• Se repartieron 373 anteojos
en el de Chignahuapan y el resto en los de Tecamachalco y Acatlán
de Osorio
• Con este acto culminó la segunda etapa de las Jornadas
de Atención Integral Comunitaria, organizadas por la Universidad
Nacional, el gobierno de ese estado y la BUAP
• Estudiantes de la FES-I, FM, FO y FMVyZ llevaron servicios
gratuitos de optometría, odontología, colposcopía
y veterinaria; se ofrecieron 16 mil 523 consultas
Cada mañana, la mamá
de Carmen toma precauciones para evitar dos cosas; una, que su hija
se exponga al eterno frío de Chignahuapan, Puebla, —y
para eso basta un suéter—, y otra, que la niña
sea de las primeras en llegar a la escuela, porque sabe que si se
demora podría no alcanzar lugar “hasta adelante”,
por lo que ambas salen de casa 15 minutos antes de las ocho, aunque
el colegio está a cinco minutos de distancia.
Al respecto, la pequeña de 10 años comentó: “Si
no agarro un buen asiento podría quedar atrás y ya no
ver lo que el maestro escribe en el pizarrón. Él fue
el primero en darse cuenta que requiero anteojos y le dijo a mis padres.
El problema era que todos en casa los necesitamos: mamá; mi
hermano mayor, y yo… Bueno, Martín no, pero porque está
chiquito, aún es bebé”.
Para Alma Rosa Canseco, la madre de Carmen, que el profesor la pusiera
al tanto de esta situación la colocó en un predicamento,
pues si ya sabía que su hijo y ella requerían lentes,
¿ahora la pequeña? Ya dos pares resultaban caros, ¿pero
tres?, simplemente le era incosteable.
“Nada más no ganamos para eso, por ello, cuando las Jornadas
de Atención Integral Comunitaria (organizadas por la UNAM,
el gobierno de ese estado y la Benemérita Universidad Autónoma
de Puebla) llegaron a Chignahuapan, llevé a toda la familia
para que les revisaran dientes, salud en general y, por supuesto,
la vista”.
Fueron seis jóvenes de la FES Iztacala los encargados de hacer
las evaluaciones optométricas, “y todos fueron muy amables.
Al terminar, prometieron volver, con anteojos para nosotros. ‘¿Cuánto
costarán?’, pregunté, ‘nada, señora’.
Dudé que regresaran porque, ¿quién da algo así,
de a gratis?, pero cumplieron su palabra y hoy están
aquí, de vuelta”.
Lo anterior lo narró doña Alma durante la entrega que
hizo la UNAM de 373 gafas en esa ciudad poblana, acto al que asistieron
el secretario de Servicios a la Comunidad, Miguel Robles Bárcena;
María Elisa Celis, directora general de Orientación
y Servicios Educativos, y el presidente del municipio de Chignahuapan,
Mario Luis Olvera Cortés.
Hoy, la pequeña Carmen tiene su primer par de lentes, e intenta
acostumbrarse a ellos, pues después de usarlos por un rato
se marea, aunque se dice lista para ir al próximo lunes a clase
y tomar apuntes, de todo. “Ahora veo bien. Lo primero que hice
fue asomarme a la plaza del pueblo y ver a lo lejos: el quiosco, el
campanario de la iglesia, todo se aprecia clarito”.
Al observar cómo Carmen corre de aquí para allá,
se asoma a la calle y se queda absorta al observar el espectáculo
del pasar de la gente, doña Alma no puede más que decir:
“A la pequeña se le nota la emoción a leguas,
pero no sólo a ella, también mi hijo Luis y a mí,
que también estrenamos gafas. Sólo nos falta Martincito,
pero ya se los dijo mi niña, él no los requiere todavía,
aún está bebé”.
Universitarios en Puebla
Con la finalidad de brindar atención especializada a comunidades
marginadas y alejadas de las cabeceras municipales —así
como dar inicio a la Cruzada por la Alfabetización que la UNAM,
BUAP y gobierno del estado de Puebla realizan coordinadamente en esa
entidad desde abril de 2011—, se llevan a cabo las Jornadas
de Atención Integral Comunitaria, que en esta edición
se desarrollaron en los municipios de Chignahuapan, Tecamachalco y
Acatlán de Osorio.
“En esta iniciativa están involucradas la FES Iztacala
(única entidad donde se imparte la carrera de Optometría)
y las facultades de Medicina, Odontología y Medicina Veterinaria
y Zootecnia. Para ello, decenas de alumnos dejaron sus casas durante
una semana y se instalaron en esos lugares. El resultado es más
que satisfactorio; se brindaron, en total, 16 mil 523 servicios y
se entregaron mil 77 pares de lentes en los tres municipios”,
explicó María Elisa Celis.
Además de los de Chignahuapan, se entregaron 402 en Acatlán
de Osorio y 302 en Tecamachalco.
Para Carla Salazar, septiembre fue un mes particular, porque “hice
mis maletas, me sumé a una caravana de universitarios y supe
qué es la vida en Puebla, pero no ésa retratada en los
folletos turísticos, sino la de a de veras, la de la gente
de cada día”.
