Boletín UNAM-DGCS-431
Ciudad Universitaria.
06:00 hrs. 20 de julio de 2010

Enrique Mariño Pedroza


LOS MÁNTIDOS Y LA CAPACIDAD DE MIMETISMO

 

• Adoptan múltiples formas y tonalidades para capturar a sus presas o evitar a los depredadores, señaló Enrique Mariño Pedraza, del IB de la UNAM
• Por estar soportada por un cuello flexible, su cabeza puede girar 180 grados, lo que le permite vigilar un campo visual de 360 grados
• Por su carácter enigmático el ser humano los ha representado en obras artísticas y son objeto de estudio en diversos campos científicos

En México, se han reportado alrededor de 50 especies de mántidos de las casi dos mil 500 conocidas a nivel mundial; estos insectos se caracterizan por su capacidad de mimetismo, porque pueden adoptar distintas formas de hojas, ramas o flores, así como múltiples coloraciones que los protegen de sus depredadores, destacó Enrique Mariño Pedraza, del Instituto de Biología (IB) de la UNAM.

Son fácilmente reconocibles por sus patas anteriores raptoras (sirven para sujetar o atrapar), que posicionan de tal forma que parece que están rezando. “De hecho, es la causa por la que comúnmente se les conoce como rezadera, religiosa o mantis, término utilizado por los antiguos griegos y significa profeta o adivino”, señaló.

Los mántidos poseen una asombrosa capacidad para camuflajearse, abundó. Pueden adquirir la coloración y aspecto de ramas, hojas, hormigas o flores del entorno, e incluso algunas pueden confundirse con orquídeas.

Se distinguen por ser dicroicos, pues los adultos o “imagos” (último estadio del desarrollo de un insecto) de una misma especie, independientemente de su género, pueden tener más de una coloración, que puede ser verde, parda, grisácea, rojiza o pajiza.

Al adoptar múltiples formas y tonalidades pueden efectuar una captura segura de sus presas o evitar a sus depredadores, explicó el especialista del Departamento de Zoología del IB.

Un mito en torno a las mantis es creer que son venenosas; ninguna representa peligro para el hombre. Por el contrario, debido a sus cualidades para la caza, a principios del siglo XX se introdujeron a Estados Unidos las especies europea (Mantis religiosa) y china (Tenodera aridifolia sinensis), para el control biológico de plagas.

Posteriormente, la asiática siguió siendo utilizada como predadora de jardines, pero al alimentarse indiscriminadamente, arrasó con insectos tanto perjudiciales como benéficos; por lo tanto, los resultados no fueron del todo satisfactorios, indicó.

La mayoría se puede encontrar en regiones tropicales y subtropicales, aunque también es posible hallarlos en bosques secos, desiertos y zonas templadas.

En la región Neotropical, donde se ubica México, se han registrado 474 especies distribuidas en 91 géneros y seis familias; específicamente en nuestro país se han reportado 50 especies pertenecientes a 21 géneros y cinco familias, distribuidas en 16 estados como Veracruz, Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Tabasco, entre otros, recordó.

Los mántidos y el canibalismo

Los mántidos cometen ocasionalmente canibalismo cuando emergen las ninfas, porque los propios hermanos se convierten en el primer alimento que tienen a la mano.

En cuanto al canibalismo sexual, Mariño Pedraza apuntó que durante, o después de la cópula, la hembra suele arrancar la cabeza del macho, pero ésta es sólo una característica de la Mantis religiosa, aunque algunas otras especies la presentan cuando están en cautiverio.

Por ser depredadores voraces, se alimentan de víctimas vivas como moscas, pulgones e invertebrados en general. En casos extraordinarios, algunos de gran tamaño pueden comer ranas pequeñas, serpientes, colibríes o ratones, y también se ha descubierto que pueden complementar su ingesta con polen.

Basándose en el mimetismo, utilizan la técnica de la emboscada para atrapar a sus presas; su primer par de patas prensiles están adaptadas para la sujeción; tienen espinas y ganchos capaces de abrirse y cerrarse en cinco milésimas de segundo, lo que hace efectiva la captura de sus víctimas, detalló.

Morfología

Estos insectos están emparentados con las cucarachas (orden blattodea) y con las termitas (orden isóptera), pues comparten algunas características morfológicas.

Generalmente, los mántidos son de gran tamaño; algunos alcanzan los 17 centímetros, aunque también los hay de un centímetro de longitud. Las hembras son más grandes, pueden medir el doble que los machos.

Al igual que todos los insectos, acotó, el cuerpo de la mantis consta de tres segmentos: cabeza, tórax y abdomen.

La cabeza, de forma triangular, tiene dos grandes ojos compuestos y en el centro presenta tres ojos primitivos u ocelos; además, un par de antenas filiformes o plumosas y un aparato bucal masticador, que se caracteriza por sus resistentes mandíbulas. Puede girar 180 grados por estar soportada por un cuello flexible, que le permite vigilar un campo visual de 360 grados.

En el tórax presenta dos patas prensiles con las que captura a sus presas, y los dos pares restantes son ambulatorios; el par metatoráxico cuenta con un órgano auditivo capaz de detectar los ultrasonidos que son empleados por sus depredadores nocturnos, como murciélagos.

También tienen uno o dos pares de alas, el primero de naturaleza coriácea y reducido a escamas dorsales, y las segundas, membranosas y más desarrolladas; su abdomen es alargado con ocho segmentos, en el caso de las hembras, y seis, en los machos, añadió.

Entre los mántidos se presenta el dimorfismo sexual, siendo la hembra de mayor tamaño y robustez, pues su abdomen debe estar preparado para albergar los huevos y tener una reserva de proteínas durante la procreación y desarrollo.

Apareamiento

La temporada de apareamiento generalmente comienza en el otoño –a finales de septiembre y hasta inicios de diciembre–; el macho corteja a la hembra, la monta y sujeta con sus patas delanteras hasta inmovilizarla y depositar en la entrada del orificio genital el espermatóforo (bolsa que contiene los espermatozoides).

Según la especie, la hembra puede poner entre 60 y 400 huevos, que son depositados en una masa espumosa producida por sus glándulas abdominales.

El desarrollo y diapausa se presentan en invierno, y en la primavera las ninfas eclosionan de los huevos.

Con el tiempo, prosiguió, las larvas presentan un número de mudas variable, de tres a 12, sin importar que sean de la misma especie; en este proceso intervienen factores como la temperatura, humedad y sexo, entre otros, aunque en promedio alcanzan la adultez en tres meses.

Finalmente, Mariño señaló que los mántidos han tenido un carácter enigmático y misterioso para el hombre, lo que ha provocado que desde hace siglos sean representados en obras literarias o artísticas, y más recientemente hayan sido objeto de estudio en diversos campos de la ciencia como la taxonomía y fisiología etología, entre otros.

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Fotos

Los mántidos pueden adoptar distintas formas de hojas, ramas o flores, así como múltiples coloraciones que los protegen de sus depredadores, destacó Enrique Mariño Pedraza.

En México se han reportado alrededor de 50 especies de mántidos de las casi dos mil 500 conocidas a nivel mundial.