En 595 sitios del planeta se concentran 794 especies
de animales y plantas en inminente peligro de extinción.
La mayoría son pequeñas, con poca movilidad y áreas
de distribución restringida, señala un reporte de
la Alianza para la Extinción Cero (AZE, por sus siglas
en inglés), comentado en la UNAM por el secretario de ese
organismo, Michael Parr.
Según el diagnóstico de la AZE, México
tiene el 10 por ciento de las áreas con especies en condición
crítica, ubicadas en la Sierra de Juárez, Oaxaca;
la selva de Los Tuxtlas, Veracruz; las Islas Revillagigedo, Colima,
y la Isla de Cozumel, Quintana Roo, entre otras.
Por ser uno de los cinco países megadiversos del
mundo que contienen gran endemismo, académicos del Instituto
de Biología (IB) de esta casa de estudios, junto con organismos
ambientales no gubernamentales y la AZE, trabajan en la creación
del Capítulo México de la Alianza para la Extinción
Cero.
Se trata de un esfuerzo conjunto para detener la pérdida
de especies de animales y plantas en el país, utilizando
un modelo implantado por la AZE, que identifica y conserva sitios
naturales en donde esos organismos son más vulnerables
y están en condición crítica, explicó
Patricia Escalante Pliego, investigadora del IB.
Un primer paso hacia ese objetivo se concretó
en una reunión celebrada en la Sala de Videoconferencias
del IB, donde se firmó un memorando de entendimiento.
La AZE es una iniciativa global formada por 52 organizaciones
de conservación de la biodiversidad de 18 países,
que identifica y conserva sitios naturales, en donde las extinciones
tienen más posibilidades de ocurrir. Los miembros pueden
contribuir al nivel que deseen y según sus capacidades,
y también trabajan de forma independiente en sus propias
prioridades fuera de la Alianza; algunos sólo se dedican
a las aves, otros a los vertebrados o las coníferas, y
en la agrupación realizan una labor conjunta.
Escalante Pliego, también curadora de la Colección
Nacional de Aves del IB de la UNAM, comentó que hasta ahora
Colombia y Brasil son los países de América Latina
que colaboran con la AZE, y México, se encamina a ser el
tercero.
A su vez, Tila María Pérez Ortiz, directora
del IB, señaló que en el marco de las celebraciones
del Año Mundial de la Biodiversidad en esta casa de estudios,
el evento es de gran relevancia, porque está enfocado a
detener la pérdida de la variedad de especies; se intenta
prevenir la extinción de aquellas que tienen una distribución
restringida y que están en inminente peligro.
La universitaria dio la bienvenida a un grupo de investigadores
encabezado por el secretario de la AZE, Michael Parr; David Younkman,
de American Bird Conservancy, así como a los coordinadores
de la reunión, Patricia Escalante Pliego, investigadora
del IB, y Juan Martínez Gómez, presidente de Endémicos
Insulares, A.C., miembro del Comité Directivo Internacional
de AZE y secretario provisional de AZE México.
A la reunión acudieron también integrantes
de grupos conservacionistas, académicos y gubernamentales.
“Es una triple hélice de la conservación,
donde participan la academia, el gobierno y las organizaciones
no gubernamentales, en las que está incluida la sociedad
en su conjunto”, añadió Pérez Ortiz.
Estrategia hacia el hábitat
La AZE (siglas en inglés de Alliance for Zero
Extinction) realiza labores de conservación en zonas específicas
y elige sitios prioritarios con al menos una especie en peligro
de extinción, reconocida en la “lista roja”,
que cada año publica la Unión Internacional para
la Conservación de la Naturaleza (UICN). Selecciona un
lugar para proteger, por ser el único donde existe ese
grupo, o por contener a la población más significativa
en el mundo.
Su estrategia se centra en la identificación de
áreas clave, donde la desaparición es inminente.
Luego, inicia el proceso de restauración, que consiste
en la eliminación de las amenazas o en la restauración
del hábitat, acciones que permiten la recuperación.
Memorando de entendimiento
“La idea de la reunión es suscribir un memorando
de entendimiento entre la AZE, organizaciones no gubernamentales
y la academia, para formar el Capítulo México de
la Alianza para una Extinción Cero”, reiteró
Escalante.
La especialista señaló que en este esfuerzo
se ha formado una coalición con American Bird Conservancy
y Conservación Internacional, entre otras organizaciones
mundiales.
“Este trabajo tiene pocos años; en una base
de datos se comenzó a juntar la información de primera
mano, obtenida en trabajo de campo. Hay datos de varios grupos,
pero se trata de coordinar el esfuerzo y escoger lugares de México
que alberguen la última población de una especie
en particular, para que no se extinga ninguna”, detalló.
Hasta ahora, se ha recopilado información sobre
todo de vertebrados, que son los más carismáticos,
pensando que a través de ellos, se puede salvaguardar más
biodiversidad.
También, se contemplan plantas coníferas,
pero el objetivo es reunir documentación, proponer más
especies y saber en dónde urgen las medidas de resguardo.
“En la base de datos tenemos una serie de sitios
ya reconocidos, donde hay alta vulnerabilidad, como la isla Socorro,
donde vivía la paloma del mismo nombre, que está
extinta en la naturaleza, pero su hábitat se está
restaurando para regresarla, pues aún existe en cautiverio
en criaderos de Europa y Estados Unidos, y la pardela de Revillagigedo,
la última población de su especie”, añadió
la investigadora.
En la Isla de Cozumel se protegerá al pájaro
Cuitlacoche (Toxostoma guttatum), endémico de la zona.
Mientras, en Los Tuxtlas, en Veracruz (donde el IB tiene una estación)
está la paloma Tuxtleña o Bigotona (Geotrygon carrikeri),
endémica de los bosques de neblina, y en peligro de extinción.
También, se atenderá al colibrí
Coqueta cresta corta (Lophornis brachylopha), exclusivo de la
Sierra de Atoyac, en Guerrero; a la vaquita marina (Phocoena sinus)
de Baja California y a varias especies de anfibios. “Hay
muchos sitios en México donde solamente existe cierta especie
de rana o salamandra, que también hay que considerar”,
concluyó Escalante.