Esta estudiante del sexto semestre de la carrera de Optometría
en la FES Iztacala decidió sumarse a las jornadas para afinar
sus habilidades profesionales, “pero en lo que más gané
fue en lo humano, porque aprendí que no es sólo venir
y aplicar lo que sabes, sino involucrarte con las historias de tus
pacientes”.
Algunas cosas te cambian sin que lo esperes, dice la joven de 20 años,
y para ella fue una anciana de Chignahupan quien le hizo replantearse
el significado de ser optómetra.
“Pasaba de los 70, la diabetes le había robado toda visión
en el ojo derecho y el izquierdo estaba muy disminuido. Hicimos lo
que pudimos, que no fue mucho, porque el padecimiento estaba muy avanzado.
De todas maneras, recibí de ella un agradecimiento como pocos
sabrían manifestar. Experimentar eso va más allá
de la satisfacción profesional, equivale constatar, en un simple
gesto, que no te equivocaste de carrera”.
Para Celis, este tipo de vivencias dan otra dimensión a lo
enseñado en la UNAM, pues las jornadas no se limitan al ejercicio
de habilidades, “es un incidir en la realidad. Por ejemplo,
los alumnos de Veterinaria decidieron ir a comunidades apartadas para
herrar burros y caballos. Eso es un aprendizaje que no te da ninguna
biblioteca”.
Entre los servicios ofrecidos también hubo consultas de colposcopía
y odontología, “porque es importante llevar estas opciones
a lugares que, tradicionalmente han carecido de este tipo de atención”,
añadió la directora general de Orientación y
Servicios Educativos.
“No se escatimó. Trajimos equipo de primera y la atención
brindada fue de lo más profesional”, respondió
la candidata a optómetra Andrea Gutiérrez Cruz a quienes
criticaron que fuesen estudiantes, y no médicos titulados,
quienes dieran consulta.
“No hay mejor evidencia de la calidad de nuestro trabajo que
la que me dio una viejita quien, antes de su revisión, me preguntó,
‘¿vienen de Puebla?’, ‘no, señora,
del DF’, le respondí, ‘somos de la UNAM’…
Inmediatamente, así de botepronto, la señora me soltó:
‘¡Entonces ustedes son de los fregones!’
—en realidad usó una palabra mucho más fuerte—.
Entonces pensé, ¿qué se contesta a eso? Sólo
me quedó decir, muy para mis adentros, ‘¡pues qué
caray!, ¡claro que lo somos!’”.
La Ciudad de la Eterna Navidad
Desde hace no muchos años, Chignahuapan ostenta un título
inusual: “el productor de esferas navideñas más
importante de México”. Más de 200 talleres dedicados
a este arte se reparten por todo el pueblo, miles de familias dependen
de dicha actividad y, sin importar la fecha ni si es primavera o verano,
se ven por doquier arbolitos adornados con estos pequeños globos
de vidrio soplado.
“Somos un poblado de apenas 34 mil habitantes, así que
la magnitud de esta industria, que anualmente pone en el mercado más
de 70 millones de unidades, te da una idea de lo importante que es
para nuestra comunidad. De hecho, bautizamos a este lugar como la
Ciudad de la Eterna Navidad”, expuso Juan Pablo Guernica Aguirre.
El joven de 24 años suele presentarse como “licenciado
en informática administrativa, empresario y, sobre todo, esferero,
un oficio del que me siento sumamente orgulloso, pero también
uno que rápidamente te afecta la vista”.
Para este artesano, quien también estrenó gafas donadas
por la UNAM, cada jornada comienza muy temprano, pues debe encender
los hornos, trabajar el nitrato de plata con el que cubrirá
las pequeñas pelotas de vidrio candente y preparar la cantidad
justa, pues, dice, el chiste es no desperdiciar.
“Así vemos pasar los días, en la faena de soplar
vidrio frente al calor abrazador del fogón, para, al terminar,
salir al frío aire de la sierra norte de Puebla. Claro que
este cambio abrupto de temperatura nos destempla la vista”.
Por ello, Juan Pablo asegura que iniciativas como las de la Universidad
son de reconocerse, “especialmente por gente como nosotros,
que luchamos por mantener una tradición que se ve amenazada
por la apabullante entrada de los productos chinos. Estos lentes que
hoy recibo resultan, para mí, más que un apoyo visual,
son una verdadera herramienta de trabajo”.
Durante la entrega de gafas hubo más de 50 esfereros en la
fila. “Esto reafirma lo que te digo, pues además del
cambio de temperatura, el decorado de estos globos, si queremos dar
un acabado fino, termina por acabarnos los ojos. Si el vidrio, al
ser soplado, suele dañarnos la vista, es justo que el vidrio,
pero ahora en el armazón de unos lentes, nos la preserve”.
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La familia Hernández Canseco (Carmen, Alma Rosa, el
pequeño Martín y Luis Ángel) en la entrega
de lentes por parte de estudiantes de la UNAM.
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Fueron más de mil las gafas donadas en los municipios
poblanos de Chignahuapan, Tecamachalco y Acatlán de
Osorio.
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