• Si el astro entra en este periodo, para 2030 el incremento
en la temperatura no sería de 1.3 grados, como se calcula,
sino hasta 40 por ciento menor, lo que aún es preocupante,
dijo Blanca Mendoza, del Instituto de Geofísica de la UNAM
“Los modelos predicen que estamos por
entrar en una etapa de baja actividad solar y esto podría desacelerar
la inercia de calentamiento que padece el planeta; sin embargo, aunque
éste fuera el escenario, el aumento de temperatura global provocado
por la actividad humana aún resultaría preocupante”,
señaló Blanca Mendoza, del Instituto de Geofísica
de la UNAM.
La investigadora, junto con Víctor Manuel
Mendoza, René Garduño y Julián Adem, del Centro
de Ciencias de la Atmósfera, analizaron cuál sería
la actividad en el ciclo solar 24, que apenas comienza, y del 25, que
abarcará aproximadamente del año 2020 al 2029. Todo indica
que ésta será baja, “aunque nadie puede aseverarlo,
pues no hay nada que nos asegure que las condiciones se darán
de alguna forma”.
Entonces, ante esta incertidumbre, ¿por
qué estudiar la actividad solar y su relación con el clima?,
preguntó la profesora; “porque en los últimos 10
años, ha habido evidencias de que el Sol podría jugar
un papel en el clima terrestre, particularmente si tiene sus épocas
de alta o baja actividad, aunque hablamos de periodos seculares, es
decir, de decenas de años, y predecir cuándo va a pasar
es muy complicado y aún no hay consenso de cómo hacerlo”,
explicó.
Sin embargo, añadió, en lo que sí hay acuerdo es
en que el Sol siempre va a impactar al clima, el punto es ver qué
tanto lo hace en relación con otros factores, y si bien antes
de la Revolución Industrial su influencia era mucho más
notoria, en la actualidad ha tenido un papel menor en el cambio climático,
pues las mediciones muestran de manera contundente que lo preponderante
ha sido la actividad antropogénica.
Para dar una idea de cómo el astro pudo
haber alterado el entorno en el pasado, señaló que, en
la Edad Media, atravesó por un periodo de alta actividad (conocido
como Máximo Medieval). En esta época, la temperatura se
elevó y permitió que los vikingos colonizaran y sembraran
cebada y uvas en Groenlandia.
“De hecho, el nombre de este lugar significa
‘tierra verde’, debido a lo fértil que fue en ese
lapso excepcionalmente cálido. Lo preocupante es que para que
Groenlandia fuera un lugar propicio para la siembra y no el sitio frío
que conocemos, la temperatura global tuvo que elevarse aproximadamente
medio grado, justo lo que se ha incrementado desde principios del siglo
XX hasta la fecha, tan sólo por la actividad antropogénica”.
De seguir como hasta la fecha, para el año
2030 el incremento global sería de aproximadamente 1.2 grados
centígrados, aunque según las proyecciones de la profesora
Mendoza y su equipo de colaboradores, publicadas el año pasado
en el Journal of Atmospheric and Solar-Terrestrial Physics,
debido a la baja actividad solar, esta cifra podría ser hasta
40 por ciento menor de lo esperado.
“Lo anterior, aunque no nos coloca en
el peor de los escenarios, sí nos pone en uno adverso, y resulta
conveniente tomar medidas desde ahora para que la actividad humana deje
de alterar el entorno”.
Sin embargo, la académica subrayó
que hay que tener cuidado al hacer aseveraciones basadas en modelos
y no en mediciones y hechos. “Ni siquiera puedo asegurar que el
Sol va a entrar en un periodo de baja actividad, aunque tenemos indicios
de ello”.
No obstante, estamos obligados a realizar este
tipo de trabajos con rigor y siempre poniéndolos a consideración
de nuestros pares a través de revistas arbitradas, lo que evita
proporcionar información poco precisa y con fundamentos endebles.
-o0o-