Es necesario que los jóvenes mexicanos tengan espacios
de participación donde puedan escuchar o hacer su música,
y expresen sus manifestaciones culturales. Así se fomentaría
su creatividad y tendrían vías tanto para canalizar
inquietudes, deseos e inconformidades, como para satisfacer sus
demandas, dijo Héctor Castillo, del Instituto de Investigaciones
Sociales (IIS) de la UNAM.
Como fenómeno social, la música ha tenido
un gran impacto en las nuevas generaciones, sea a favor o en contra;
los chicos que hoy en día se aglutinan u organizan en torno
a distintas preferencias sonoras, políticas o estéticas,
han sufrido estigmatización.
Castillo puntualizó que si los adolescentes tuvieran
sus propias áreas recreativas, sería más probable
que utilizaran la música como una herramienta no sólo
para disfrutarla y vivirla, sino para aprender e incluso educarse.
“Aunque parece un mecanismo de enajenación o mediatización,
en realidad puede crear el efecto contrario; pero para ello, se
requieren lugares de expresión”.
La música, dijo, tiene una función social.
Por ejemplo, a finales de los años 50, al triunfo de la revolución
en Cuba, los castristas adoptaron el son como una alternativa para
impartir educación popular, porque sabían que no tenían
escuelas ni infraestructura.
Sin embargo, hoy algunas propuestas sonoras sólo
son utilizadas para generar formas de consumo, sea en la forma de
vestir, el maquillaje o el comportamiento.
El especialista explicó que, desde la década
de los 60, se empezó a analizar la influencia de los ritmos,
porque con la sofisticación de la tecnología, las
personas entraron en contacto con diversos estilos a nivel mundial.
Entonces, descubrieron que había personas que compartían
un mismo lenguaje, que comenzaba a transformarse a través
de las canciones.
“A través de la música se asimilaron
valores, creencias, estilos, modas, formas de comportamiento y,
además, se creó una especie de mito donde se convertía
en la gran transmisora de valores, ideas y modernidad”, destacó
el investigador.
Cada día, concluyó, se generan canales de
expresión que reflejan las nuevas formas de influencia melódica
que impactan a la sociedad; por ello, se debe impulsar la creación
de nuevos espacios donde los chicos se puedan desenvolver.