Boletín UNAM-DGCS-520
Ciudad Universitaria.
14:30 hrs. 2 de septiembre de 2010

Gerardo Corzo


INVESTIGAN EL POTENCIAL ANALGÉSICO, ANTIBIÓTICO E INSECTICIDA DEL VENENO DE ARAÑA

 

• Gerardo Corzo, del Instituto de Biotecnología, estudia toxinas de tres especies de tarántulas que responden a receptores humanos del dolor y tienen efecto microbicida
• Se obtiene tras una leve descarga eléctrica que provoca una reacción defensiva del arácnido, sin dañarlo
• Con algunas toxinas se podrán desarrollar bioinsecticidas contra insectos específicos que afectan plagas agrícolas

Científicos de la UNAM investigan el potencial analgésico, antibiótico e insecticida del veneno de araña, con el que se podrán desarrollar en el futuro nuevos medicamentos para humanos y bioinsecticidas contra insectos que afectan las plagas agrícolas.

En el Instituto de Biotecnología (IBt), con sede en Cuernavaca, el investigador Gerardo Corzo indaga el potencial de unas 450 proteínas del veneno de tres especies de tarántulas: Brachypelma verdezy, Cyclosternum fasciatum y Aphonopelma seemani, todas presentes en México, no peligrosas para el ser humano.

Como los alacranes y las serpientes, las arañas contienen algunos péptidos, proteínas de tamaño muy pequeño.

“Tienen moléculas con la capacidad de ser analgésicas y antibióticas, esto es, pueden matar bacterias patógenas que infectan al hombre”, señaló en entrevista.

Las arañas utilizan su veneno para paralizar a la presa que van a ingerir y para alejar a sus depredadores. Pero algunas proteínas del veneno también afectan algunos receptores humanos que se pueden usar con beneficio propio.

“Las moléculas del veneno afectan canales iónicos de calcio, sodio, y potasio, pero en el humano algunos de ellos se relacionan con la percepción del dolor. Nuestra función es buscar qué moléculas en ese complejo son las que pueden tener esta función analgésica que reduce la percepción del dolor”.

En su investigación, Corzo y sus colaboradores han trabajado con tres especies de tarántulas, cada una de ellas con unos 150 componentes. “Algunos se repiten porque hay familias de compuestos, pero tienen cambios pequeñitos que son importantes”.

Varios experimentos para validar

En su estrategia, Corzo elige proteínas del veneno que no han sido descritas, pues busca algo novedoso. Hasta ahora ha descrito algunos compuestos antes desconocidos, dos de ellos con potencial analgésico.

Para validar el potencial de una proteína del veneno se requieren dos o tres tipos de experimentos específicos para validar la propiedad analgésica de un solo compuesto.

“Utilizamos un aparato que se llama “medición del dolor agudo” con un método de “hot plate” o plancha caliente, en el cual tomamos ratones, le ponemos una cantidad pequeña y no dañina de la toxina y medimos su percepción al dolor con ese aparato. En el primer paso medimos el efecto del dolor agudo de estos componentes en ratones. Luego mediremos la presión del dolor con otros métodos para corroborar si este primer ensayo sigue siendo específico hacia el dolor”, explicó.

De 150 componentes de un veneno, mediante un tamiz se han obtenido tres componentes analgésicos, que deberán someterse a los otros dos exámenes para verificar su potencial.

Para extraer el veneno, Corzo le da una pequeña descarga eléctrica a la tarántula, para hacerla expulsar la sustancia del mismo modo que lo hace cuando se acerca un depredador.

El veneno se lleva al laboratorio y ahí comienza el análisis de su composición química. “Filtramos para obtener el compuesto más apto o con la mayor actividad específica que buscamos”, señaló.
Con modelos de bacterias, miden también el potencial antibiótico y el efecto microbicida.

“Estos péptidos tienen moléculas hidrofóbicas que se insertan en las membranas celulares y forman agujeros, por donde se puede difundir mejor un antibiótico comercial. Así que una estrategia a futuro sería el desarrollo de medicamentos a partir de venenos que se combinen con antibióticos comerciales para hacerlos más eficientes”, comentó.

Proteínas sintéticas

Como el veneno de las arañas se produce en cantidades muy pequeñas, en el laboratorio, Corzo y su grupo identifican y aíslan las proteínas con potencial para luego reproducirlas.

“El proceso se puede realizar mediante síntesis química o a través de expresión molecular, por medio de la técnica de ADN recombinante”, explicó.

Actualmente, el investigador trabaja en la obtención de una cantidad suficiente de las proteínas con potencial para identificar a los receptores a los que responde el ser humano.

Aunque falta mucho camino por andar, Gerardo Corzo tiene las tres líneas de investigación abiertas: para la obtención de antibióticos y analgésicos en el caso de futuros medicamentos para humanos, y otra, para el desarrollo de bioinsecticidas que ataquen a insectos específicos, pues así se garantiza su eficiencia para el control de plagas y la inocuidad para otras especies.

 

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Fotos

Gerardo Corzo, investigador del Instituto de Biotecnología (IBt), con sede en Cuernavaca.

Indaga el potencial de 450 proteínas del veneno de tres especies de tarántulas: Brachypelma verdezy, Cyclosternum fasciatum y Aphonopelma seemani, todas presentes en México.