Científicos universitarios, encabezados por Jorge
Morales Montor, del Instituto de Investigaciones Biomédicas
(IIBm), descubrieron que el fármaco denominado tamoxifeno
–bloquea los efectos de la hormona de estrógeno en
el cuerpo y se usó en clínica de cáncer estrógeno
dependiente, como el de mama– no sólo inhibe, sino
que puede matar al parásito Trichinella spiralis,
que es capaz de infectar a cualquier mamífero, y representa
un problema de salud veterinaria por su afectación al ganado
porcino y vacuno.
La triquinelosis también puede dañar la
salud humana. En México existen áreas endémicas
para la proliferación de la enfermedad, como las zonas
rurales; igualmente, es frecuente en regiones asiáticas,
donde se consume mucho cerdo. Asimismo, en Europa se considera
un padecimiento emergente por el consumo de carne de caballo;
es aún más común que la cisticercosis, dijo
el científico.
El grupo de Morales Montor encontró que, in
vitro, el tamoxifeno tiene un efecto inhibitorio sobre la
triquinelosis. “En otras infecciones, como teniosis, también
funciona, pero en menor grado. Es interesante, porque parece que
depende de la fisiología del propio parásito”.
El hallazgo es importante, consideró, porque se
tiene al alcance un fármaco del que se conoce todo: dosis,
efectos colaterales y cómo se elimina; es un producto potencialmente
utilizable, por lo que está en proceso la patente, no del
medicamento, sino de su nuevo uso.
Por su interés, la investigación “Efectos
de los esteroides sexuales y análogos hormonales en el
desarrollo y diferenciación del parásito Trichinella
spiralis. Nuevos usos a viejos fármacos en enfermedades
parasitarias de importancia veterinaria”, fue reconocida
recientemente con el Premio Canifarma Veterinaria 2009 Dr.
Alfredo Téllez Girón Rode, en Investigación
Básica.
El universitario explicó que la mayoría
de animales enfermos por ese parásito se registra en comunidades
rurales, y el consumo de su carne representa un riesgo, por ser
fuente de infección en humanos.
Trichinella es un gusano dimórfico, es
decir, hay tanto machos cómo hembras; es un parásito
intestinal que produce, en su estadio adulto, una larva que migra
e invade diferentes tejidos, y puede llegar a pulmones y vísceras;
es debilitante, y en una carga grande puede ser mortal, alertó.
Los diferentes estadios larvarios se desarrollan dentro
del hospedero definitivo. Las larvas que se liberan en el primer
tercio del intestino del puerco, caballo o humano, son las efectivas
para producir la enfermedad. “Nos interesa que el parásito
no pase de la mucosa intestinal, de lo contrario desarrolla su
ciclo de vida; si se detiene a tiempo, se puede inhibir, interrumpir
su desarrollo y erradicarse”, señaló.
Existen métodos de control bien establecidos,
uno de ellos es el tratamiento con albendazol. Sin embargo, el
parásito comienza a registrar resistencia al fármaco,
así como síntomas colaterales en grupos susceptibles.
De ahí la importancia de encontrar nuevos métodos
de control, como éste, cuya investigación ha sido
financiada por la Dirección General de Asuntos del Personal
Académico de la UNAM, el Conacyt y la Fundación
Miguel Alemán.
Morales Montor refirió que los machos son más
propensos que las hembras. Por ello, comenzaron a estudiar el
papel de los esteroides sexuales en la triquinelosis, y han podido
demostrar que, en el contexto fisiológico, la enfermedad
depende de ellos.
“Si se coloca al gusano en concentraciones de esteroides
sexuales, que son las que circulan normalmente en los dos sexos,
existe un efecto muy claro”. Los andrógenos parecen
favorecer la muda y la diferenciación del parásito,
que madura con mayor rapidez y se vuelve ‘efectivo’
antes; ésta es una de las razones para que los machos sean
más susceptibles.
En contraste, las hormonas femeninas retardan ese crecimiento.
Con esas bases se descubrió el nuevo uso para algunas “anti-hormonas”,
fármacos que ya están en el mercado y tienen diversos
usos en la medicina humana.
Luego de obtener resultados positivos in vitro,
y estar en la fase de probarlos in vivo, se ampliará
el estudio en un proyecto de colaboración con científicos
de Francia. La meta es, una vez encontrada la estructura a la
que se une el tamoxifeno en el parásito, hacer modelaje
y un medicamento específico, que no tenga efectos secundarios
y dañe sólo al parásito.
El nuevo tratamiento podría aplicarse primero
a las poblaciones abiertas de cerdos; su uso sería seguro
porque el tiempo de eliminación del fármaco es corto,
y no llegaría a los humanos, en caso se ingerir la carne,
aseguró.
Contra el cáncer, el tamoxifeno se administra
en forma de pastillas, inyección o parche, de acuerdo a
necesidades y costo. En el ganado, el modo de aplicación
tendría que evaluarse y determinar sus efectos.
Para la industria sería un producto que llegue
al mercado, sobre todo de mascotas, o que las autoridades lo adquieran
para su aplicación en animales de zonas rurales, donde
no hay adecuado control sanitario. Aunque en este caso lo más
difícil sería la logística para su uso en
áreas alejadas o de difícil acceso, finalizó
Morales Montor.