• Quienes se reúnan el
21 de marzo a las 12 del día para participar del equinoccio,
lo harán en vano, pues éste tendrá lugar un
día antes, a las 17:21 horas, indicó Alejandro Lara
Sánchez, del Instituto de Geofísica de la UNAM
Cada 21 de marzo, a las 12 del día,
miles de personas suben a las pirámides de Teotihuacan, Malinalco
o el Tepozteco con la creencia de que, estar en un sitio místico
justo al iniciar la primavera, es la mejor manera de cargarse con la
energía del equinoccio.
“Sin embargo, sería muy difícil
que este hecho fuera ese día a esa hora. Este año, por
ejemplo, ocurrirá el día 20, a las 17:21, y de hecho,
no es inusual que tenga lugar incluso cuando para nosotros es de noche;
por ello, estas prácticas no tienen mucho sentido”, expuso
Alejandro Lara Sánchez, del Instituto de Geofísica (IGf)
de la UNAM.
La costumbre de portar atuendos blancos y visitar
zonas arqueológicas para establecer “comunicación
con el cosmos” no tiene base científica y sí mucho
de esotérico, pese a que quienes defienden esta práctica,
a veces echan mano de explicaciones que pueden sonar a astronomía,
señaló el especialista en física espacial.
“Que la gente se congregue en sitios
prehispánicos para ser partícipes del inicio formal de
la primavera sólo se explica porque las culturas originarias
de México eran atentas observadoras del cielo y edificaron sus
pirámides con una disposición tan particular, que reprodujeron
ciertos fenómenos ópticos justo en el equinoccio”.
El mejor ejemplo de esto, expuso Lara, es el
templo de Malinalco, que cuenta con una pequeña abertura que
sólo ese día deja pasar un haz solar que súbitamente
ilumina el interior de la construcción, o el maya de Kukulkán,
que debido a un juego de luces, forma una sombra serpentina que avanza
lentamente por su escalinata.
“Que los prehispánicos hayan podido
reproducir algo tan complejo es sumamente interesante y nos habla de
su genio, pero de ahí a pensar que se trata de magia o de una
puerta a lo sobrenatural, hay mucha distancia”, advirtió
el profesor de la Facultad de Ciencias.
Patrimonio en riesgo
Tan sólo el año pasado, las pirámides
de Teotihuacan registraron una afluencia de más de 70 mil personas,
por lo que se instrumentaron diversos operativos para salvaguardar los
monumentos, así como una campaña para evitar concentraciones
masivas.
De hecho, una estrategia para enfrentar oleadas
y desalentar esta costumbre anual es invitar al público a conocer
sitios mucho menos concurridos.
“Y no podría ser de otra manera,
no hay nada que la sustente. Es una ocurrencia que además de
dañar el patrimonio, también expone innecesariamente a
los visitantes, pues además del peligro que implican las aglomeraciones,
los ahí reunidos se someten a radiaciones”.
Por esta razón, el profesor Lara y una
decena de especialistas del IGf visitarán, por segunda vez, uno
de los pueblos que más gente congrega en esta fecha para montar
ahí telescopios y dar pláticas de lo que realmente es
el Sol y en qué consiste el equinoccio.
“Estaremos el domingo en el ex convento de Tepoztlán y
nuestro propósito es platicar tanto con la gente del lugar como
con turistas rumbo a la pirámide del Tepozteco, que busquen cargarse
de energía. No buscamos polemizar con ellos, sino enseñarles
que la ciencia tiene algo muy importante que decir.
“Durante años el Sol estuvo en
un periodo anormal de inactividad, pero hace unos días comenzó
formalmente su ciclo número 24, algo que no sólo les explicaremos,
sino que verán si se deciden a asomarse a uno de nuestros telescopios
y ver las manchas que ha comenzado a generar el astro”, expuso.
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