• Mercurio, arsénico y
plomo se han encontrado en sedimentos marinos, explicó Ana
Carolina Ruiz Fernández, del Instituto de Ciencias del Mar
y Limnología de la UNAM
• En la sede de Mazatlán, la científica encabeza
un estudio de 12 países latinoamericanos, financiado por
el Organismo Internacional de Energía Atómica
• Sus resultados revelan que las zonas de estudio más
enriquecidas por mercurio se encuentran en Cuba, Haití y
Colombia
Metales pesados como el mercurio, arsénico
y plomo, han sido identificados en sedimentos de la zona costera del
Mar Caribe, mediante un estudio regional en el que participan especialistas
de 12 países latinoamericanos, encabezados por Ana Carolina
Ruiz Fernández, investigadora del Instituto de Ciencias del
Mar y Limnología (ICML) de la UNAM.
El análisis de metales e hidrocarburos
tóxicos se basa en la indagación de sedimentos costeros
que se han acumulado a menos de 50 metros de profundidad.
Se trata del primero de este tipo que se
hace de manera colectiva en la zona, y cuenta con el financiamiento
del Departamento de Cooperación Técnica del Organismo
Internacional de Energía Atómica (OIEA) y la colaboración
de especialistas de México, Guatemala, Nicaragua, Cuba, República
Dominicana, Haití, Honduras, Jamaica, Costa Rica, Panamá,
Colombia y Venezuela, explicó la científica en entrevista,
desde la sede Mazatlán del ICML.
“Con el proyecto, en el Gran Caribe
existe ahora la capacidad técnica y el equipamiento provisto
por la OIEA, para hacer evaluaciones de tendencias temporales de contaminación,
tanto para metales pesados, como para hidrocarburos, con el uso de
técnicas nucleares, como el método de fechado que utiliza
al isótopo radiactivo plomo-210 (210Pb), que permite establecer
la geocronología de sedimentos marinos y evaluar cómo
se han desarrollado las tendencias de la contaminación en los
últimos 100 a 150 años”, explicó la investigadora.
Los isótopos son átomos de
un mismo elemento, químicamente indistinguibles, que tienen
igual cantidad de protones y electrones, pero diferente número
de neutrones, con lo que varía su masa. Entre otros usos, sirven
como marcadores de reacciones químicas, pero los radiactivos
son ampliamente utilizados como cronómetros, para determinar
la edad de rocas, fósiles y sedimentos, con lo que es posible
estudiar procesos ambientales en distintos periodos geológicos
de la Tierra.
Un vistazo al pasado
Ruiz Fernández añadió
que, con un solo muestreo en cada sitio analizado, fue posible determinar
cómo han evolucionado las tendencias de la contaminación
(o cualquier otro tipo de cambios ambientales) en las áreas
costeras en los últimos 100 ó 150 años, con el
uso de plomo-210.
“Hicimos muestreos en tres diferentes
puntos de cada bahía elegida por los 12 países participantes.
Cada uno eligió cuál era su prioridad y escogió
el sitio más contaminado o asociado a procesos productivos
de relevancia económica, como la pesca. Se obtuvieron nueve
muestras en cada bahía”, detalló.
Se realizaron desde barcos, con el uso de
nucleadores de gravedad, que son instrumentos constituidos básicamente
por un tubo de PVC transparente, que al ser lanzados desde las embarcaciones
se encajan en el fondo del mar y los sedimentos quedan retenidos en
el interior. Al recuperar el nucleador en la superficie, los sedimentos
permanecen acomodados en capas ordenadas, del mismo modo que se encontraban
dentro del mar.
“Los nucleadores que empleamos son
de un metro de largo, suficiente para recolectar acumulaciones desde
hace un siglo a siglo y medio, que corresponden a la época
en que empezó la contaminación por metales pesados a
causa de la actividad humana, la industrialización y el uso
de hidrocarburos”, explicó Ruiz Fernández.
La actividad antropogénica queda registrada
en las capas debido a que los contaminantes, como los metales pesados
y los hidrocarburos, tienden a adherirse fuertemente a las partículas
sedimentarias. “La tasa de acumulación reciente en la
zona costera es típicamente de alrededor tres milímetros
por año; de esta forma, 100 años se encuentran registrados
en los primeros 30 centímetros de la columna sedimentaria.
