• Aunque representa un avance,
no cuenta con obligatoriedad en todas las instituciones en las que
puede ser aplicada, expuso Kenya Sánchez, de la ENTS de la
UNAM
La creación de la Ley Federal para Prevenir
y Eliminar la Discriminación representa un avance en el combate
a este mal cultural; sin embargo, al no contar con un reglamento, resulta
inoperante, alertó la académica de la Escuela Nacional
de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, Kenya Sánchez.
“Toda ley debe contar con un ordenamiento,
de lo contrario, no se define a responsables, cómo opera, en
qué plazos y situaciones, ni cuáles son las especificaciones
para aplicarla”.
Se trata de una limitante, pues aunque representó
un avance, no hay una norma que obligue a las instituciones en las que
pueda ser empleada. Hay campos y lagunas abiertas, apuntó.
¿Qué es discriminación?
Se denomina discriminación al rechazo
a las personas por creencia, religión, sexo, forma de pensar
y preferencia sexual; es decir, por todo lo que nos parece diferente,
detalló.
“La discriminación racial es la
segregación a la que por color de piel, raza, identidad o tradiciones
a las que pertenece determinado individuo, es marginado o rechazado”,
abundó.
Asimismo, se profundiza por condiciones generadas
de la tasa de desempleo, falta de oportunidades educativas, la delincuencia
y la violencia. “En México, vivimos una situación
difícil; no contamos con datos actualizados al respecto, pero
sabemos que es una práctica común”.
La última Encuesta Nacional sobre Percepción
de las Formas de Discriminación (2005) demostró que en
la región norte y centro del país, la población
indígena padece mayores índices de rechazo.
Incluso, algunas colectividades negras de la
costa de Guerrero y Oaxaca han sido marginadas por pueblos originarios
con más peso numérico. “Esto se relaciona con una
lectura de pertenencia y una cuestión de poder”.
“Tenemos la percepción de que
el nivel socioeconómico, proyecto de vida y rol social dependen
del color de piel o grupo étnico”, expuso la especialista,
en el marco del Día Internacional para la Eliminación
de la Discriminación Racial, que se conmemora el 21 de marzo.
En el DF tampoco hay cifras locales, pero en
2007 se presentaron 16 quejas ante la Comisión de Derechos Humanos
capitalina, en las que se señala el abuso o violación
de esa facultad por cuestiones étnicas. Las denuncias provenían
de Xochimilco, Milpa Alta, Iztacalco e Iztapalapa.
La especialista apuntó que al no existir
un sistema nacional de indicadores o una base de datos que señale
con precisión dónde se ubica la segregación en
sus diferentes formas y expresiones, resulta complicado avanzar en su
erradicación.
“Toda acción afirmativa o en contra
de la eliminación a la discriminación, como la racial,
debe tomar en cuenta que el curso o reversión de esta cultura
debería estar instalada en la vida cotidiana. Hablamos de educación
escolar y familiar, y ambas deben conectarse”.
Si a los niños les enseñan que un indígena vale
lo mismo que cualquier persona, no se reproducirían actitudes
de segregación; sin embargo, en la escuela no hay una línea
que reafirme esa idea, opinó.
Por ello, propuso crear una política
de formación, desde la educación básica, que pase
por el aprendizaje familiar y social. Con ello se podría construir
una visión de sociedad en conjunto.
Kenya Sánchez subrayó que las
tres premisas de la universalidad de los derechos humanos son: todos
pertenecemos a la humanidad; todos tenemos características biológicas
similares, mas no iguales, y todos compartimos un mismo espacio o hábitat.
La Convención de la Eliminación
a la Discriminación señala que no se pretende homogeneizar
a la población, sino identificar las condiciones diferentes para
lograr una convivencia armónica.
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