• Puede ser causa de padecimientos
discapacitantes, demencia, e incluso la muerte, señaló
Claudia Albor Bautista, estudiante de la maestría en Psicología
en la FES Zaragoza de la UNAM
Los niños y jóvenes son los sectores
de la sociedad con mayor riesgo de sufrir accidentes que derivan en
trauma craneoencefálico, causa de padecimientos discapacitantes,
demencia, e incluso muerte, señaló Claudia Albor Bautista.
La residente en Neuropsicología Clínica
en el Hospital 20 de Noviembre, y estudiante de la maestría en
Psicología en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza,
destacó que en México la incidencia de esas lesiones es
muy alta; además, es un factor de riesgo que puede producir diversas
enfermedades.
Por ello, subrayó la necesidad de impulsar
programas efectivos para el tratamiento de padecimientos derivados,
debido a que el trauma craneoncefálico, tiene como origen, en
la mayoría de los casos, los accidentes vehiculares por colisión,
atropellamiento, o caídas con golpes en la cabeza, frecuentes
en menores de edad.
Por la alta incidencia –más si
se considera que cualquier golpe puede ocasionar este daño, sea
leve, moderado o severo–, se ha vuelto primordial realizar estudios,
tratamientos e intervención.
Albor Bautista destacó que en ciertas
secuelas, como la demencia, el paciente puede ser intervenido para lograr
su mejoría. Actualmente, estudia un caso como indicador de riesgo
de esa afección, pues llamó su atención que ésta
pueda ser operada para conseguir una recuperación gradual.
El cráneo humano constituye una protección
por su dureza, aún así, es necesario ser cuidadoso, porque
un impacto fuerte puede derivar en daños graves, e incluso ser
mortal, dijo.
Sin atención adecuada
La universitaria lamentó que pese a
que estas lesiones se presenten con frecuencia, no se les preste la
atención adecuada, ni haya medidas preventivas. Es mayor el número
de personas que fallece o queda con secuelas, que quienes logran restablecerse.
Los jóvenes presentan traumatismos de
este tipo por accidentes vehiculares o por incidentes deportivos, y
en los niños, ocurre regularmente a consecuencia de una caída.
El problema aumenta si se considera que una
persona que lo ha sufrido tiene un mal diagnóstico, presenta
un deterioro generalizado de sus actividades, cambios en su comportamiento
y, por ello, es rechazado por los demás y, en primer lugar, por
sus propios familiares.
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