Algunos especialistas consideran que en las últimas
décadas se ha incrementado, hasta en 32 por ciento, la incidencia
de autismo; sin embargo, no se sabe si la cifra aumentó por
un número adicional de casos, o porque haya crecido la cantidad
de sujetos diagnosticados, señaló Alejandro Molina
López, académico de la Facultad de Medicina (FM) de
la UNAM.
De acuerdo con un estudio norteamericano, se determinó
que en 1970 se reportaban seis afectados por cada 100 mil habitantes,
y en 2009, hasta 44 por cada 100 mil.
“A nivel mundial, la prevalencia del autismo es de
cuatro por cada 10 mil, y es mayor en el sexo masculino, con una
proporción de hasta cuatro por uno” puntualizó
el especialista.
En la actualidad, no se tienen claras las causas que dan
origen a esta enfermedad. Se han formulado hipótesis donde
se piensa que algunos factores ambientales desencadenan la incidencia,
como la intoxicación por mercurio.
En este sentido, puntualizó, se trata de un padecimiento
aún “joven”, porque a diferencia de otras afecciones
psiquiátricas, fue descrito en 1943 por algunos especialistas
que lo asociaron como parte de los trastornos del desarrollo.
La palabra autismo proviene del griego auto (de autós,
"propio o uno mismo"), y se distingue por ser una entidad
donde el niño o adulto está “encerrado en sí
mismo”, lo que implica dificultad para interrelacionarse con
los demás.
Molina López explicó que más que una
enfermedad es un conjunto de condiciones, conductas y situaciones
neurobiológicas que conllevan a un comportamiento observable,
caracterizado por anormalidades en las relaciones sociales, la comunicación
y la presencia de conductas repetitivas o estereotipadas.
Al vivir encerrado en sí mismo, el sujeto tiene
dificultad para convivir con los demás, pues presenta alteraciones
de comunicación, tanto verbal como escrita; Asimismo, no
puede desarrollar adecuadamente la comunicación no verbal,
como comúnmente lo hacen las personas “normales”,
también llamadas “neurotípicas”.
Las conductas estereotipadas consisten en movimientos o
vocalizaciones repetitivas, que realizan una y otra vez sin un objetivo
aparente; los más frecuentes son el de manos, cara, o la
vocalización de ruidos o gruñidos extraños.
Generalmente, indicó, se confunde con retraso mental,
pero son diferentes; en este último existe una disparidad
o inconsistencia entre la edad real y la edad mental, y el individuo
mantiene su capacidad de relacionarse y comunicarse. En cambio,
en el autismo se tienen problemas para relacionarse con el medio
externo, pudiendo haber o no discapacidad mental.
Afecciones neurobiológicas
El autismo forma parte de los Trastornos Generalizados
del Desarrollo, entidades que se presentan cuando ciertas funciones
de comunicación y relación se manifiestan en forma
anormal. Algunos aspectos que caracterizan a este padecimiento es
el incremento de peso en algunas zonas del cerebro, indicó
Molina López.
Asimismo, expuso, se presenta un aumento de la sustancia
blanca, que contiene a los axones –prolongaciones de neuronas
que conducen el impulso nervioso de una célula a otra–,
así como una disminución en los cuerpos o somas neuronales,
que en conjunto forman lo que se conoce como sustancia gris.
También se ha visto que en el cerebelo existe un
número reducido de células de purkinje, lo que resulta
en una afectación no sólo de la función motora,
sino también a nivel cognoscitivo y de relación.
Además, se manifiesta una elevación de la
densidad celular en el sistema límbico (cerebro primitivo),
que está dentro del lóbulo temporal y tiene que ver
con la reactividad ante los estímulos internos, como las
emociones y el miedo, lo que explica que las personas con autismo
sean más sensibles y vulnerables al estrés.
El investigador especificó que una parte de este
padecimiento es hereditario, aunque también influye la interacción
con el ambiente. Se sabe que el factor genético interviene
porque en los gemelos idénticos la concordancia del desarrollo
del autismo llega a ser superior al 90 por ciento, y también
su presencia es mayor en personas que tienen antecedentes familiares.
Características de los autistas
De acuerdo con estudios, se ha determinado que los autistas
no siempre se dan cuenta que sufren estigmatización de parte
de la sociedad, porque su capacidad de relación está
disminuida; en cambio, su familia sí puede percatarse del
rechazo, señaló.
De acuerdo a su capacidad de desenvolvimiento social, se
clasifica en dos grupos: autismo de bajo o alto funcionamiento.
En el primer caso, se caracterizan por estar más
aislados o con menor posibilidad de comunicarse; en el segundo,
mantienen un mayor contacto y pueden funcionar mejor dentro de la
colectividad, pero son más reactivos a la sensibilidad a
causa de la estigmatización y falta de aceptación.
Esa situación puede desencadenar en otras entidades
psiquiátricas, como los trastornos depresivos o ansiosos.
Un aspecto contradictorio del autismo, es que a pesar de
las dificultades para relacionarse y comunicarse, en algunos casos
se llegan a desarrollar capacidades superiores a la normal, especialmente
en el campo de las matemáticas o aritmética.
Por ejemplo, mientras que 0.5 por ciento de la población
neurotípica es capaz de efectuar labores extraordinarias
en esas áreas, los autistas pueden hacerlo hasta en un 10
por ciento. Incluso, se piensa que debido a sus conocimientos extraordinarios,
probablemente genios como Albert Einstein e Isaac Newton fueron
autistas de alto funcionamiento.
Terapias y tratamientos
Para incrementar la socialización de niños
autistas, es necesario que los familiares los lleven a terapias
de juego, pues de esta manera pueden lograr un mayor acercamiento
con las personas, aseveró.
Asimismo, es recomendable que las personas allegadas comprendan
que el paciente requiere cuidados especiales, y no intentar verlo
como alguien “normal”, para evitar frustraciones.
En ocasiones, es necesario recurrir a un tratamiento farmacológico
para un mejor control conductual, pues llegan a tener comportamientos
disruptivos que afectan más su relación con la sociedad,
por lo que es frecuente que les receten antipsicóticos para
disminuir la agitación y los comportamientos estereotipados.
El objetivo de la rehabilitación es que se optimice
su capacidad de comunicación e interrelación con los
demás; así, uno de bajo funcionamiento podría
llegar a mejorar sustancialmente, o los de alto funcionamiento,
impulsar alguna capacidad extraordinaria, impactando positivamente
en los terrenos individual y social.
Una familia con un integrante autista sufre estrés
y desgaste emocional o físico; por ello, se debe aceptar
el problema y acudir a terapia de salud mental.
En México se necesita mayor infraestructura y difusión
México cuenta con un grupo importante de especialistas
y clínicas que tratan a personas autistas; su objetivo es
incorporarlos a la sociedad en la medida de lo posible, expuso.
Aunque existen herramientas que permiten su detección
temprana, aún falta investigación que ayude a comprender
por completo las causas y el tratamiento.
Sin embargo, dijo, la atención está centralizada
en las urbes, por lo que muchos niños en los medios no urbanos
son mal diagnosticados con retraso mental, o como normales con alteraciones
en la conducta.
“Hace falta infraestructura, financiamiento y difusión
para el dictamen y tratamiento y, sobre todo, se necesita sensibilización
de la población acerca de este trastorno”, concluyó.