AEn la actualidad, México ocupa el segundo lugar
a nivel mundial en sobrepeso y obesidad, y por tanto, es posible
que también aumente la prevalencia de pacientes con hiperuricemia
(altos niveles de ácido úrico), que origina la enfermedad
denominada “gota”.
Este padecimiento se asocia a cálculos renales,
hipertensión arterial, aumento de colesterol, triglicéridos
y diabetes, destacó Carlos Lavalle Montalvo, jefe de la Subdivisión
de Especializaciones Médicas de la División de Estudios
de Posgrado de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.
La hiperuricemia también es conocida como la “reina
de las enfermedades” o la “enfermedad de los reyes”,
porque se relaciona con un “buen nivel de vida”, toda
vez que el paciente ingiere alimentos ricos en purinas, es decir,
grasas y proteínas como carnes rojas, leguminosas, vino o
cerveza, que favorecen un ataque de gota.
Desde el punto de vista epidemiológico, tiene una prevalencia
que oscila entre el 2.4 y 4.7 por ciento en la población,
principalmente masculina, entre los 20 y 50 años de edad.
Las mujeres la presentan, pero con menor frecuencia, sobre todo
cuando entran a la menopausia.
Es uno de los 180 padecimientos que comprende la reumatología.
Inicialmente, se manifiesta con un ataque agudo de gota, que se
caracteriza por dolor intenso, frecuentemente sólo en una
articulación; usualmente comienza en el primer dedo (gordo)
del pie (podagra), se hincha y la piel se enrojece por el calor
que provoca la inflamación.
“Los ataques de gota afectan con mayor frecuencia
a articulaciones previamente vulneradas; entonces, pueden dañar
codos, manos, rodillas o pies, a tal grado que la persona no puede
caminar cuando son estropeados los miembros inferiores. El dolor
por lo general es de inicio nocturno, y puede ser tan intenso que
el paciente no tolera ni el peso de las sábanas", explicó
el especialista.
La duración de la crisis es, por lo general, de
tres a seis días, pero si no se trata adecuadamente, puede
ser de hasta una o dos semanas, advirtió.
Después del primer ataque, prosiguió, pueden
pasar varios años –dos, cinco o más –
para que se manifieste de nuevo; sin embargo, en ocasiones el defecto
genético es tan importante, que se presenta varias veces
a lo largo de 12 meses.
Conforme transcurre el tiempo, estos periodos intercríticos
son más frecuentes, lo que conlleva a la destrucción
de las articulaciones y, finalmente, a la invalidez.
El prototipo del paciente con gota reúne ciertas características:
siente dolor, camina con dificultad, es obeso y tiene antecedentes
de cálculos renales, hipertensión y diabetes; por
ello, debe hacerse una valoración integral de su estado de
salud, acotó.
Tratamiento integral
Este padecimiento debe manejarse integralmente –de
preferencia por el reumatólogo y un médico internista–,
aunque entre cada periodo intercrítico el enfermo se sienta
sano. Este tipo de pacientes no son fáciles de tratar, porque
entre los ataques de gota se sienten mejor y abandona el tratamiento
con facilidad; “sin embargo, los ataques son cada vez más
frecuentes, y sólo así el afectado se percata de la
gravedad del asunto”, mencionó.
En el organismo del ser humano, el ácido úrico
no tiene ninguna función natural, porque es producto de la
degradación de las proteínas. Este compuesto se crea
cuando el organismo descompone sustancias llamadas purinas, que
se encuentran en algunos alimentos y bebidas.
Generalmente, se disuelve en la sangre y después
transita hacia los riñones, donde es desechado por medio
de la orina. Sin embargo, el cuerpo no lo puede expulsar cuando
contiene altos niveles en la sangre, lo que se denomina hiperuricemia.
“El problema es que no poseemos la enzima uricasa, encargada
de eliminar esa sustancia”, indicó Lavalle.
El sujeto tiene un grave riesgo de ser un mal paciente
si no entiende que entre los periodos intercríticos se sentirá
bien, pero ello no significa que esté sano; de ahí,
la necesidad de adquirir conciencia sobre esta enfermedad y modificar
los hábitos de vida, aconsejó.
Es indispensable cumplir las indicaciones del médico
para estabilizar los niveles de ácido úrico, como
una dieta balanceada, consistente en la ingesta de carnes blancas
como pescado y pollo, así como verduras, con restricción
de proteínas y carbohidratos (carnes rojas, mariscos, bebidas
alcohólicas).
Los medicamentos utilizados para controlar el proceso agudo de gota
son los antiinflamatorios no esteroideos y la colchicina, que deben
ser prescritos por un especialista. Asimismo, el alopurinol, que
bloquea la producción de ácido úrico, no debe
recetarse en los ataques agudos, y su consumo debe ser paulatino,
hasta abatir ese compuesto por debajo de siete mg/dL en suero.
También, se requiere una reducción gradual
de peso, alrededor de uno o un kilogramo y medio por mes, porque
una disminución brusca puede derivar en la liberación
de proteínas que eleven el ácido úrico. Asimismo,
es preciso mantener la hidratación del cuerpo con líquidos,
pero evitar bebidas alcohólicas.
El ejercicio moderado es fundamental para aminorar la resistencia
a la insulina, que ocasiona diabetes; esto ayudará a mantener
la presión arterial en niveles adecuados y reducir grasa
corporal, para una correcta síntesis de proteínas,
concluyó.