• La economía planetaria
está basada en los combustibles fósiles; mientras
no se centre en energías alternativas será difícil
acoplar lo económico y lo ambiental, dijo Víctor
Barradas Miranda, del Instituto de Ecología
• Hay algo que todos podemos hacer para detener el deterioro
ambiental del planeta: ahorrar agua y energía en nuestra
propia casa.
“Invertir en una regadera que, en principio, cuesta
10 veces más, pero que ahorra agua y energía, y
utilizar focos ahorradores para hacer más eficiente el
uso de la electricidad doméstica, son actividades posibles
y útiles para reducir las emisiones de gases de efecto
invernadero”, dijo el investigador Víctor Barradas
Miranda, del Instituto de Ecología (IE) de la UNAM.
En el Día Mundial del Medio Ambiente, que desde
1972 se celebra cada 5 de junio para fomentar acciones a favor
de los ecosistemas, Barradas Miranda recordó que la economía
planetaria está todavía basada en los combustibles
fósiles, especialmente en el petróleo.
Mientras no exista un cambio de fondo y la economía
no rote hacia las energías alternas, será muy difícil
acoplar lo económico y lo ambiental para detener el deterioro
del planeta, que incluye asuntos globales como el cambio climático
y la acelerada extinción de especies vegetales y animales.
A nivel individual, el ahorro de agua y de energía
son acciones útiles, porque la Tierra es un ente viviente,
donde el medio ambiente es como una gran trama tridimensional
en la que algo estamos haciendo actualmente que tendrá
efecto dentro de 50 ó 100 años, aunque no se perciba.
“Cuando comenzó la Revolución Industrial
se quemaron combustibles fósiles en grandes proporciones,
y se pusieron grandes cantidades de dióxido de carbono
(CO2) en la atmósfera. Desde entonces, se han generado
muchos gases de efecto invernadero y ahora estamos resintiendo
el cambio climático”, señaló.
De acuerdo con datos del Programa de Naciones Unidas
para el Medio Ambiente (PNUMA), la actividad humana ha acelerado
la extinción de especies mil veces más que su tasa
natural.
Este daño afecta a una enorme variedad de plantas,
insectos, aves y mamíferos, que reducen su presencia en
la Tierra, mientras avanza la sobrepoblación humana con
necesidades de consumo de alimentos, agua y energía, tres
ejes que han desequilibrado la “trama” de la urdimbre
ecológica.
Según el PNUMA, 17 mil 291 especies
están en vías de extinción, y muchas desaparecen
antes de que hayan sido descubiertas e identificadas.
La razón principal de este deterioro es un equivocado
enfoque de desarrollo, que ha talado los árboles de selvas
y bosques, drenado la mitad de los humedales del mundo y empobrecido
tres cuartas partes de la población de peces.
En este 2010, el lema del Día
Mundial del Medio Ambiente es “Muchas especies. Un planeta.
Un futuro”. La frase es un llamado urgente a conservar la
diversidad de vida en el planeta, es decir, cada uno de los hilos
que forman la trama de la compleja tela que es la biodiversidad.
“Cuando tenemos problemas es cuando nos damos cuenta
de la actividad y la importancia del medio ambiente. Por ejemplo,
los bosques son fundamentales para generar oxígeno, pero
apenas producen el 20 por ciento, y los océanos generan
el 80 por ciento. Pero mientras tengamos aire, no lo percibimos,
y se sigue contaminando seriamente a esas porciones de agua”,
comentó. Una solución sería darle un valor
económico a la naturaleza.
“Durante años nos dijeron
que el agua era un recurso infinito, que nunca se iba a acabar y
tenía un valor económico cero. Quizá de ahí
viene nuestra percepción”, finalizó.
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Víctor
Barradas Miranda, del Instituto de Ecología de la UNAM.

Efectos del cambio climático en los glaciares.
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