• Lo que hay, explicó
Ricardo Trujillo Correa, académico de la Facultad de Psicología
de la UNAM, es una “adolescentización” de la
sociedad como premisa ideológica en nuestras prácticas
cotidianas
El síndrome de Peter Pan no
es una psicopatología ni un problema conductual. Tampoco, aclaró
Ricardo Trujillo Correa, académico de la Facultad de Psicología
(FP) de la UNAM, tiene relevancia de tipo científico ni disciplinar.
Lo que sí hay, explicó, es una
“adolescentización” de la sociedad, tanto como premisa
ideológica en nuestras prácticas cotidianas, como por
prolongación de la transición de la niñez a la
adultez y, desde otra perspectiva, como consecuencia de la falta de
desarrollo y justicia social.
El término, dijo, es “pseudo-psicología”
que no contiene una categoría nosológica ni una descripción
fehaciente de un tipo de personalidad, sino algo que “existe en
la opinión pública como un concepto”.
En 1983, Dan Kiley publicó el libro
The Peter Pan Syndrome: men who have never grown up. Sin embargo,
lejos de ser un trabajo de investigación serio, representó
una suerte de autobiografía donde detallaba a una persona infantil,
narcisista, que se niega a crecer y a asumir responsabilidades.
A raíz de esto, explicó, se hace
moda en la conversación coloquial al identificar la llamada “patología”
en personas famosas o cercanas para signarlas bajo un criterio de exclusión,
burla o censura, incluso aún si la clasificación no contiene
ningún sustento de investigación psicológica.
Después, y en consecuencia, se publicaría
el síndrome de Wendy, que representa el complemento
“psicológico” de Peter Pan al asumir una
personalidad maternal y entregada a los otros. Posteriormente, el propio
Kiley confesó que se inspiró en su propia esposa para
describir este nuevo personaje.
En todo caso, cuestionó, la verdadera
pregunta es por qué es popular identificar síntomas, síndromes,
conductas anormales, a partir de metáforas pre-paradigmáticas.
¿Se puede hablar del síndrome de Winnie Pooh?
¿Del síndrome de Napoleón? ¿Bajo qué
preceptos epistemológicos y psicológicos se sustenta ésta
supuesta psicología?
Si el debate consiste en analizar la premisa
de evadir el “mundo de lo adulto”, agregó, es mejor
considerar diversos ángulos y no verlo únicamente como
un problema individual.
Por un lado, encontramos que la transición
hacia la adultez se ha alargado. En la sociedad occidental, puntualizó
Trujillo Correa, han desaparecido los ritos de paso y la adolescencia
se puede prolongar desde los 18 años hasta más allá
de los 30.
También, dijo, tenemos que considerar
que los jóvenes están inmersos en un escenario que no
les ofrece oportunidades de tener dominio sobre su propia vida, un buen
trabajo, independencia del núcleo familiar, ninis o excluidos
que rezan, “si no tengo futuro, hay que vivir la vida como el
último momento”.
Desde esta perspectiva, “la sociedad
es el síndrome y no el joven”, porque hoy el ideal es vivir
esta especie de experiencia adolescente en la temporalidad inmediata;
verse bien por dentro y fuera, mantenerse siempre activo, entretenido
perpetuamente, sin que la vejez te alcance. La fiesta permanente”,
agregó.
Ése es el rasgo de la sociedad posmoderna;
adolescente y adulto sólo la asumen, sin percatarse, pues está
naturalizado, presente en los actos de nuestra vida cotidiana, incluso
en nuestras costumbres más finas, mencionó el investigador.
Es mejor hablar de una sociedad que persigue
el ideal de mantenerse siempre joven. Es la “que está ávida
de información, busca el conocimiento que le permita evadir su
angustia, la muerte, la profundidad, la contemplación”.
Por eso estamos, ejemplificó, en una
sociedad descafeinada, donde en el mercado encontramos productos desprovistos
de su propiedad maligna: café sin cafeína, crema sin grasa,
cerveza sin alcohol, sexo sin sexo (sexo virtual), guerra sin bajas…
Una colectividad que vive las cosas sin vivirlas, donde no hay eventos,
sólo simulación.
Se trabaja con tenacidad contra el tiempo:
si se acelera la cotidianeidad, ser dinámico se convierte en
una virtud. Es por eso, precisó, que la juventud no está
en la edad sino en la actitud; que las celebraciones no deben ser un
día, sino todos; que los objetos financieros hoy son más
temporalidad que espacio, y que con reloj controlamos en lo micro y
lo macro su transcurrir.
“Todo por hacer que el tiempo no pase,
porque al final nunca tuvimos el suficiente para hacer lo que se supone
que debemos. Por eso, la pregunta ontológica hoy día ya
no es ser o no ser, sino, ¿durar o no durar? ¿Cuánto
duraré?, un sexenio, dos telenovelas, tres discos, cuatro liguillas,
cinco semestres”.
Por lo tanto, literatura como la de Dan Kiley
afirma que “tienes el síndrome de Peter Pan”,
al igual que te dice que “no bebas agua sin purificar” o
“toma productos sin azúcar”, apuntó Trujillo
Correa.
Entonces ¿no hay escapatoria? Como decía
Borges: “Es inútil que toques. Estamos dentro”, concluyó
el investigador.
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