Más allá de la apariencia, el mero hecho
de hablar con acento indígena provoca discriminación
cuando se busca trabajo, como demostró un experimento realizado
por Roland Terborg, investigador del Centro de Enseñanza
de Lenguas Extranjeras (CELE) de la UNAM.
“No importa que se use la sintaxis adecuada o un
perfecto español; con mucha más frecuencia de lo
que se esperaría, la actitud de los empleadores ante alguien
que al expresarse oralmente revele su pertenencia a un pueblo
originario es la de decir ‘tú no hablas bien, y aquí
necesitamos a alguien que sí lo haga’”, acotó
el profesor de origen alemán.
Para demostrarlo, el académico pidió se
hicieran dos grabaciones, como si telefonearan a un lugar donde
hay vacantes; primero, hablando un español estándar,
y luego, con acento otomí. Acto seguido, se pidió
a 100 personas que escucharan las cintas, y con base a ello, asignaran
un puesto al individuo, que podía ir desde la intendencia,
hasta la gerencia.
Los datos que arrojó el experimento demostraron
que los colaboradores se decantaron por quien habló sin
acento indígena para cargos de mando, mientras que asignaron
trabajos como afanador, chofer o jardinero, a quien reveló
su pertenencia a la comunidad otomí, pese a que en ambos
casos se trataba del mismo individuo.
“Ante este tipo de situaciones, cada vez es más
común que en los poblados indígenas, los padres
desalienten a sus hijos en el aprendizaje de su lengua materna,
y opten por hablar sólo español, pues están
conscientes de la desventaja social”, acotó el profesor.
Lenguas en peligro de extinción
“Cada vez que desaparece una lengua se pierde una
manera de ver el mundo y algo que se formó durante siglos
en una comunidad”, señaló Terborg, quien añadió
que como las especies animales, muchos idiomas están en
un severo peligro de extinción.
Tal es el caso del zoque ayapaneco, que ya sólo
es hablada por dos ancianos del poblado de Jalpa de Méndez,
Tabasco que, para colmo, se pelearon hace años y ya no
se dirigen la palabra. Y en una situación similar se encuentran
tres decenas de lenguas (de un total de casi 70) que podrían
desvanecerse en México en el corto plazo.
El fenómeno, es que todavía hace algunas
décadas los bisabuelos hablaban la lengua originaria, lo
hacían poco, pero la entendían, los padres la entendían;
las generaciones actuales no la hablan, y menos la entienden,
lo que ejemplifica qué tan rápido se puede perder
una forma de expresión que tomó cientos de años
en formarse, añadió.
Crear conciencia para rescatar un legado
Una clave para preservar una lengua es hacer que ésta,
en vez de representar un estigma, sea fuente de identidad, como
se observa en el poblado quintanarroense de José María
Morelos, donde los pobladores están tan orgullosos de ser
hablantes de maya, que hasta los taxistas dialogan con su pasaje
en esa lengua, y si éste no la sabe, lo invitan a que la
aprenda, señaló el catedrático.
Ésta es la clave, cambiar la actitud de las personas,
indicó Terborg, quien recordó que eso explica que
una lengua como el guaraní, en Paraguay, sea oficial, o
que en Irlanda sea requisito aprender el irlandés para
acceder a la educación superior.
El problema es que en México poco se ha hecho
para rescatar las lenguas que se están perdiendo, por lo
que Terborg se ha dado a la tarea de investigar en las comunidades
en las que las formas de expresión oral originaria está
por desaparecer.
“Se trata de una suerte de crónica de una
muerte anunciada, pero de lo que se trata es de trabajar como
un médico que realiza una autopsia, para aprovechar los
conocimientos obtenidos y evitar que más lenguas sigan
desapareciendo”, concluyó el académico.