Boletín UNAM-DGCS-193
Ciudad Universitaria.
06:00 hrs. 28 de marzo de 2012


Belem Clark de Lara

           


REMODELA LA UNAM LA SALA MEXICANA DE LA BIBLIOTECA NACIONAL DE MÉXICO

 

• Mejoran las condiciones del Fondo Reservado, que conserva impresos novohispanos, únicos en el mundo; contiene un libro de Alonso de la Veracruz, que vio la luz en 1554

Es relativamente fácil determinar cuántos libros caben en un salón de lectura. Los interesados en este tipo de datos suelen contar, ejemplar tras ejemplar, hasta determinar la cifra, o bien calcular mediante una sencilla fórmula matemática los metros lineales de libros que podrían alojar las estanterías. Pero si alguien preguntara, ¿cuántos siglos caben en un recinto?, pocos sabrían dar una respuesta.

Entre ellos están los responsables de la Sala Mexicana Ernesto de la Torre Villar de la Biblioteca Nacional de México (BNM), quienes responden, con precisión, aquí tenemos resguardados 267 años de impresos mexicanos.

El espacio

La Sala Mexicana, ubicada en el edificio que resguarda el Fondo Reservado de la BNM, fue diseñada por el arquitecto Orso Núñez Ruiz Velasco para albergar ex professo toda la producción bibliográfica de lo que fuera el virreinato de la Nueva España.

La construcción fue inaugurada en 1993, dándole a la Sala una doble función: por una parte, es un depósito; por la otra, se ha convertido, por su belleza, en un espacio de actos de gran importancia para la Universidad Nacional Autónoma de México.

En ella la BNM, en julio de 2009, fue distinguida con el Premio Fundación México Unido en sus Valores Culturales; de igual manera, este recinto ha sido anfitrión de instituciones como la Academia Mexicana de la Lengua, cuyos miembros han sesionado en ocasiones relevantes, como la recepción de alguno de sus nuevos integrantes, relató Belem Clark de Lara, coordinadora de la BNM.

La Sala Mexicana es un lugar de excepción en el país por su magnífico diseño cónico de 10 metros aproximadamente de altura; la estantería de madera que sigue la forma de la arquitectura y su mesa redonda son el marco perfecto para su valiosa colección. Para llegar a ella, hay que cruzar el “Túnel del tiempo”, que permite el tránsito entre el presente y el pasado, simbolizados por los dos edificios que resguardan tanto el acervo del Fondo Contemporáneo, como las colecciones del Fondo Reservado de la BNM.

Para quienes deseen admirar su belleza arquitectónica y conocer una muestra representativa de las diversas colecciones que resguarda el Fondo Reservado, la BNM ofrece el servicio de visitas guiadas a grupos reducidos, no más de 15 visitantes mayores de 18 años.

Recientemente, relató Rosario Paez, jefa del Fondo Reservado, se cambió la imagen para mejorar las condiciones de su colección; se sustituyó la alfombra por un piso que combina dos tipos de materiales: el porcelanato y la madera, tratada de origen, con lo que se garantiza la mejor conservación de los impresos. De igual manera, se instaló una valla de cristal cóncavo, que coincide con la forma circular del repositorio, lo que permite mantener la elegancia del lugar y proteger el material bibliográfico durante las visitas guiadas o en las ceremonias que ahí se celebran.

La colección

La Colección Cronológica Mexicana o de impresos novohispanos es única en el mundo, ya que abarca el periodo que va de 1554, año del libro más antiguo que poseemos, a 1821, en que se consuma nuestra Independencia. Su organización sigue un orden cronológico, lo que hace pensar en ese viaje al pasado, que el estudioso puede realizar a través de sus impresos; testimonios éstos de la cultura, historia, literatura, ciencia, música y teatro de la época colonial.

En general, las obras de esta colección, así como otras que se resguardan en el Fondo Reservado, están a disposición de tesistas, investigadores y académicos, quienes las pueden solicitar en la Sala de Consulta.

La colección inicia con el impreso Dialectica resolutio, escrito en latín por fray Alonso de la Veracruz. Su portada presenta un grabado a una tinta de una hermosa alegoría en la que destaca un corazón, símbolo de la orden de los agustinos, a la que perteneció el autor. El libro vio la luz en 1554, con el sello de la imprenta de Juan Pablos, primer impresor autorizado en la Nueva España.

Como muestra del siglo XVII, se encuentra una obra del impresor Francisco Rodríguez Lupercio, titulada Exposición astronómica del cometa, que el año de 1680, por los meses de noviembre y diciembre, y este año de 1681, por los meses de enero y febrero, se ha visto en todo el mundo y le ha observado en la ciudad de Cádiz el P. Eusebio Francisco Kino, de la Compañía de Jesús.

