• Especialistas de la UNAM pretenden
diseñar un fármaco que elimine al parásito
en la sangre del paciente infectado a través la biofisioquímica
• Se requiere un medicamento efectivo, que a las empresas
farmacéuticas represente ganancias económicas y de
tiempo, dijo el investigador de la FQ, Miguel Costas Basín
La mayoría de las empresas farmacéuticas
no están interesadas en obtener un medicamento que elimine
del cuerpo humano al parásito que provoca el mal de Chagas,
porque es una “enfermedad de la pobreza”, aseguró
el investigador Miguel Costas Basín, del Departamento de Fisicoquímica
de la Facultad de Química (FQ) de la UNAM.
Consideran que no es redituable invertir
varios años y millones de dólares para encontrar su
cura, pues las personas infectadas no cuentan con recursos económicos
para adquirir el fármaco; en este sentido, el único
mercado serían los gobiernos, añadió.
Por ello, el objetivo es encontrar un medicamento
efectivo que a las empresas les represente ganancias económicas
y de tiempo, para que sólo inviertan en las últimas
fases de investigación clínica necesarias para llevarlo
al mercado.
Costas Basín indicó que hoy
en día ese padecimiento es incurable; por ello, especialistas
en varias áreas del conocimiento de la UNAM pretenden diseñar
un fármaco que elimine el parásito en la sangre del
paciente.
En particular, colabora en este esfuerzo
colectivo con el empleo de la biofisioquímica, un área
que emplea los métodos experimentales y teóricos de
la fisicoquímica para estudiar sistemas bioquímicos.
El equipo de trabajo está formado por académicos, investigadores
y alumnos de licenciatura y posgrado de la FQ, del Instituto de Fisiología
Celular, la Facultad de Medicina, así como las universidades
de Barcelona y Santiago de Compostela, España.
El propósito es eliminar el parásito
del cuerpo, con la inhibición de una proteína que sea
crucial para él. La proteína “blanco” es
la triosa fosfato isomerasa, y su inhibición evitaría
el crecimiento exponencial de la concentración del parásito
en la sangre que, finalmente, daña el corazón y ocasiona
la muerte de la persona. Hasta el momento, se han estudiado potenciales
inhibidores, y el llamado V7, es el más exitoso. Sin embargo,
continúan las investigaciones, explicó.
Las chinches, el vector del mal de Chagas
En la conferencia La Biofisicoquímica
y el mal de Chagas, en el auditorio A de la FQ, manifestó
que esta enfermedad es ocasionada por el parásito Tripanosoma
cruzi –mide unos 0.02 milímetros-, que afecta tanto
a seres humanos como animales domésticos, y el vehículo
o vector para la introducción al cuerpo humano es una chinche.
Este insecto suele vivir en jardines, selvas
y especialmente en techos de paja y pisos de tierra; el nombre que
recibe depende de la región de ubicación. Por ejemplo,
en Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay la llaman vinchuca; en Brasil,
chupao; en México, besucona; en Centroamérica y Ecuador,
chirima.
Este padecimiento fue descubierto por el
doctor brasileño Carlos Chagas, quien trabajaba en la zona
del Amazonas y lo caracterizó a principios del siglo pasado.
Normalmente, la chinche pica en la zona de los pómulos de las
personas cuando están dormidas; inyecta un anestésico
para después sacar sangre, pero a una distancia de alrededor
de un centímetro y medio, también defeca.
El problema es que el individuo, al terminar
el efecto del anestésico siente un escozor por la picadura,
lo que provoca que se rasque y lleve las heces hacia el agujero donde
picó la chinche y se auto infecta.
Diagnóstico
En ocasiones, se diagnostica por medio del
ojo chagásico, que consiste en una inflación aguda,
pues el sujeto se suele rascar también esa zona y provoca la
hinchazón.
La enfermedad se desarrolla en dos fases:
la primera es la latente, que inicia con la picadura de la chinche
y puede durar de 10 a 15 años, durante los cuales el parásito
continúa en el torrente sanguíneo, sin síntomas
evidentes.
Sin embargo, en algún momento presenta
un crecimiento exponencial, lo que lleva a la fase crónica,
donde empieza a anidar principalmente en el corazón; causa
inflamación y la muerte del individuo por paro cardiaco; en
esta fase, los síntomas son parecidos a los de otras enfermedades
cardiacas, como dificultades para respirar o agotamiento al subir
escaleras.
De acuerdo con la Organización Mundial
de la Salud (OMS), este padecimiento, prácticamente exclusivo
de América, afecta a alrededor de 18 millones de personas,
aunque se sospecha que existen más casos que no se diagnostican
correctamente.
En este sentido, Costas consideró
que es necesario generalizar la prueba de sangre, para identificar
si una persona está infectada; asimismo, ayudaría a
generar mejores estadísticas. “La dificultad es económica
porque resulta inviable debido a su costo”, sostuvo.
Para concluir, indicó que este mal
provoca un estimado de 45 mil muertes al año, lo que significa
que por cada hora se presentan cinco defunciones.
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