• Los datos del INEGI muestran
que la industria manufacturera genera el 16.51 por ciento, la minería
con el petróleo, el 8.63; la construcción, 6.74, y
la agricultura y ganadería, 4.09 por ciento, dijo Mercedes
Pedrero, investigadora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias
(CRIM), quien compara estas proporciones con la estimación
que hace del valor económico del trabajo doméstico
En México, el trabajo doméstico
es poco valorado y reconocido, sin embargo, de acuerdo con un estudio
realizado por Mercedes Pedrero Nieto, del Centro Regional de Investigaciones
Multidisciplinarias (CRIM) de la UNAM, de ser contabilizado representaría
el 21.7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).
Por el contrario, otros sectores de la economía
nacional aportan, comparativamente, un porcentaje menor del Producto,
como la industria manufacturera (16.51 por ciento), minería
y petróleo (8.63), construcción (6.74), y agricultura
y ganadería (4.09 por ciento).
“Eso es lo que nos da la dimensión
real de esta actividad, y si se le otorgara un valor económico,
su aportación sería superior a lo que produce la industria
manufacturera”, sostuvo Pedrero Nieto.
Se considera trabajo doméstico a
toda actividad que se realiza en el seno del hogar de manera no remunerada,
lo que incluye no sólo las labores de limpieza y atención
a los hijos, sino también el pago de servicios, trámites
bancarios y ciertas compras; es decir, las labores que se puedan delegar
a una tercera persona.
De acuerdo con el estudio Valor económico
del trabajo doméstico en México, aportaciones de mujeres
y hombres, publicado por el Instituto Nacional de las Mujeres
(Inmujeres), realizado por Pedrero Nieto, a la semana, se destinan
en promedio 40 horas para este trabajo, aunque varía según
la situación de cada mujer. Por ejemplo, las de edades medias
con niños pequeños tienen con frecuencia jornadas superiores
a 50 horas, mientras que en el caso de las estudiantes jóvenes,
son mínimas. También depende del estado civil, la edad
y la condición laboral.
Este tipo de trabajo, dijo, no se le reconoce
porque está invisibilizado al no formar parte del mercado,
pero sin él, no podríamos vivir y, por supuesto, contribuye
a la economía nacional; al no pagarse, no se le da valor, pero
si lo hace una tercera persona a la que se paga o se contrata el servicio,
como llevar las camisas a planchar, sí representa un valor
económico.
“La estimación que hice fue
de acuerdo a los tiempos registrados para cada actividad en la Encuesta
de Uso del Tiempo patrocinada por el Inmujeres y operada por el INEGI.
Y para cada actividad se buscó su similar en el mercado para
calcular el pago por hora”.
Por ejemplo, en las actividades culinarias
se paga un salario al cocinero y otro al lavaplatos, es así
como se determina cuánto reciben por hora los distintos oficios
afines y, con eso, se asigna un valor, se suman las horas que se dedican
a la semana, cada una con su precio por hora, y se obtiene un total
que se compara con el PIB del país.
Además, explicó la académica,
se estima que las mujeres contribuyen con el 80 por ciento de esa
riqueza (alrededor de cuatro quintas partes), aunque ahora, los varones
contribuyen en mayor medida a las actividades familiares, lo que implica
no sólo llevar a los hijos a la escuela, sino jugar y ayudarlos
con sus tareas.
La investigadora de tiempo completo, con
más de 23 años en el CRIM, explicó que otra labor
que se carga a las actividades domésticas es el cuidado de
los ancianos, y aunque aún no es muy acentuado, en dos décadas
sí lo será por el envejecimiento de la población.
Ante la situación, propuso impulsar
medidas como ampliar la cobertura de los servicios de guardería
para menores de seis años; flexibilizar horarios laborales
de acuerdo con la conveniencia de las mujeres; establecer casas de
día para adultos mayores y organizar redes de apoyo para cuidadores,
entre otras.
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