• Es una situación delicada y no se puede resolver por
la vía de las armas, advirtió Rolando Cordera, profesor
emérito de la UNAM
• Mario Luis Fuentes, director del CEIDAS, señaló
que se requiere resaltar el tema de las diferentes violencias en México,
y no sólo enfatizar una de ellas
• Clara Jusidman, presidenta fundadora de INCIDE
social, consideró urgente impulsar en México un acuerdo
entre las fuerzas políticas y hacer una limpieza del aparato
político
Ante la violencia que vive México, académicos
e integrantes de organizaciones no gubernamentales reconocieron que
frente a este fenómeno se requieren políticas públicas
alternativas, una participación social activa, y un acuerdo entre
los actores políticos.
Se trata de una situación muy seria
y delicada; no se puede resolver por la vía de las armas y demanda
una intervención comprometida de intelectuales y académicos
del país, advirtió Rolando Cordera, integrante de la Junta
de Gobierno de la UNAM.
En el Foro Orígenes sociales, económicos
y culturales de la violencia en contextos urbanos: zonas metropolitanas
de Aguascalientes, Ciudad Juárez, Guadalajara y Tijuana,
el también profesor emérito consideró que se ha
puesto en juego la calidad y el destino mediato e inmediato nacional.
En ese contexto, acotó, el fenómeno tiene una raíz
social, cultural, económica y demográfica que no se ha
asumido con la profundidad y la responsabilidad necesarias.
Por ello, es indispensable definir una agenda
que permita a universidades, organizaciones sociales y centros de pensamiento
contribuir, de forma activa y sistemática, en la discusión
de alternativas de política pública.
Para Mario Luis Fuentes, director del Centro
de Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social
(CEIDAS), es necesario resaltar el tema de las distintas violencias
y enfrentar el proceso de invisibilidad, derivado de hacer énfasis
en sólo una de ellas, circunstancia que distorsiona el imaginario
público y privado, y deja indefensa a la población que
vive una situación aguda.
En el auditorio de la Coordinación de
Humanidades, subrayó que el proceso de las violencias se debe
ver no sólo como un asunto de justicia o seguridad, sino como
el que articula y se convierte en uno de los ejes transversales para
pensar en todo el entorno social.
A su vez, Clara Jusidman, presidenta fundadora
de Iniciativa Ciudadana y Desarrollo Social (INCIDE social), señaló
la urgencia de impulsar un acuerdo entre las fuerzas políticas,
y realizar una limpieza del aparato político, como lo hicieron
italianos y colombianos. “Sin embargo, en México venimos
de una confrontación y vamos hacia otra en el 2012”.
Además, en las investigaciones referentes,
muchas veces no se aborda el aspecto político. Cambios de funcionarios,
confrontaciones entre partidos y conflicto sin espacios de diálogo,
generan una cultura de falta de consensos.
Población, desarrollo urbano y
vivienda
En la primera mesa del encuentro, denominada
Población, desarrollo urbano y vivienda, Raúl
González, académico del Colegio de la Frontera Norte,
indicó que la migración en ciudades fronterizas, en particular
Tijuana, es un detonante de fricciones y no sólo de violencia
social. Además, en el área laboral también se genera
intimidación, sobre todo contra ciertos grupos, como las mujeres.
Luis Felipe Siqueiros, consultor del Banco
Mundial, indicó que las políticas públicas, que
se han visto reflejadas en la incapacidad institucional para regular,
planear y compartir responsabilidades con la sociedad e informar, han
propiciado desarrollos proclives al conflicto urbano.
A su vez, Luis Enrique Zavala, miembro de la
organización no gubernamental “Tijuana calidad de vida”,
comentó que la zona metropolitana de esta ciudad se encuentra
fragmentada, tras mucho tiempo de vivir en un ambiente de desencuentro.
Por último, Delia Brenda Acosta Beltrán,
de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, apuntó
que hasta hace varios años en esta urbe había un gran
déficit de vivienda para los migrantes. Entonces, se comenzaron
a construir casas de interés social y ahora el problema es la
gran cantidad en abandono, que las hace espacios potenciales de violencia
e infecciones, al convertirse en basureros comunitarios.
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