Por ello no requerimos más de un metro de profundidad para
el análisis de las tendencias de contaminación”,
aclaró.
Las muestras se llevaron a laboratorios (unos
universitarios y otros gubernamentales) de los 12 países y
cada uno realizó parte de su estudio (lo que facilitó
las intercomparaciones de algunos resultados), y en el caso de los
análisis de plomo-210, México prestó asistencia
y analizó muestras procedentes de Guatemala, Colombia, Panamá
y Venezuela.
Coatzacoalcos y la dilución del río
Desde el buque Justo Sierra de la
UNAM, Ruiz Fernández y sus colaboradores realizaron la tarea
en aguas del río Coatzacoalcos, Veracruz, elegida como zona
de estudio por contener contaminación petrolera.
“Encontramos sorpresivamente que se
encuentra bastante bien en comparación con otros territorios
de la región. Supuse que encontraríamos concentraciones
muy altas tanto de metales como de hidrocarburos, debido al intensivo
trabajo petrolero, pero no fue así”, dijo.
Los investigadores obtuvieron muestras sobre
el lecho del río Coatzacoalcos y hallaron que las concentraciones
de metales pesados e hidrocarburos son muy similares a todo lo largo
y hasta la desembocadura. “Esto significa que, excepto en el
momento que han tenido problemas de derrames petroleros, la capacidad
de dilución del cuerpo de agua es importante”, destacó.
La universitaria consideró posible
que, por su capacidad de arrastre, el río lleve los contaminantes
a otra región no analizada. “Se necesita una investigación
más exhaustiva para saber hasta donde llegan las concentraciones”,
indicó.
Asimismo, reconoció que los contaminantes
migran, y que el estudio se realizó en la desembocadura del
Coatzacoalcos, a unos 60 kilómetros de la costa. “Obtuvimos
los núcleos a 25 ó 30 metros de profundidad de la columna
de agua. Es posible que lo que no encontramos aquí se haya
depositado en otro lado”, abundó.
No obstante, se hizo evidente que, a partir
de la década de 1980, año en que iniciaron las funciones
de los complejos petroquímicos Morelos y Pajaritos, hubo un
cambio en el tipo de sedimento que llegaba normalmente a esta área.
“Hasta 1980 los había típicamente marinos, pero
a partir de entonces se registró un mayor aporte de material
terrígeno y aumento en las concentraciones de arsénico,
mercurio y plomo”.
El incremento de sustancias tóxicas
va de ligero a intermedio, y se caracteriza por la llegada de material
de agua dulce. “En el área que era totalmente marina
comienza a haber presencia terrestre y un notable cambio por la modificación
en el uso del suelo, por la intensificación de actividad petroquímica”,
explicó.
Asimismo, destacó que los problemas más grandes de enriquecimiento
por mercurio están en Cuba, Colombia y Haití. “En
los primeros dos países, se sabe que este metal proviene de
plantas de producción de cloro alcalino, que lo emplean y han
tenido derrames o mal manejo de los recursos. En el caso de Haití,
aún investigamos el origen de este enriquecimiento”.
“En México, la polución
por mercurio es de ligera a media. Otros indicadores relevantes son
arsénico, que en Coatzacoalcos es ligero, pero en otros países
relevante, como la Bahía de Cienfuegos en Cuba, donde han habido
derrames de una planta procesadora y hay altos niveles, que han ocasionan
una gran mortandad de peces”.
Presenta resultados en la OIEA
A la cabeza del grupo regional, Ruiz Fernández
presentó recientemente los resultados del proyecto en Viena,
dentro del foro El agua importa, y la Conferencia General 2011 del
OIEA.
“México ha sido precursor desde
que iniciamos este tipo de estudios, en el año 2000, en la
sede Mazatlán del ICML. Antes, fui invitada como experta de
la OIEA para asesorar al resto de las naciones en el Caribe, para
implementar estas técnicas de geoquímica isotópica
y geocronología”, relató.
El proyecto permite a la especialista diseminar
en 11 países el conocimiento que desarrolló en la UNAM.
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