Fue impresa en México en 1681, y su belleza no sólo radica en su contenido, sino en el grabado de la carta astrológica que el padre Kino pretendió fuera científica, y en la que están claramente representados el cielo, las estrellas y los signos zodiacales, todo ello en relación con la trayectoria del cometa que, más tarde, sería llamado Halley.

En oposición a este trabajo, Carlos de Sigüenza y Góngora escribió Libra astronómica y filosófica, publicada en 1690, aunque fue escrita en 1681, y se caracteriza por ser una verdadera investigación científica, que se apoyaba en las observaciones y teorías astronómicas de autores como Galileo, Descartes y Kepler. Con su libro, De Sigüenza atacó la visión astrológica y supersticiosa no sólo del padre Kino, sino también de algunos de sus colegas y del común de la gente.

Durante el siglo XVIII se dio una transformación en la industria tipográfica novohispana. Llegó a alcanzar importantes niveles de perfeccionamiento, al surgir imprentas como la de la viuda de Miguel Rivera, la de Francisco Ribera Calderón, las de la familia de Hogal, la de Diego de Fernández de León y la de los Zúñiga y Ontiveros, por mencionar algunas, y de sus prensas salieron textos científicos y literarios, como Obras de elocuencia y poesía premiadas de la Real Universidad de México, impresa en esta ciudad, en 1791, por don Felipe de Zúñiga y Ontiveros.

Del siglo XIX, importante momento histórico para la nación mexicana, existen publicaciones que permiten apreciar lo que significó en la sociedad el movimiento de Independencia, como el Sermón que en la santa iglesia catedral de Guadalajara, predicó el ciudadano doctor don José San Martín, el día 23 de junio de 1821, en que se solemnizó el juramento de la gloriosa independencia Americana…, impreso en la oficina de Mariano Rodríguez, Guadalajara, 1821.

También entre los documentos de la Sala Mexicana se encuentran doctrinas, ensayos, poemas, libros de música e historia, muchos de ellos poco estudiados. Cuidarlos, preservarlos y darlos a conocer es la misión de la BNM.

La Conservación

En torno a la conservación de la colección de la Sala Mexicana, Adriana Gómez Llorente, jefa del Departamento de Conservación y Restauración de la BNM, consideró que estos libros son bienes culturales de gran relevancia, que deben mantenerse en condiciones óptimas de conservación.

La importancia de la información que transmite un libro con esta antigüedad radica no sólo en su contenido, sino también en su materialidad, es decir, la técnica de su manufactura como objeto: procesos de fabricación del papel, diseño tipográfico y encuadernación. Además, de todas aquellas marcas de propiedad y procedencia que dan pauta de su historia.

Por esta razón, se trabaja constantemente en mejorar las condiciones de almacenamiento. Por una parte, el cambio de imagen de la Sala Mexicana disminuyó los riesgos de deterioro de su colección, al eliminar la alfombra y con ello la gran acumulación de polvo. Y, por la otra, se reubicaron las tomas de electricidad en un área alejada de la estantería.

Actualmente, se trabaja en un proyecto para instalar un sistema de monitoreo de condiciones ambientales de humedad relativa y temperatura, con lo que se pretenden alcanzar las condiciones idóneas que deben oscilar entre 45 por ciento y 55 por ciento de humedad, y una temperatura entre los 18 y 20ºC (grados centígrados) Asegurar estos rangos evitará problemas como deformación y/o deshidratación de los materiales constitutivos y la proliferación de microorganismos, entre otros.

A la colección de la Sala Mexicana se incorporan nuevas piezas por compra o donación; los materiales que ingresan son revisados para determinar su estado y prevenir algún posible riesgo que pudiera afectar al resto del acervo.

Biblioteca Nacional de México

Dignas de admiración son las obras que conforman la Colección de Impresos Novohispanos de la Sala Mexicana, pero también sus innumerables materiales documentales, testimonios de hombres y mujeres que construyeron y transformaron su tiempo. Su misión es resguardar el patrimonio bibliográfico de la nación.

La Biblioteca Nacional de México se alberga en los edificios del Instituto de Investigaciones Bibliográficas, Biblioteca y Hemeroteca nacionales (en la Zona Cultural de Ciudad Universitaria), que dirige Guadalupe Curiel Defossé.

La BNM abre sus puertas no sólo a lectores e investigadores que estudien sus acervos sino, igualmente, a los visitantes que deseen conocerla.

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Fotos


Belem Clark de Lara, coordinadora de la Biblioteca Nacional de México.
Adriana Gómez Llorente, jefa del Departamento de Conservación y Restauración de la BNM, y Rosario Paez, jefa del Fondo Reservado.







La Sala Mexicana, ubicada en el edificio que resguarda el Fondo Reservado de la BNM, fue diseñada por el arquitecto Orso Núñez Ruiz Velasco para albergar ex professo toda la producción bibliográfica de lo que fuera el virreinato de la Nueva España.