Boletín UNAM-DGCS-224
Ciudad Universitaria.
06:00 hrs. 12 de abril de 2012


Carlos Zolla

           


CONSULTAN MILLONES, LA BIBLIOTECA DIGITAL DE LA MEDICINA TRADICIONAL MEXICANA

 

• Ofrece un panorama actual de los conocimientos médico culturales y de sus recursos materiales y simbólicos
• Contribuye la UNAM al conocimiento, conservación y desarrollo de ese patrimonio en el país

La riqueza y complejidad de la medicina tradicional de México, especialmente la de sus pueblos indígenas, está contenida en una “obra de obras” realizada en la UNAM para ser consultada por usuarios de todo el mundo.

En enero de 2012, la Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana fue consultada por usuarios de 97 países, como Estados Unidos, Rumania y Nueva Zelanda, informó Carlos Zolla, coordinador de Investigación del Programa Universitario México Nación Multicultural (PUMC), de esta casa de estudios.

Asimismo, el portal www.medicinatradicionalmexicana.unam.mx ha tenido 133 mil 905 visitas entre abril de 2011 y marzo de 2012. En ese mismo lapso, se han bajado 20 millones 50 mil 114 archivos, refirió.

En enero y febrero de este año han habido 25 mil 649 visitas y se han bajado cuatro millones 90 mil 979 archivos; un solo usuario puede bajar 300 en una sola visita.

Al ofrecer un panorama actual de la medicina tradicional del país, la Universidad Nacional contribuye al conocimiento, la conservación y desarrollo de los conocimientos médico culturales, y de los recursos materiales y simbólicos contenidos en ella.

La biblioteca digital, explicó, se basa en una obra homónima realizada en el Instituto Nacional Indigenista (hoy Comisión Nacional para el Desarrollo del Pueblo Indígena), titular de los derechos patrimoniales, y otorgó a esta casa de estudios la autorización para su uso público y gratuito.

Tanto la biblioteca en papel como la digital, fueron proyectos codirigidos por Carlos Zolla. La versión impresa en que se basa la digital consta de 15 volúmenes, que suman casi siete mil páginas y comprende las siguientes obras:

Diccionario enciclopédico de la medicina tradicional mexicana, La medicina tradicional de los pueblos indígenas de México, Flora medicinal indígena de México, Nueva bibliografía de la medicina tradicional de México, y Atlas de las plantas de la medicina tradicional mexicana.

Además, se preparó un estudio histórico y una antología sobre el empacho (abarca del siglo XVI hasta el XX-1978), una obra sobre el agua en la cosmovisión y en la terapéutica de los pueblos indígenas, y otra más sobre las enfermedades infantiles tratadas por las madres.

También se consultó a poco más de dos mil 300 médicos tradicionales (curanderos, hueseros, yerberos, graniceros, rezanderos, sobadores y parteras, entre otros. Sus nombres y el de sus pueblos desde amuzgos hasta zoques) aparecen en la biblioteca, indicó el universitario.

El hecho que muchos volúmenes impresos de la biblioteca original estuvieran agotados, así como las ventajas que ofrecen los servicios informáticos para la difusión propiciaron en el PUMC la iniciativa de crear el espacio digital.

Su arquitectura informática fue diseñada por la entonces Dirección General de Servicios de Cómputo Académico, hoy Dirección General de Tecnologías de Información y Comunicación. El proyecto contó con el financiamiento de la fundación mexicana Landsteiner Scientific.

El software permite relacionar recursos humanos, procedimientos y métodos de diagnóstico y curación, causas de demanda de atención, recursos terapéuticos materiales y simbólicos, conceptos médico-culturales y partes del cuerpo.

Cada una de sus obras se puede consultar en forma individual desde la página de inicio. Se conectan unas con otras en los textos a través de palabras claves marcadas con un color: azul para el diccionario (un clic a una palabra marcada con ese color remite a su significado); verde, para el atlas; roja, para medicina tradicional de los pueblos indígenas, y naranja, para la flora medicinal.

Es un programa interactivo con el que se pueden hacer más de 54 mil asociaciones. Asimismo, se generó una herramienta que permite una amplia difusión y la posibilidad de enriquecer con nuevas investigaciones la enciclopedia, cuya coordinación general estuvo a cargo del mismo Zolla y de Arturo Argueta (CRIM). La supervisión general fue realizada por José del Val, director del PUMC.

Actualmente, se trabaja en tres frentes. Uno de ellos, consiste en la incorporación de información jurídica o legal porque, refirió Zolla, hoy la medicina tradicional está reconocida en la Constitución, en la Ley General de Salud y en legislación secundaria, pero no siempre fue así.

“La tolerancia y represión a sus practicantes es una vieja historia que se padeció desde la Colonia. Esa ambigüedad persistía antaño. Los médicos tradicionales eran “como los taxis tolerados: si las cosas se ponen color de hormiga, te aplico la ley, mientras tanto, circula”.

Los médicos tradicionales, si bien se organizaron en asociaciones civiles, padecían esa ambigüedad: en unos estados se les toleraba; en otros, algunas de sus prácticas eran un tanto ilegales; que hoy tengan reconocimiento constitucional, es un avance significativo, añadió.

Un segundo frente en que trabaja el PUMC es en la devolución de la obra a los médicos tradicionales y las organizaciones terapéuticas indígenas, mediante formas novedosas y eficaces de transferencia de información.

Zolla y otros colegas de la entidad universitaria imparten talleres y conferencias, sobre todo a médicos tradicionales o población indígena, para que conozcan a detalle “las tripas del sistema” y puedan aprovechar mejor la interactividad. Como material didáctico utilizan un manual que permite navegar y obtener mayor provecho. Fue elaborado por Soledad Mata, una de las coordinadoras de la versión electrónica.

De ese tipo de labor, se formalizó un proyecto con totonacos del Centro de las Artes Indígenas, ubicado entre Papantla y el Tajín, Veracruz. Consiste en realizar la Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Totonaca, así como en la estandarización de ciertos tratamientos para “poder establecer modelos escolares”; un poco a la manera de los chinos y los indios, que tienen ajustadas formas de tratamiento, y que se enseñan en sus escuelas de medicina tradicional.

Un tercer frente es implantar un modelo similar al que se trabaja con los totonacas en los dos mil 500 Centros de Aprendizaje Comunitario, que (con uno o dos promotores y equipo de cómputo) la Sedesol tiene en el país, sobre todo en regiones marginadas.

Otros desafíos radican en la expansión de la obra con nuevos datos, especialmente de aquellas zonas o temas no abordados en la investigación original. Asimismo, desarrollar iniciativas convergentes para afianzar el conocimiento tradicional, la protección de sus recursos (especialmente la rica flora medicinal mexicana) y la proyección local, nacional e internacional de este patrimonio de los mexicanos.

Algo que le gustaría a Zolla es encontrar un socio académico para recoger información sistematizada, en la Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana, sobre los mercados, desde los grandes como el complejo Sonora-La Merced, en la Ciudad de México, hasta los que se ponen los domingos en los pueblos, para que junto con las plantas, vengan las recetas.

-o0o-

 


Fotos


Carlos Zolla, coordinador de Investigación del Programa Universitario México Nación Multicultural, de esta casa de estudios.


La versión impresa de la Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana, en la que se basa la digital, consta de 15 volúmenes, que suman casi siete mil páginas.