• Estuvieron prácticamente
intactas hasta 1940, momento en que se empezaron a talar de manera
masiva
• Son los ecosistemas terrestres más biodiversos del
planeta, únicamente comparables con los arrecifes de coral
en los océanos
“En la actualidad, sólo sobrevive
el 10 por ciento de las selvas originales de México, porcentaje
que representa alrededor de dos millones de hectáreas”,
dijo Mariana Chávez Pesqueira, estudiante de doctorado del Instituto
de Ecología (IE) de la UNAM.
De acuerdo con la universitaria, esos ecosistemas
estuvieron prácticamente intactos en nuestro país hasta
1940, pero a partir de ese año, por las políticas gubernamentales
de colonización y establecimiento de ranchos ganaderos, se empezaron
a talar de manera masiva para convertirlas en potreros de pastoreo.
En la conferencia Selvas altas en México,
en el auditorio del Centro de Ciencias Aplicadas y Desarrollo Tecnológico
(CCADET), indicó que éstas representan siete por ciento
de la superficie terrestre y que más de la mitad de ellas se
encuentran en el continente americano, sobre todo en la zona del río
Amazonas. En México, representan 10 por ciento del territorio
nacional y se ubican en Chiapas, Oaxaca, Tabasco, Veracruz y San Luis
Potosí.
Se conocen también como selvas altas
perennifolias, bosques tropicales perennifolios, selvas lluviosas o
húmedas. Su principal característica es que poseen una
vegetación en extremo exuberante.
“Para que un ecosistema pueda llamarse
así, debe tener un clima cálido y húmedo, una temperatura
media anual que oscile entre los 22 y los 26 grados centígrados,
y abundante lluvia todo el año (una media anual de mil 500 a
tres mil milímetros)”, indicó.
Las selvas altas se hallan a una altitud que
va desde el nivel del mar, hasta los mil metros, y se localizan entre
el trópico de Cáncer y el trópico de Capricornio.
El término altas se refiere a que tienen árboles de gran
altura; y lo de perennifolias, a que su vegetación no pierde
el follaje en todo el año y siempre es verde.
Son los ecosistemas terrestres más biodiversos
del planeta, únicamente comparables con los arrecifes de coral
en los océanos.
“Los organismos más abundantes
son los artrópodos (insectos, arañas y crustáceos,
entre otros), a diferencia, por ejemplo, de las plantas, que solamente
representan alrededor del 10 por ciento del total de los que las habitan,
entre los que hay, además, hongos, algas, mamíferos, reptiles,
aves y anfibios”, apuntó Chávez Pesqueira.
Se dividen en cuatro estratos: emergente, conformado
por árboles de más de 40 metros de altura; dosel, donde
se ubican otros de gran altura, muchas plantas epífitas y lianas;
sotobosque, existen árboles y plantas más pequeños,
así como helechos arborescentes y, finalmente, piso, donde se
encuentran algunas herbáceas, helechos y una gran variedad de
microorganismos.
La regeneración natural depende principalmente
del proceso conocido como dinámica de claros, en el que debido
a la caída de árboles (por muerte natural o viento) se
abre un espacio en el dosel que permite la entrada de luz al piso de
la selva (a donde sólo llega el uno por ciento de toda la que
reciben los estratos superiores) y, por consiguiente, la germinación
y el crecimiento de nuevas plantas.
Desde que se forma un claro en una selva, hasta
que ésta vuelve a alcanzar la madurez pasan de 60 a 140 años,
y aproximadamente seis por ciento de esos entornos es ocupado por claros
en diferentes estadios de regeneración.
Chávez Pesqueira añadió
que ese tipo de zonas en el país se vieron afectadas en la década
de los 50 del siglo pasado, por la construcción del ferrocarril
del Sureste y de varias presas hidroeléctricas, así como
por la expansión de la red carretera y de la industria petrolera.
“Además, a partir de la reforma
agraria, una vez que se agotaron las tierras agrícolas disponibles,
el gobierno envió a la gente a las selvas”.
De este modo, regiones con estos ecosistemas
como La Huasteca, en San Luis Potosí; Los Tuxtlas, en Veracruz,
y Bonampak, en Chiapas, sufrieron un deterioro tan grande que actualmente
viven lo que podría denominarse una situación de emergencia
ecológica por su alto grado de fragmentación.
“Por ejemplo, 75 por ciento de la selva
de Los Tuxtlas –donde la UNAM tiene una estación de investigación
biológica– ha desaparecido, 20 por ciento está constituido
por fragmentos aislados, y únicamente cinco por ciento por áreas
grandes y protegidas”.
La investigadora afirmó que hoy, en
México, la principal causa de desmonte es la ganadería,
seguida por los incendios provocados por humanos, la agricultura y la
tala ilegal. “La primera ocasiona que lo que antes era un paisaje
totalmente selvático, ahora esté lleno de potreros, donde
sólo sobreviven ciertas partes de selva en la zonas altas o inaccesibles
para el ganado”.
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