas convergentes para afianzar el conocimiento tradicional,
la protección de sus recursos (especialmente la rica flora
medicinal mexicana) y la proyección local, nacional e internacional
de este patrimonio de los mexicanos.
Algo que le gustaría a Zolla es encontrar
un socio académico para recoger información sistematizada,
en la Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana, sobre
los mercados, desde los grandes como el complejo Sonora-La Merced,
en la Ciudad de México, hasta los que se ponen los domingos
en los pueblos, para que junto con las plantas, vengan las recetas.
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