Boletín UNAM-DGCS-798
Ciudad Universitaria
11:00 hrs. 19 de diciembre de 2010

Angelina Guerrero Luna


EL HIPERAPEGO PODRÍA ALTERAR EQUILIBRIO EMOCIONAL ENTRE MASCOTAS Y DUEÑOS

 

• Los humanos son egoístas al pensar que los animales pueden suplantar su soledad y tratarlos como personas para satisfacer sus carencias personales, dijo Angelina Guerrero Luna, de la FP de la UNAM
• María Montero y López Lena, de la misma Facultad, consideró que cuidar de una mascota y obtener una respuesta es motivante y crea un vínculo afectivo

En los últimos años, el número de mascotas en el país se ha incrementado de manera considerable, aunque los lazos estrechos podrían derivar en hiperapego, que altera el equilibrio emocional del dueño y el animal, señaló Angelina Guerrero Luna, de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.

Una de las desventajas de esta relación, dijo, radica en el egoísmo humano, que piensa que los animales pueden suplantar su soledad y los tratan como si fueran personas, humanizándolos con tal de satisfacer sus carencias personales.

Guerrero Luna indicó que las mujeres de edad madura son más reforzadoras de la conducta caprichosa, codependiente y sin límites de sus mascotas, aunque también los varones incurren en esa práctica.

Ello no contribuye al bienestar del animal, es decir, a su cuidado, salud y ejercicio físico, y se presenta en una relación ambivalente que desnaturaliza la vida de las mascotas, por un lado, y da una existencia artificial y de encierro, por el otro.

Con la desaparición de los límites interespecie y los derivados de las relaciones de jerarquía entre mascotas y amos, se generan confusiones, estrés e inseguridad entre ambos.

Las respuestas del animal pueden ir desde ansiedad y desesperación, hasta temor y sensación de abandono; pasa por el olvido si es confinado en departamentos, zotehuelas, azoteas, cornisas, o deambula como perros o gatos callejeros con efectos perniciosos en la comunidad.

Ello, refirió, deriva en respuestas agresivas hacia los individuos, y coloca a los animales en riesgo de salud con epizootias (enfermedad contagiosa que ataca a un número inusual de animales al mismo tiempo y lugar, que se propaga con rapidez); además, cuando son abandonados a su suerte son sacrificados o mueren en accidentes de tránsito.

El vínculo afectivo con mascotas

En tanto, María Montero y López Lena, también de la FP, expresó que las mascotas constituyen oportunidades de interacción más o menos positivas, según la capacidad del sujeto. Ese vínculo afectivo puede ser tan saludable o no, como uno interpersonal. Si se establece apego no es sólo por la mascota, sino por las necesidades del sujeto. No obstante, si se vive en soledad, un animal no necesariamente sufragará esa carencia.

Además, la soledad no necesariamente es una experiencia negativa, puede ser la ocasión para evidenciar un problema psicológico, o una oportunidad para trascender y lograr un grado de autoconocimiento.

Más perros y gatos que niños menores de nueve años

En México viven 23 millones de perros y gatos, población que supera a la de niños menores de nueve años que, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), es de 19.7 millones.

La cifra es similar a la de habitantes en el Estado de México (14.8 millones) y el Distrito Federal (8.8 millones), las entidades más pobladas del país (INEGI).

Entonces, México ocupa el primer lugar en tenencia de esas mascotas en comparación con el resto de América Latina, y es que la cifra de 23 millones haría suponer que hay un can o felino en cada uno de los 24.4 millones de hogares que existen en el país.

Lamentablemente, se estima que de los 18 millones de perros, sólo 30 por ciento está en un hogar, es decir 5.4 millones; el resto, son callejeros.

Guerrero Luna comentó que la egolatría humana también lleva a buscar satisfacciones personales morbosas con las capacidades de sus mascotas, que pueden ser usadas como herramientas para causar daño, como sucede con los perros de pelea, serpientes, arácnidos o aves de rapiña. Otro inconveniente se presenta si los pequeños las confunden con juguetes y los padres no inculcan el respeto.

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Fotos

María Montero y López Lena, de la FP de la UNAM.

Las mascotas constituyen oportunidades de interacción más o menos positivas, y ese vínculo afectivo puede ser tan saludable o no, como uno interpersonal.